Durante la temporada de verano aumentan tanto las temperaturas como las comidas fuera de casa y con ello, los peligros de seguridad alimentaria. Sigue estas pautas para minimizar estos riesgos y disfrutar de la comida en tus vacaciones de una forma segura.
1. Conserva la comida a una temperatura adecuada
Si te llevas la comida a la playa, asegúrate de llevarla en una nevera hermética y refrigerada. No dejes la nevera abierta durante más tiempo del necesario y trata de consumir los alimentos lo antes posible.
2. Cocina totalmente los alimentos
Asegúrate de que los alimentos que vayas a tomar, como carne, pescado y huevos, estén totalmente cocinados tanto por el exterior como en el centro.
3. Evita la contaminación cruzada al cocinar
Cuando cocinamos, es importante utilizar tablas y cuchillos distintos para preparar los alimentos que se consumen crudos y los alimentos que se consumen cocinados. Por lo tanto, necesitarás, por un lado, utensilios para alimentos como tomate, lechuga o fruta y, por otro, utensilios para pollo, carne y pescado crudos.
4. Evita llevar a la playa alimentos que se estropean fácilmente
Aunque llevemos una nevera hermética, hay ciertos alimentos que no son los más indicados para pasar un día en la playa. Para empezar, debemos evitar llevar alimentos con huevo crudo o poco cocinados, como ensaladilla rusa con mayonesa casera o tortilla de patata poco cuajada. Tampoco es buena idea llevar frutas ya peladas y cortadas, es mejor pelarlas en el momento. Por último, evita también carnes o pescados crudos en forma de sushi o tartar, y dulces o postres, con crema pastelera o nata, así como leche, yogures o quesos frescos.
5. No te guíes únicamente por el olor y/o el sabor de los alimentos para saber si están en mal estado
Algunas personas piensan que si los alimentos están en mal estado tendrán un aspecto, sabor u olor desagradables. Sin embargo, la mayoría de los microorganismos patógenos que aparecen en los alimentos no producen cambios visibles en las características de los alimentos. Por lo tanto, si ha pasado la fecha de caducidad, si no has podido conservar el alimento a temperatura adecuada o si lleva abierto más días de lo que recomienda el fabricante, aunque no tenga mal aspecto u olor, es mejor que no lo consumas.