El personal penitenciario, los funcionarios de prisiones, claman por sus derechos. Dos hashtags en las redes #SosPrisiones y #TuAbandonoMePuedeMatar, ponen en evidencia sus reclamaciones, muchas de ellas relacionadas con la altísima tasa de Covid en las cárceles. Hace tan solo unos días hasta una marca de coches, BMW, que ofrecía ofertas para todos los trabajadores de seguridad, los ninguneo. Y eso sin hablar de la terrible situación a la que se han enfrentado los funcionarios de Nanclares de Oca, literalmente en la calle por decisión de Grande-Marlaska. Escudo Digital ha hablado con Joaquín Leyva, portavoz de ACAIP-UGT, quien nos ha dado una visión objetiva y de primera mano sobre la labor de los funcionarios de prisiones, sus anhelos y su forma de vida, amén de su problemática.
¿Cuáles son las reivindicaciones más importantes de vuestro colectivo?
Actualizar las retribuciones del personal penitenciario, y, por otro lado, tenemos pendiente también la consideración de agente de autoridad, porque a día de hoy no lo somos.
Resulta chocante para los profanos en esta materia...
Un funcionario de prisiones no tiene la categoría de autoridad que puede tener por ejemplo un conductor de autobuses, o incluso enfermeros o médicos en el ámbito en el que desarrollan su trabajo.
Luego está la tasa de reposición. ¿Se convocan pocas oposiciones?
Se convocan, sí, pero luego nunca se llega a cubrir el número de vacantes. Es uno de los problemas que existen. Las oposiciones no son suficientes por varios factores. Por un lado, se convocan plazas que prácticamente lo que hacen es cubrir las bajas vegetativas, que son las que se producen por jubilación o fallecimientos. Pero no se cubre el déficit del que partimos. 3.000 plazas que no terminan nunca de cubrirse. Si convocas 900 plazas, pero se jubilan 700,solamente cubres 200. Luego hay un problema adicional en el tiempo en el que estamos.
¿Cuál es?
Vivimos en unas fechas en las que la gente de las promociones que entraron en los 80 se jubilan o entran en segunda actividad. Y son entre 1.500 y 2.000 funcionarios. Son muchos, y son plazas que no se convocan, pero hay otro problema mayor: las redacciones que describen los puestos de trabajo de los centros penitenciarios no están revisadas desde hace muchísimos años. El perfil del delincuente ha cambiado, con lo cual las necesidades de atención también lo ha hecho. Desde cómo hay que trabajar con ellos ala ratio que debería haber entre funcionarios e internos. Donde sorprende más quizá sea en el área de vigilancia, porque es la más evidente. En un patio con 140 internos, donde solo haya uno o dos funcionarios atendiendo las labores de vigilancia, poca atención se puede dispensar que no sea meramente la de vigilancia. Y las funciones que tenemos encomendadas los funcionarios de prisiones no son solo de vigilancia. La más importante es la de reeducación y reinserción. Si no tenemos profesionales para hacer esa labor, al final tenemos un contenedor de personas.
"En cuanto a Nanclares de Oca lo que sí ha estado fuera de lugar ha sido ese desmantelamiento un poco torticero de dejar caer por dejación esas instalaciones y casi, casi, provocar una situación de precariedad a los funcionarios que vivían allí".
¿En qué sentido ha cambiado el perfil del delincuene, para mejor o para peor?
Necesita mucha más atención. Ha cambiado. Las adicciones se atienden de otra manera. Hay más extranjeros yhay más politoxicómanos. Pero además tenemos muchos enfermos mentales, personas que por sus diversas adicciones tienen problemas de déficit de atención.Luego tenemos mucho interno extranjero, con lo que eso conlleva: mucha mafia del Este, mucho interno subsahariano, mucho interno magrebí, mucho interno sudamericano. Y el perfil también es de violencia de género, de delitos sexuales y de delitos económicos. Digamos que se ha aumentado mucho la tipología delictiva. Y cada delito requiere también un tipo de atención distinta, con lo cual hay que hacer muchos programas. Lo curioso que pasa en las instituciones es que los programas existen; pero tenemos un problema, y es que no tenemos los profesionales que los desarrollen. Porque si yo tengo un programa para la atención a la violencia de género, pero no tengo personal para que me abra la instalación, no sirve da nada. Hay que rellenar paralelamente con el personal de vigilancia no solo para poder atender la nueva tipología delincuencial, sino para hacer la labor fundamental, que es la de inserción. El mayor éxito que puede tener la política penitenciara es disminuir el número de reincidentes.
¿Por qué no se deriva a los enfermos mentales a centros psiquiátricos?
Psiquiátricos penitenciarios en España solamente tenemos dos. Uno está en Alicante y otro está en Sevilla. Estamos hablando de muy poquitas plazas, porque el psiquiátrico de Alicante dispone de un máximo de 400 internos y el de Sevilla puede albergar 200. Luego disponemos de distintos módulos en las cárceles para atender este tipo de enfermos. En los psiquiátricos tenemos a esquizofrénicos, oligofrénicos, tenemos a los que están diagnosticados con trastornos de bipolaridad..., pero para ir a un psiquiátrico tienen que darse unas condiciones, y es que el delito se haya cometido precisamente por estar enfermo, y esa enfermedad sea un motor de ese acto delictivo. Cuando no es así, ese interno va a una prisión normal.
Entonces vuestro trabajo es muy complicado, me imagino.
Este tipo de reclusos requieren atención médica, atención psiquiátrica y una preparación de los profesionales que atienden en el día a día.
¿Se os forma adecuadamente?
Esa es una de las reclamaciones, porque no recibimos la formación adecuada para este tipo de interno. Presentan un problema mental, un problema de salud y requieren una atención y una dedicación en un entorno de centros como por ejemplo Alicante. Pero es un centro que está sobresaturado de internos y sin el personal necesario, con lo cual al final tienes que derivar esas responsabilidades sobre personas que no están realmente cualificadas para atender este tipo de internos. Y eso acaba creando problemas porque no se detectan sus necesidades.
¿Qué opinas de lo que ha ocurrido en Nanclares, donde los funcionarios se quedan en la calle tras el cierre de sus pabellones?
El tema viene de largo. Al hacer la nueva la nueva prisión situada al lado, la administración decidió cerrar todas instalaciones de la antigua prisión. Lo que ha habido es una dejación en el trato y en el mantenimiento de las instalaciones. Y es una situación complicada, porque los que han estado allí trabajando y viviendo pagaban, efectivamente, un canon mensual para el mantenimiento de las instalaciones. En el momento en que desaparecen las instalaciones de la prisión y se van a la nueva prisión ese mantenimiento empieza a deteriorarse. La administración decide cerrar estas instalaciones y estos pabellones. La decisión entra dentro del carácter auto organizativo de la propia administración y ante eso poco podemos hacer, lo que sí ha estado fuera de lugar ha sido ese desmantelamiento un poco torticero de dejar caer por dejación esas instalaciones y casi, casi, provocar una situación de precariedad a los funcionarios que vivían allí.
Les han puesto de patitas en la calle...
Esto hay que verlo un poco en su contexto. Desde hace más de un año ya se conocía que se iban a cerrar estas instalaciones y los compañeros ya sabían que había que abandonarlas. Pero hay otro factor. Cuando tú concursas para trasladarte a un centro lo haces en función de las condiciones de centro, y ese centrodisponía de viviendas para los que procedían de otras provincias. Y lo que se pactó con la administración fue que mientras no hubiera un concurso de traslados para que la gente decidiera si quería o no quería seguir en ese centro penitenciario, dado que dejaban de existir las viviendas, estuvieran allí. Y se consiguió una prórroga para el siguiente concurso de traslado.
¿Cuándo se pactó?
Estamos hablando que se produce en 2019 este acuerdo. En teoría el concurso de traslados se tendría que haber desarrollado en otoño del 2020, con lo cual ya en otoño del 2020 la gente que vivía en esos pabellones tenía que haberlos dejado, porque ya se cumplía ese tiempoconcurso.Pero se retrasó y no lo hubo hasta el pasado día 18 de febrero.
Pero está feo, el País Vasco no es precisamente un entorno muy agradable para los funcionarios de prisiones, no es lo mismo ser funcionario de prisiones en Sevilla que allí…
El problema es que se han perdido un poquito las formas. Esto se sabía que iba a pasar. Se produjo esa prórroga para que los compañeros tomarán la decisión de cambiar de centro o bien quedarse allí ya sabiendo que perdían esa posibilidad de la vivienda en Nanclares, pero claro, todo esto se ha alargado y al final ha sido todo muy precipitado.
La cárcel que se ha construido es la que albergará a los etarras que se acercan a sus lugares de origen...
Digamos que la antigua cárcel está al lado, se construyó una nueva con la nuevas medidas, y en fin, acorde a las nuevas características que el resto de prisiones del Estado, modernizando las instalaciones de la antigua.
Están a muy poca distancia.
Efectivamente, y de hecho la sección abierta de Nanclares estaba en la antigua prisión, y se cambió a finales del año pasado. El cierre de la sección abierta fue el último paso para cerrar las instalaciones. La sección abierta, que es donde están los de tercer grado, pasó a la nueva prisión, para poder cambiar por completo el uso de la antigua. El problema que hemos tenido en Nanclares es que desde los años en que comenzó a estar activa, desde que se abrió Nanclares nuevo, hasta que se cerró Nanclares viejo, el mantenimiento no ha sido correcto. Eso ha provocado que la sección abierta que se había quedado allí haya tenido que ser trasladada a la nueva prisión sin que realmente esto sea lo más adecuado.
¿Por qué?
Lo denunciamos en su día. La sección abierta debería estar fuera por lo que ello implica: muchos más movimientos de internos. Que esta instalación esté fuera del recinto penitenciario siempre es mejor para todos. El tercer grado no tiene que entrar de nuevo en la prisión, porque está en un edificio anexo, y el tratamiento siempre es mucho mejor.
Lo más sensato hubiera sido dejar los pabellones en condiciones y una sección abierta, ¿no?
Eso es lo que propusimos. Al final una de las cosas que influye mucho en el tratamiento de los internos es la “desprisionización”, sacarles del entorno penitenciario; que se pierda ese concepto de estar dentro de una cárcel. La tendencia es que los centros de tercer grado y centros de inserción social no estén dentro de una prisión, aunque pertenezcan a ella. Que estén en edificios anexos o estén si es posible incluso alejados. Y se intenta para que psicológicamente ese aspecto de integrarse dentro de la sociedad y separarse de lo que estigmatiza estar dentro de un centro penitenciario beneficie a los presos. Intentar eliminar el efecto psicológico de volver a prisión es importante.
Se dice que ante la situación de penuria económica se da el caso de personas que cometen delitos leves para entrar en la cárcel y poder comer.
Hay mucha leyenda urbana sobre el hecho de entrar en la cárcel para poder comer. Evidentemente tienes garantizadas las comidas, faltaría más, pero no es uno del hotel de lujo, no nos vamos a engañar, es una prisión. Circula mucha leyenda urbana también sobre si se denuncia por violencia de género para ir a un centro penitenciario para que la mujer cobre la pensión; como también hay quien dice que si delinques y vas a la cárcel siendo ilegal te vas a poder quedar en España. Siempre hay un puntito de verdad, pero al final no dejan de ser eso, hechos puntuales que no son la norma. No son algo habitual, y no hay mafias organizadas que preparen y que faciliten las instrucciones sobre qué tienes que hacer para entrar en prisión para vivir mejor. La casuística es tremenda, tenemos en torno a 50.000 internos con perfiles de todo tipo, pero la mayor parte y eso nunca hay que perderlo de vista, es que el que está en prisión tiene una condena fuerte.
¿Hay tanto abuso sexual en las cárceles como se dice?
Comenzó a desaparecer hace muchos años cuando se creó el sistema con las comunicaciones vis a vis. Casuísticas hay muchas, ya lo he dicho, pero también mucha leyenda urbana, mucho ánimo por trasladar lo que se ve en la televisión a lo que realmente es la realidad.
Hay expresidiarios y ex presidiarias que confiesan sin tapujos haber pasado por el aro siendo heterosexuales porque su vida iba a ser mucho más fácil y les iban a proteger sus parejas estando allí
También hay que entender, y eso hay que cogerlo siempre con las debidas precauciones, que hay gente que para vivir mejor en la prisión toma decisiones de carácter personal, llamémosle que se quieren prostituir o que necesitan cariño. Pero no es que necesiten pasar por el aro, esa decisión puede ser anecdótica. Pueden ser decisiones personales. Estamos hablando de que todas las prisiones son pequeños pueblos y en todos los pequeños pueblos pasan cosas, pero afortunadamente no es lo habitual. Todo hay que ponerlo en su contexto. ¿Que puede haber algún tipo de abuso? Efectivamente, claro que puede haberlo. Decir que eso no se da es mentir, pero decir que es la práctica habitual también lo es. Puntualmente se puede producir. Estamos hablando de 80 prisiones con 50.000 internos, con perfiles muy distintos. También hay agresiones entre ellos, pero no quiere decir que eso sea la práctica habitual.
¿Cuáles son los internos más difíciles de manejar?
Los enfermos mentales. Hay que detectarlos y comprobar que su comportamiento se debe al problema que tienen. Tenemos información sobre ellos, pero cuando entra uno nuevo hay que evaluarlo. Su forma de desenvolverse te orienta a darte cuenta de que esa persona tiene a veces no ya un comportamiento violento, sino derivado de un déficit que le puede arrastrar a tener complicaciones en su vida diaria en la prisión.
¿Son los politoxicómanos mucho peores de manejar que los adictos a los opiáceos o a una sola sustancia?
Evidentemente los cócteles de drogas siempre son peligrosos por la reacción que producen en el cerebro. Cualquier adicción es peligrosa, pero nos olvidamos a veces de una adicción que la tenemos muy socializada, y es la del alcohol. Los delirios que provoca su abstinencia son accesos violentos muy difíciles de controlar. Y al politoxicómano se le detecta antes que al que tiene problemas de alcoholismo. Al final el politoxicómano es más fácil de tratar porque él mismo dentro de la prisión se somete a programas de metadona precisamente para aliviar el síndrome de abstinencia.
¿Qué tipo de preso es el más peligroso?
El interno más peligroso es el inadaptado, el que no se adapta a vivir en un entorno cerrado. Y aquí estamos hablando de alguien que puede haber cometido un delito menor en la calle y estar muy adaptado en el mundo abierto. Esta persona en la prisión puede convertirse en un interno violento que provoca graves incidentes. Hay casos de personas que están totalmente inadaptadas en la calle y que dentro de la prisión se convierten en internos modelos. Podemos estar hablando incluso de individuos que han cometido crímenes atroces en la calle. No tiene nada que ver el perfil de fuera con el perfil de dentro.
¿Cómo se comportan los delincuentes del los países del Este?
Suelen tener un comportamiento dentro de la prisión bastante bueno, pero es difícil catalogar a la gente en función de su procedencia. Al final tienes distintos tipos de personas de cualquier nacionalidad. Lo que sí se les nota mucho a los delincuentes del Este es la jerarquía en las bandas organizadas, sobre todo cuando entra un jefe. Su comportamiento se modifica en función de él y se someten.
¿Y eso os complicará la vida a vosotros?
Es un trabajo de observación que hay que hacer, estudiar al jefe para evaluar y predecir cómo va a ser el comportamiento condicionado del resto.
Sigue leyendo si quieres saber cómo se sienten los funcionarios de prisiones cuando se habla de ellos en los casos muy mediáticos como el ingreso de Isabel Pantoja o Iñaki Urdangarín (pulsa más abajo a Seguir).
Observar el comportamiento para actuar de una forma u otra implica tener conocimientos de psicología, ¿aprendéis por vosotros mismos o se os forma?
Al final el perfil del funcionario de vigilancia, que es un poco en el que nos estamos enfocando, es multidisciplinar. Tenemos psicólogos, tenemos educadores, tenemos los trabajadores sociales que aportan también mucha información, pero el que está en el día a día con ellos es el funcionario de vigilancia. Esto se aprende con la observación. Al final es observar a grupos humanos y uno está viendo constantemente cómo interactúan entre ellos. La experiencia es muy importante y que en los centros se combine personal experimentado con personal nuevo. No podemos tener prisiones con gente con muy poca experiencia porque eso condiciona mucho el trabajo. Los jóvenes tienen que aprender de los mayores, y eso se soluciona con mayor remplazo para que no se produzca esa brecha generacional.
¿Cuántos sois?
Los números son engañosos porque si yo te digo que somos 22.000, la cifra te hará pensar que tampoco estamos tan mal. Al final tocáis a uno por cada dos internos, más o menos, diréis. Pero claro, en estos 22.000 profesionales estamos metiendo el personal de vigilancia, que son 24 horas al día 7 días a la semana; estamos metiendo a todo el personal del área administrativa; estamos metiendo a todo el personal de tratamiento: psicólogos, educadores, a todos los que se ocupan de mantenimiento. Pero lo que tenemos que tener en cuenta es que por cada 280 internos hay unos tres o cuatro funcionarios.
Supongo que tendréis que ser muy valientes.
Al final esto más que por valentía es por el concepto de responsabilidad del trabajador. Y es que decir "no puedo hacer bien mi trabajo porque no puedo atender bien a todas estas personas" es una frustración muy grande para el funcionario penitenciario. Comprobar que estás en un modo en el que se te puede ir de las manos de una manera fácil, porque tu trabajo está precisamente en que no se te vaya de las manos, es duro. Cuando uno entra a trabajar en el día uno entra diciendo "vamos a ver cómo está esto,vamos a ver estudiar el grupo humano a ver cómo está, y ver dónde está el problema humano para atajar los problemas antes de que se produzcan". Y eso requiere tiempo.
¿Os dan cursos de defensa personal para inmovilizar a alguien utilizando la menor fuerza posible y de la forma menos lesiva?
Cuando realizamos las prácticas tenemos un pequeño cursillo donde se nos enseñan tácticas básicas de reducción y de contención, y a lo largo de los años se convocan cursos de defensa personal, pero son totalmente insuficientes.
¿Os ocurre lo mismo que a la Guardia Civil, que tienen que formarse de su bolsillo?
Yo creo que peor. Yo llevo 12 años y en todos este tiempo he recibido dos cursos. Nos vemos obligados a trabajar más con la prevención y con la anticipación de los problemas, y sobre todo con evitarlos estando muy pendientes. Por supuesto hay gente que por interés propio tiene una formación más específica.
¿Os repartís el trabajo?
Al final apelas a la responsabilidad individual del trabajador, y estas personas son las que al final te echan una mano. Si yo por ejemplo tengo más capacidad de idiomas, igual resuelvo un conflicto mejor, porque soy capaz de entenderme con el interno extranjero. Y, sin embargo, si el interno se pone violento tú tienes más capacidad que yo para atender y reducir a ese interno. Es algo provocado por las sinergias del trabajo. Pero es importante recalcar que todos hacemos todo en función de las necesidades. Quien tiene más capacidades para una cosa dirigirá una actuación y viceversa. Es un trabajo de equipo.
¿Cómo se consigue hacerse entender en tantos idiomas?
Al final aprendes a relacionarte con ellos escuchando y observando, y ellos aprenden también español. Terminas por comunicarte con ellos, y hablas, por así decirlo, el mismo idioma; pero eso no quita para que sea necesaria la formación en otras lenguas, así como la defensa personal y las clases sobre el manejo de grupos.
¿Os molesta que solo se acuerdan de vosotros en casos muy mediáticos como por ejemplo cuando entraron en prisión la Pantoja o Iñaki Urdangarin?
Este tipo de temas efectivamente dan visibilidad, pero lo importante es que la sociedad vea y entienda qué es y cómo se trabaja en una prisión. Los internos mediáticos pueden ser buenos o malos. El problema es que la información que se da sobre ello suele estar muy distorsionada y no suele acercarse a la realidad de lo que es una prisión. Y muchas veces en los medios y en los programas se dicen cosas que no son ciertas.
Se decía de que Isabel Pantoja tenía en la prisión a todas las presas cosiendo bolsos.
Se magnifican los estereotipos. Y no me refiero a Isabel Pantoja en concreto. Si un personaje mediático ha entrado por un delito económico, normalmente el trato que tiene ese personaje con los funcionarios es distinto al que tiene un recluso inadaptado. Pero no al revés. No se le dio un trato mejor a Isabel Pantoja por ser Isabel Pantoja sino porque su perfil delincuencial no es el del politoxicómano del que hablábamos antes. Y no te digo de Isabel Pantoja, te digo de cualquier otro interno mediático. Si tiene unos conocimientos de contabilidad y en la prisión hay un taller que necesita un interno que maneje los libros y los pedidos, pues evidentemente me va a interesar más tener esa persona al frente que a otra que no sabe leer y escribir. El que no sabe leer y escribir está haciendo bolsos y le estoy dando clases. Y al que ha entrado con un delito económico y que sabe manejar bien todo ese contexto, lo tengo en el área más administrativa del taller, o como jefe de taller. Y desconozco el caso en concreto de Isabel Pantoja. Es un suponer... También ocurre con un albañil, tiene muchos más puntos para entrar en el departamento de mantenimiento que un zapatero.
"No puede ser que un funcionario de Navarra gane 500 ó 600 € más que un funcionario de Alicante o un funcionario de Sevilla"
¿ Se suelen adaptar bien los internos de perfil de cuello blanco?
Al final la vida en prisión es como uno se la quiera marcar. Este tipo de delincuentes se dedica a trabajar dentro de la prisión o a formarse, no es un interno problemático.
¿Cuáles son vuestrosproblemas con el sistema retributivo?
El sistema retributivo del personal de prisiones data de los años 90. Entonces las funciones estaban diferenciadas en función de la tipología de cada interno que había. A día de hoy el perfil del funcionario penitenciario es el de una persona que entra ya de por sí muy formada porque la oposición es dura. Pero es que dentro además tenemos un trabajo que psicológicamente es muy complicado, porque en un mismo día puedes atender mil tareas distintas. Puedes ser consejero, puede ser psicólogo, puedes ser un administrativo, policía…
¿Cuál es el sueldo base?
Un funcionario que acaba de entrar y que está en vigilancia interior en la prisión donde más se gana puede estar en torno a los 1.600 € y en la que menos se gana puede estar en torno a 1.300 o 1.400 € al mes. Luego también hay que tener en cuenta la ubicación geográfica de las prisiones. No son oficinas que están en el centro de las ciudades. Obligan a desplazamientos ynormalmente están fuera de los núcleos urbanos. Tenemos el ejemplo de Madrid: Extremera está 70 km de Madrid y Aranjuez casi a la misma distancia.
¿Pedís la homologación de los sueldos con lo que cobran los funcionarios de Cataluña?
Ya no se habla realmente de equiparación sino de que el sueldo reconozca la responsabilidades y el trabajo que realmente se desarrolla dentro de una prisión. Y ya no es ni siquiera compararte ni con Cataluña ni con lo que cobran los franceses, porque al final las prisiones de Cataluña son otra administración; son las únicas que están transferidas. Es que dentro de las prisiones que dependen de la Secretaría General hay unas diferencias de sueldo muy grandes. No puede ser que un funcionario de Navarra gané 500 ó 600 € más que un funcionario de Alicante o un funcionario de Sevilla. Y más cuando estamos hablando de que las funciones son muy similares. No se puede decir que la prisión X es más peligrosa que la prisión Y. Todas tienen módulos de aislamiento y presos violentos.
Y eso sin contar los suicidios…
Efectivamente la tasa es muy alta, y es un tema muy duro.
Sigue leyendo si quieres conocer la angustiosa situación de los presos y de sus guardianes ante las altísimas tasas de Covid entre la población reclusa, que cuadruplica la media nacional (pulsa más abajo a Seguir).
¿Cómo ha de ser el sistema retributivo, aparte de equitativo entre unas autonomías y otras?
Se nos debe retribuir en función de la labor que se está realizando y de la formación que se requiere, no solo para acceder al puesto sino también por lo que tienes que hacer en ese puesto. Porque si yo me estoy intentado formar en idiomas o defensa personal o en adquirir más conocimientos en psicología se me debe de premiar de algún modo. Eso debe valorarse con el fin de crear una carrera profesional e incentivar a los trabajadores.
¿Cuál es vuestro principal argumento?
Es importante que el interno, cuando salga de una prisión, no vaya a delinquir de nuevo. Suele entrar porque la sociedad le ha fallado, y no debemos fallarle otra vez. La sociedad debe corregir los problemas desde la base y el primer peón es el funcionario que trabaja con el preso en el patio, y que está día a día con él. Es él quien estudia su comportamiento. Ese trabajo tiene que estar remunerado porque al final es una inversión en seguridad que repercute en la sociedad.
"Hay una calma muy tensa, muy latente. Los ánimos están muy a flor de piel. Si eso ocurre en la sociedad, imagínate en las prisiones en particular. Porque hoy si mi compañero de celda ha salido de permiso y viene mañana, yo no sé si va a venir con el virus de la Covid"
¿Cuál es la situación con el Covid y los funcionarios?
Han fallecido seis funcionarios, y la tasa de contagio es alta. El funcionario tiene dos vectores de contagio. El que tiene cualquier ciudadano con la enfermedad que está en la calle, y el que tenemos por trabajar en un entorno cerrado. Aquí en la primera ola se contuvo muy bien porque la administración entendió que la mejor manera de evitar el contagio dentro de la prisión era cerrarla.
¿Cuál ha sido el problema entonces?
La desescalada fue muy rápida y eso ha provocado que la segunda ola se haya cebado principalmente con las prisiones. El tema era básicamente evitar las mayores fuentes de contagio. Ahora los internos siguen saliendo de permiso, y se han reanudado los vis a vis. En la primera ola no entraban tampoco las ONGs dedicadas a tareas no esenciales, ni los talleres productivos con personal de la calle. Si no se corta esa actividad no esencial los vectores de contagio son infinitos. Si se produce un contagio dentro de la prisión lo malo es que estamos ante un entorno cerrado con personas inmunodeprimidas, con la bomba de relojería que eso supone. Había que contenerlo, y es lo que se hizo en la primera ola.En la segunda ola, por primar la actividad frente a la sanidad, la situación se ha desmadrado. Ha habido prisiones en las que realmente se ha pasado muy mal.
"A los funcionarios que tienen menos de 55 años les están poniendo la vacuna de Astra Zeneca, Pero parece que no hay Pfizer para los mayores de 55, que es la que se tiene que administrar a las personas de esa edad, con lo cual se quedan sin vacunar, siendo una edad con mayor riesgo. Y hay que tener algo en cuenta: un tercio de los funcionarios penitenciarios tiene más de 55 años, y en algunas prisiones supera el 50%.
¿Cuál es el índice de contagios?
De unos 1.200 por cada 100.000 habitantes, cuando la media nacional anda por los 300 casos, estamos hablando de cuatro veces más. La situación es dramática.
Y esto es tan malo para vosotros como para los presos
Hay que ponerse en la piel del interno. Si a veces si en la calle estamos un poquito nerviosos con el miedo a la enfermedad, cuando uno está dentro no tiene opciones más que aquellas que les proporcionan otros.
¿Os están vacunando a los funcionarios?
El ritmo depende de cada Comunidad Autónoma. A unos sí y a otros no. A los que tienen menos de 55 años les están poniendo la Astra Zeneca. Pero parece que no hay Pfizer para los mayores de 55, que es la que se tiene que administrar a las personas de esa edad, con lo cual se quedan sin vacunar, siendo una edad con mayor riesgo. Y hay que tener algo en cuenta que un tercio de los funcionarios penitenciarios tiene más de 55 años, y en algunas prisiones superam el 50%.
¿Cómo es el ambiente que se respira en la prisión?
Hay una calma muy tensa, muy latente. Los ánimos están muy a flor de piel. Si eso ocurre en la sociedad, imagínate en las prisiones en particular. Porque hoy si mi compañero de celda ha salido de permiso y viene mañana, yo no sé si va a venir con el virus de la Covid. Vale que hace la cuarentena, pero ¿ la cuarentena es efectiva o no ? Porque el miedo es libre y dentro de una prisión se potencia mucho más.
¿Cuáles son las soluciones?
Hay que evitar en la medida de lo posible el riesgo, porque los mayores incidentes que hemos tenido en las prisiones al principio, cuando se inició la pandemia, precisamente fueron por esos rumores de que había ingresado una persona enferma “y ahora nos va a contagiar a todos”, y eso provoca un efecto bola de nieve que es muy peligroso,
¿Las mascarillas se las ponen?
Las prisiones son uno de esos sitios donde las mascarillas no tienen por qué llevarse en entornos comunes, no son obligatorias porque se entiende que al ser un entorno cerrado no hay peligro de contagio. Las tenemos que llevar los trabajadores, pero los presos las llevan solo cuando salen del módulo. Pero en sus actividades del día a día, en el comedor, en el patio, no tienen que llevarla y hemos reclamado que igual que salimos a la calle es obligatorio usar mascarilla, dentro de la prisión debería serlo también.
¿Disponen de ellas?
Se las damos, porque tienen que hacer uso de ellas para distintas actividades, como cuando van a los locutorios o la enfermería, o si tienen que tener un contacto con el funcionario.
Se supone que son convivientes, pero ¿cuántos pueden convivir en un módulo?
140, 100, 90 personas. Es como si en un parque la gente no tuviera que llevar mascarilla. Debo decir algo, y es que ha habido un porcentaje muy alto de internos que ha demostrado una responsabilidad importante. Gracias a ello y al trabajo de todos los compañeros, las prisiones han podido soportar esa tercera ola, porque con los graves problemas que ha habido, los problemas regimentales pudieron ser solventados fácilmente y atemperados a tiempo. Incluso algunos reclusos piden que se prohíban las comunicaciones porque se les dio la posibilidad de hacer videollamadas y de poder hablar con sus familias. Y ellos prefieren no exponer a los suyos en los locutorios, porque el peligro de contagio no procede solo del interno, sino también de los propios familiares entre ellos, en las salas de espera.