Rafa del Río.

Opinión

En tierras raras

Economista. MBA por la EOI.

Guardar

Las tierras raras son particularmente desconocidas.
Las tierras raras son particularmente desconocidas.

Están últimamente de moda lo que se denominan “tierras raras” o “metales raros”, pero no tienen de raro más que el desconocimiento generalizado que, de su existencia o importancia, tenemos el común de los mortales.

Vienen a ser unos diecisiete elementos químicos de la tabla periódica que abundan en nuestro planeta, pero de forma dispersa; de tal forma que es complicado encontrar en un mismo lugar cantidades suficientes como para que su extracción comercial sea rentable. Además, la obtención de estos elementos suele generar algunos “problemas” relacionados con la contaminación, generando algunos residuos tóxicos y radiactivos.

Lo cierto es que sus nombres (lantano, neodimio, escandio, itrio, europio, disprosio, etc.), fuera de contexto, nos vienen a decir algo parecido a la lista de los reyes godos, pero la cosa cambia cuando vemos para qué son necesarios. Y es que forman parte esencial de ordenadores, teléfonos móviles, radares, equipos laser, sistemas guiados de defensa, pantallas planas y leds, turbinas eólicas y paneles solares, equipos médicos de resonancia magnética…. baterías.

Interés de las grandes potencias

Ya tenemos un vínculo entre lo que denominan “tierras raras”, aquellas en las que se encuentran estos elementos en cantidades suficientes como para poder extraerlos comercialmente, y lo que significan en nuestro mundo actual y, sobre todo, futuro. Así que, podemos empezar a vislumbrar el interés de las grandes potencias en “controlar” estas explotaciones: sus minas y los procesos de obtención y refinamiento de tan codiciados como popularmente desconocidos elementos.

Actualmente, el gran jugador es China, que tiene un tercio de las reservas mundiales de estos metales y controla más del 70% del suministro, siendo el líder indiscutible en su producción y refinamiento, donde llega a controlar un 90% a nivel global. Teniendo en cuenta el uso de estos elementos, las perspectivas de su uso, aún mucho más intensivo, y la dependencia de ellos en los próximos años, parece claro en manos de quienes estamos si pretendemos seguir produciendo estos bienes finales.

Las estimaciones que se manejan sobre las reservas de este tipo de elementos (entre otras, US Geological Survey) se mueven en el entorno de 130 millones de toneladas. China tendría unos 44 millones de toneladas, seguida de Vietnam, con reservas estimadas en unos 22 millones. Brasil sería el tercer país en el ranking, con una estimación de 21 millones y, luego, vendrían países como Rusia (12), India (7), Australia (5,5). Y también tendríamos reservas en Ucrania (estimadas en 6,5 millones de toneladas, muchas en las zonas actualmente en disputa con Rusia) y en Groenlandia, país en el que se piensa podría haber millones de toneladas, pero sobre el que hay regulaciones medioambientales que restringirían su uso y limitan analizar todo su potencial.

Elementos esenciales

Tratando de resumir el asunto: nos encontramos frente a unos elementos que son esenciales para avanzar en el mundo que venimos planteando, a base de elementos tecnológicos y seguridad, que abundan en el planeta, pero no es tan fácil encontrarlos en cantidades suficientes como para que sea económicamente rentable su extracción. La extracción y refinamiento para su uso final es contaminante y no especialmente compatible con determinados requerimientos medioambientales, que convenientemente nos autoimponemos en una parte de planeta. En el futuro próximo, su demanda puede ser mucho mayor; y que el dominio productivo está claramente en manos de China, que hoy controla este bien estratégico, tanto en reservas como —sobre todo—e n producción.

Merece la atención el hecho de que el mundo occidental haya dejado que esta materia prima, tan esencial, pase a controlarla o, mejor dicho, estar bajo el dominio, de una única potencia. Es “raro” que los poderes occidentales no hayan reparado en esta especie de cesión estratégica, que es, potencialmente, la llave del actual y futuro desarrollo de tecnología y defensa. Al contrario, parecería, incluso, que se ha favorecido esta posición con las políticas medioambientales restrictivas en algunos territorios o con el impulso a las energías eléctricas a base de baterías y paneles solares, cuyo proveedor indiscutible es China.

Tendencias que han ido por la vía de impulsar más la dependencia de estos materiales y por alejar sus procesos de refinamiento de los territorios occidentales, esencialmente por su contaminación. Y que nos llevan — deliberadamente o no— a, en la práctica, un único país proveedor. Al menos para Europa, donde, por cierto, alguna reserva hay de minerales raros en Ciudad Real y, potencialmente, bajo aguas canarias (el resto de las pobres reservas europeas estarían, fundamentalmente, en Suecia y Finlandia).

Los intentos de EE.UU.

Estados Unidos, por su parte, con la llegada de la administración Trump, está tratando desesperadamente de revertir o, al menos, ralentizar esta dependencia estratégica. Y, simplificando mucho, empezamos a ver que el interés por resolver el drama ucraniano pasa por controlar las explotaciones de estos codiciados elementos. Y podemos intuir que el interés por Groenlandia no es otro que controlar unas ciertas y otras potenciales reservas de estos minerales en ese territorio.

Vietnam y Brasil, ambas naciones con altas reservas de estos minerales, se preparan para jugar un papel clave en esta liga, pero les falta autonomía tecnológica suficiente a la hora de refinar los materiales. Aspecto que determina el cortejo de Estados Unidos hacia estos países, ya notable desde la anterior administración Biden.

En el caso de Vietnam, Estados Unidos está empezando a forzar los tiempos con una dura presión para negociar a base de altísimos aranceles, a lo que hoy Vietnam responde con mucha prudencia y enarbolando una bandera blanca de rendición, por el momento.

Balance

En definitiva, una parte de la gran partida que se juega a nivel mundial tiene que ver con lo estratégico de estos elementos de la tabla periódica y con el posicionamiento que una de las potencias muy discretamente ha venido alcanzando. Y cómo otra gran nación está tratando de revertir o retrasar el proceso, ante la expectación de una comunidad europea aparentemente adormecida y con enormes necesidades de tender puentes con Estados Unidos y China e, incluso, Vietnam. En juego, existen importantes posiciones estratégicas en materias tecnológica y de defensa que podrían haberse descuidado durante mucho tiempo.

Archivado en: