El misterio de los F-35B españoles

La lista de pedidos de estos aparatos sigue aumentando a nivel mundial, por lo cual España tendría que esperar por lo menos a 2035 para recibir estos cazabombarderos, si es que se piden.

Oscar Ruiz -Escudo Digital.

Experto en migraciones y analista internacional.

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El Lockheed Martin F35 lightning II desde el aeropuerto internacional Stewart durante el New York Airshow.
El Lockheed Martin F35 lightning II desde el aeropuerto internacional Stewart durante el New York Airshow.

En los presupuestos de Defensa para el año 2023 están previstos 6.250 millones para el “avión sustituto del AV-8B (Harrier de la Armada española), pero la compra del cazabombardero F-35 Lightning II, que como decíamos en un reportaje previso, se ha convertido en los últimos años en protagonista de la aviación militar mundial debido al importante incremento de sus ventas, “invadiendo” poco a poco los ejércitos del Aire y el Espacio y las Armadas de Europa y Asia, no llega a anunciarse oficialmente.

España tenía dos ventanas abiertas para la adquisición de cazas F-35 en sus versiones F-35A, para el Ejército del Aire y del Espacio, y F-35B para la Armada, pero la primera de estas opciones desapareció con el anuncio de la adquisición de veinte nuevos Eurofighter Typhoon (Proyecto Halcón I con 2636 millones de euros de presupuesto, con las primeras entregas en el año 2026) para sustituir los vetustos F-18 que se compraron de segunda mano a la US Navy, y que incluso algunos medios sugirieron que estos F-18 podrían acabar en manos de pilotos ucranianos en vez del desguace.

Obviamente aquí ha podido primar la industria de defensa nacional, ya que España forma parte del programa Eurofighter Typhoon y este aparato da muchos puestos de trabajo y riqueza a nuestro país, pero también nos deja con un solo modelo de avión para todo el Ejercito del Aire y del Espacio, con las correspondientes ventajas económicas y logísticas que ello conlleva, pero también con el peligro de que surja un problema mecánico o económico general en este modelo de avión y nos quedemos, aunque sea de manera temporal, sin aviones operativos. El precio también es un factor clave, porque el F-35, aunque de salida sea más barato que el Eurofighter Typhoon (80 millones contra 110 millones de dólares respectivamente) la realidad es que el programa norteamericano termina siendo más caro, y también en el coste por hora de vuelo donde el Eurofighter sale a unos 20.000 dólares la hora, mientras el F-35 a unos 40.000 dólares por hora volada.

Una vez cerrada la ventana del F-35 para el Ejercito del Aire y del Espacio, nos queda la de la Armada, ya que no existe en la actualidad otra opción en el mercado a la del F-35B de despegue corto y aterrizaje vertical.

El problema llega cuando observamos que la lista de pedidos de estos aparatos sigue aumentando a nivel mundial, por lo cual España tendría que esperar por lo menos a 2035 para recibir estos cazabombarderos si es que se pidieran oficialmente a corto plazo, y siendo el año 2030 la fecha tope de uso de los actuales AV-8B Harrier, por lo que nuestro portaaviones Juan Carlos I se quedaría sin capacidad aérea, excepto por los helicópteros que evidentemente no podrían ofrecer las mismas capacidades que los cazas.

La otra opción sería alargar la vida útil de los vetustos Harrier, pero ¿hasta cuándo? España no puede esperar al proyecto FCAS que ni siquiera ha tomado forma, y que en el mejor de los casos se convertiría en una realidad más cerca de 2050 que de 2040. Este proyecto pretende sustituir a los Eurofighter con un avión de sexta generación.

La pérdida hace unos días en California de un aparato F-35B como los que adquiriría la Armada española, no parece que vaya a perjudicar la imagen de estos aparatos en el futuro, que aunque todavía constan alrededor de 800 incidencias técnicas por resolver, y a falta de los resultados de la investigación por dicho accidente, sigue siendo una extraordinaria (¿y única?) opción para los intereses de la Armada española.