Pilar Rangel

Opinión

En África ya solo Ucrania hace frente a Rusia

Experta en Terrorismo Internacional y en la lucha contra Daesh.

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El grupo Wagner comenzó a operar en Malí a finales de 2021
El grupo Wagner comenzó a operar en Malí a finales de 2021

Rusia se expande de forma incontrolada por toda África sin encontrar oposición. Mientras en Europa se les para los pies a Rusia ¿Quién le parará los pies a Rusia en África? ¿Cuáles serán las consecuencias para África y para Occidente?

Los objetivos de Rusia en África son múltiples, pero los dos principales son ganar la influencia política a Occidente dejándolo fuera de juego en África y financiar la guerra en Ucrania a través de la explotación de todos los recursos naturales de estos países.

Según fuentes locales parece que es Ucrania quien hace frente a Rusia en África. Por parte de Ucrania no sería la primera vez que lucha contra Rusia en un escenario distinto al de su país porque ya lo ha hecho anteriormente en Siria y en el Kurdistán y su objetivo sería acabar con los criminales rusos en cualquier parte del mundo.

En el caso de África ya en noviembre pasado vimos unos videos de un medio de comunicación ucraniano en los que un dron ucraniano atacaba posiciones rusas en Sudán. Igualmente nos constan las reuniones entre el Presidente ucraniano y el Presidente de Sudan.

En el caso del Sahel vimos hace unos meses cómo un grupo de Wagner y del Ejercito Malíense caía en manos de las fuerzas de Azawad en el norte de Malí causando la pérdida de más de 100 hombres y varios secuestrados. En esta operación Ucrania reconoció haber prestado apoyo compartiendo informacion e inteligencia. Sin embargo, parece que la ayuda ucraniana podría haber ido más lejos consistiendo también en financiación y formación en el uso de drones.

El resultado ha sido la denuncia de varios países por la intervención de Ucrania en Malí y que se ha percibido como una importación del conflicto europeo a África.

Según AES, Ucrania suministró municiones de fósforo blanco a grupos armados en Malí, y ahora se ha añadido una nueva acusación al expediente sobre la implicación de Ucrania en este conflicto. Según Bamako, los grupos armados que operan en Malí recibieron municiones de fósforo blanco de Kiev.

Estas revelaciones se basan en las declaraciones de un combatiente capturado la semana pasada. Este último supuestamente afirmó que su grupo estaba equipado con morteros soviéticos 2B11 que disparaban proyectiles de fósforo blanco de 120 mm, suministrados por Ucrania. Esta información fue corroborada por la publicación de fotografías que muestran estas municiones y los daños causados ​​por su uso por parte del medio de propaganda terrorista Az-Zallaqa.

Los países AES han denunciado repetidamente la participación de Kiev en actividades terroristas en el norte de Malí. A principios de agosto, un alto funcionario ucraniano admitió el papel de Kiev en la derrota del ejército maliense y sus aliados rusos a finales de julio en Tinzawatène. Desde entonces, Bamako y Niamey rompieron relaciones diplomáticas con Kiev.

Rusia y Ucrania por su parte están cerrando acuerdos con numerosos países africanos. En el caso de Ucrania buscando el establecimiento de relaciones diplomáticas y apertura de Embajadas en África para contrarrestar la presencia rusa.

La tensión va en aumento porque se percibe la llegada de una proxy War en Malí y otros países africanos donde se usarían estos territorios para librar la batalla entre Rusia y Ucrania.

El informe del Consejo de Seguridad de la ONU (2023) describió las actividades de Wagner en el Sahel como "amenazas directas a la estabilidad regional”.

Según el SIPRI (2023), el 44% de las importaciones de armas del África subsahariana proceden de Rusia.

Presente en países como la República Centroafricana, Malí y Libia, Wagner se está posicionando como un actor clave en la seguridad de regímenes frágiles o en disputa, a menudo a cambio de concesiones mineras o petroleras.

Según un informe del Instituto para el Estudio de la Guerra (2023), Wagner controla ahora varios yacimientos de minería de oro en la República Centroafricana, financiando sus operaciones en África y otros lugares.

Pero su impacto es doble: si bien afirma aportar estabilidad, también se le acusa de graves violaciones de los derechos humanos, como lo demuestra la masacre de Moura en Malí en 2022.

La verdadera pregunta que hay que hacerse es: ¿qué está haciendo África para liberarse de estas influencias?

La solución está en el fortalecimiento de la soberanía africana. Esto requiere instituciones democráticas sólidas, una integración regional más fuerte y una gestión transparente de los recursos naturales, a fin de poder resistir todas las formas de manipulación externa.

Sin embargo, en octubre de 2022, 26 de los 58 países africanos (incluidos Etiopía, Malí y el Congo) se abstuvieron o votaron en contra de las resoluciones que criticaban a Rusia en la ONU. Esta postura no es fruto de la casualidad, sino de años de influencia rusa, consolidada por acuerdos bilaterales y apoyo militar, en particular a través del Grupo Wagner.

La que se está librando en África todavía no es una guerra fría, sino una guerra de influencia, pero ya parece empezar a convertirse en lo primero después de ver cómo el Ejército Nacional Libio liderado por Haftar y un cuerpo militar ruso trasladan sus fuerzas a Hamada para Níger, Malí y Burkina-Faso. Un plan ruso para crear un corredor estratégico entre Libia y el Golfo de Guinea y de esta forma conectar el Mediterráneo con el Atlántico.