Fernando Novo Lens.

Opinión

España volverá a brillar

Presidente de la Asociación Cultural Hispano-Argelina “Miguel de Cervantes”

Guardar

El presidente del Gobierno y candidato del PSOE a la reelección, Pedro Sánchez, y el candidato del PP a la presidencia, Alberto Núñez Feijóo, antes del programa "Cara a Cara. El Debate", en Atresmedia.
El presidente del Gobierno y candidato del PSOE a la reelección, Pedro Sánchez, y el candidato del PP a la presidencia, Alberto Núñez Feijóo, antes del programa "Cara a Cara. El Debate", en Atresmedia.

Se acerca para todos los españoles el día de las elecciones generales. Se va a celebrar la fiesta de la democracia en España. Tendrá lugar el día en el que el pueblo decidirá, de manera soberana, libre y democrática, su futuro durante los próximos cuatro años y para eso elegirá a los representantes que gobernarán nuestra nación en ese período de tiempo.

Debido a que, en las pasadas elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, se dio un giro que significó el cambio de color político en muchos pueblos, ciudades y, consecuentemente, regiones de España, el presidente Pedro Sánchez decidió convocar elecciones generales el 23 de julio, lo cual ha llevado desde entonces a multitud de consultas, incertidumbres y cambios de planes de muchas personas, ya que la fecha seleccionada corresponde al período vacacional de millones de españoles y el hecho de que resulten elegidos para formar parte de una mesa electoral puede cambiar sus planes de vacaciones por completo. Para los demás que estén de vacaciones y formen parte de las mesas electorales, pueden votar por correo, con lo cual, el número de votos por correo en estas elecciones sobrepasará con mucho a los porcentajes de elecciones pasadas. Los ciudadanos, aunque estén de vacaciones, quieren cumplir masivamente con su derecho de votar y decidir quién les gobernará en la legislatura siguiente.

Es necesario subrayar que pocas veces, en la historia reciente de España, unas elecciones han tenido tanta expectación en la población española. Ello es debido a que los españoles desean romper la tendencia y la catastrófica gestión de un gobierno que, para gobernar España, tiene como aliados a quienes no creen en la idea de nación y no desean otra cosa que romper España y desestabilizarla. Todo parece indicar que, por decisión popular y de manera mayoritaria, el gobierno cambiará y España podrá tomar un nuevo rumbo en su trayectoria.

Y esto será debido a que los españoles desean una política que esté al servicio del pueblo, una política sin mentiras ni traiciones, honrada, sin amenazas ni chantajes a empresas, bien sean empresas constructoras, industrias, bancos, eléctricas, etc.; una política que defienda a los trabajadores autónomos, a los agricultores y a los ganaderos; una política en la que se respete la propiedad privada y en la que los agresores a las mujeres cumplan sus condenas y no salgan libres antes de tiempo con el evidente perjuicio que ello supone para las víctimas y para la sociedad en general. Una política en la que se respete a las fuerzas del orden, al cuerpo sanitario y al cuerpo docente, etc.; una política que no rebaje el delito de malversación, etc., por poner sólo unos ejemplos de su desastrosa e inoperante gestión.

Los españoles desean, en definitiva, una España unida y de progreso, con una buena gestión, transparente y sin la múltiple y variada corrupción del gobierno, con oportunidades en el terreno nacional e internacional. Desean un gobierno que tenga una hoja de ruta clara, definida, estable y fiable a la hora de caminar y de cumplir con sus compromisos nacionales e internacionales y que sea respetada y tenida en cuenta por ello.

Y cuando hablamos de relaciones internacionales, si nos fijamos en el continente que tenemos al sur de nuestras costas, debemos poner en valor la importancia de la cooperación entre España y nuestros vecinos del norte de África. Aquí nos referimos a Argelia, Marruecos, República Árabe Saharaui Democrática y Túnez. España es la puerta de Europa (y también a Hispanoamérica) y estos países suponen las entradas geográficas naturales en África. Es evidente que se deben tener unas buenas relaciones, basadas en el respeto mutuo, la amistad, la seguridad, la colaboración y la observancia estricta de los acuerdos firmados con todos los países. Y lo que una política inteligente de Asuntos Exteriores no debería hacer nunca es primar a unos países en detrimento de otros, puesto que todos son igualmente importantes, cada uno con sus circunstancias y posibilidades en el contexto internacional.

No se puede (no es aceptable ni inteligente) hacer lo que el presidente Sánchez ha hecho con su cambio de postura con respecto al Sahara Occidental diciendo, en una carta dirigida al rey de Marruecos, el 14 de marzo de 2022, que el Plan de autonomía que propone el Marruecos es “la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso” del Sahara Occidental, con lo cual se está alejando de la legalidad internacional y del camino contemplado por Naciones Unidas.

En primer lugar, el presidente Sánchez no puede, tomar una decisión de ese nivel sin consultar antes con el Parlamento. Ni siquiera sus socios de gobierno y ministros estaban al corriente de tan repentina, personal y equivocada decisión.

En segundo lugar, eso que dijo Pedro Sánchez no es cierto en absoluto y sólo beneficia a los intereses del Gobierno de Marruecos, y daña al pueblo saharaui y le roba su futuro, además de haber hecho que se rompieran las relaciones con nuestra vecina y amiga Argelia. Pero Pedro Sánchez, más preocupado por su futuro personal y el bienestar de su entorno más inmediato, que por el futuro de España, de manera indigna, soberbia y traicionando a nuestro país y a quienes en él confiaron, cedió a lo que parece ser, un chantaje por parte del gobierno de Marruecos. No se puede permitir que este país vecino (o ningún otro), en modo alguno, someta cada cierto tiempo a España o a algunos de sus nacionales, a diferentes maneras de presión, chantajes, u otras tal y como se ha visto en relación al famoso Marocgate y los eurodiputados del Parlamento Europeo.

Eso no lo hace un país amigo y en el que se pueda confiar. Esa política deberá cambiar y eso es lo que los españoles desean con sus votos en estas elecciones del 23 de julio, volver a relacionarse con todos los países y, en concreto, con sus amigos argelinos de todas las maneras posibles, respetando, eso sí, las relaciones con los demás países. Los españoles desean un presidente que ponga, en primer lugar y, sobre todo, los intereses de España y no los suyos propios, que es lo que hace de manera continua y arbitraria el presidente Sánchez.

Y para abundar en el drama, representantes del Ministerio de Industria y Turismo del gobierno de Sánchez, una vez que reconocieron el error de su jefe con respecto a la posición del Sahara Occidental, en lugar de trabajar para remediarlo, les dijeron a los empresarios españoles que se olviden de Argelia (del tiempo, esfuerzos, dinero invertido y relaciones ya consolidadas entre nuestros dos países) y que centren sus esfuerzos en Marruecos. ¿Pero a qué seres irracionales y unineuronales se les ha ocurrido esa estupidez? ¿Cómo se puede ser tan descerebrado? Se nota que viven del cuento y del engaño y están a sueldo del presidente Sánchez (al igual que la mayoría de los 1.200 asesores que tiene el gobierno) y jamás han trabajado en serio en su vida, y mucho menos en una empresa privada, para saber lo que llega a costar establecer negocios sólidos y duraderos con un país. España necesita un gobierno que apoye a las industrias, a los empresarios, a los autónomos y no que gobierne en contra de ellos y culpabilizándolos de todos los males e intentando aprovecharse de ellos a cada paso.

Al actual presidente, Pedro Sánchez, una vez que la gran mayoría de españoles decida con su voto que no quiere que siga en el gobierno, posiblemente le gustaría presidir la Comisión Europea o bien la OTAN. Si eso fuera cierto, lo que haría falta es saber si en estas organizaciones conocen bien al presidente español y su gestión del país y están dispuestos a que haga los mismo en ellas. Se necesitan personas que puedan liderar, consolidar y dirigir las organizaciones, no erosionarlas y destruirlas. Y, por tanto, puede ser un “deporte de alto riesgo” dejar estas instituciones en manos de un incompetente, arrogante y falso, y digo esto último porque muchas de las ayudas que el presidente ha ido prometiendo (como gran parte de todas sus promesas) a lo largo del tiempo no se han cumplido. Baste citar, por ejemplo, las ayudas a los que sufrieron la explosión del volcán en Palma, unas ayudas fantasmas a la vivienda, etc. Todo han sido “fuegos artificiales” y “cortinas de humo” para distraer al pueblo español de su catastrófica gestión, que ha conducido a un endeudamiento de más de un billón y medio de euros y a que según AROPE, en 2021, el 27,8% de los ciudadanos españoles se encontraban al borde de la pobreza.

Y esto es lo que se acaba de representar este pasado lunes 10 de julio en el debate televisado que ha tenido lugar entre el actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez y el líder del principal partido de la oposición, Alberto Núñez Feijoó.

Pedro Sánchez actuó con la soberbia acostumbrada, irónico, arrogante, condescendiente, falso (eso viene “de serie” en su persona), utilizando los datos como le convenía y evitando entrar en los temas que han perjudicado y que preocupan a la población española y lanzó “cortinas de humo” e intentado desviar la atención cuando había temas de los cuales no le interesaba hablar, e incluso haciendo muchas referencias al pasado de otros gobiernos para desviar la atención de lo realizado por su propio gobierno. Estuvo desde el principio quitándole la palabra a Feijoó y haciendo comentarios irónicos, demostrando una total falta de educación y respeto al adversario político. Miente y se burla cuando no le interesa responder. También estuvo agresivo e hiriente (e incluso se llegó a hacer la víctima) y eso es señal de su miedo y preocupación. Miedo porque supone que su carrera política como presidente pronto acabará y preocupación porque no sabe dónde va a estar. ¿En qué otro sitio lo aceptarán para poder seguir viviendo “del cuento”?

Por el contrario, Alberto Núñez Feijoó estuvo más equilibrado, quizás no tiene las mismas “tablas” sobre el escenario que Sánchez, pero entró rápidamente en el “tempo” del debate y en los asuntos que preocupan a los españoles de la calle, con detalle, seriedad y finura. Hay algún tema, como el relacionado con el Sahara Occidental y Marruecos, en que Pedro Sánchez no respondió a Feijoó cuando le solicitaba la verdad de lo que pasó. Supongo que el señor Feijoó, si gana las elecciones, sabrá rodearse de la gente experimentada (y me refiero a la que conoce el terreno por haberlo vivido y no a la que no haya salido de los despachos) que mejor conozca estos países y situaciones y que, de verdad, sean resolutivos y eficaces para el bien de España y de los países con los que se esté colaborando. Se trata de tener relaciones bilaterales sostenibles tipo “win-win” en la que las dos partes resulten beneficiadas y puedan caminar conjuntamente hacia un futuro compartido y mejor.

Finalmente, en el llamado “minuto de oro”, Pedro Sánchez, al igual que hizo durante todo el debate, siguió utilizando el miedo a los extremismos y la vuelta a los años oscuros, mientras que Feijóo se expresó con optimismo y sostuvo su honradez, su solvencia y compromiso si gana las elecciones.

Visto este debate, queda mucho por hacer y muy pocos días, y para los españoles que deseen un cambio, las elecciones no están ganadas todavía, hace falta ir a votar y que las urnas y los recuentos certifiquen ese nuevo rumbo que España debe tomar. Los españoles deben ejercer su derecho a voto de manera firme y responsable para ser partícipes de ese nuevo futuro del país.

Por lejos que se esté del domicilio el día de las elecciones, por vacaciones, trabajo, etc., todos los españoles tenemos la oportunidad de votar y decidir el destino que queremos para nuestro país y nuestras familias en los próximos años e incluso con la visión puesta en el futuro más lejano. Es nuestra responsabilidad en la historia, en nuestra historia. De nosotros depende.

Y como se trata de mirar hacia el futuro, el nuevo gobierno que salga de las urnas debe alinear su postura con respecto al Sahara Occidental hacia la legislación internacional y el derecho inalienable del pueblo saharaui a la autodeterminación.

Pero España, además de cumplir, de volver a alinearse con la legislación internacional, debe ir más allá puesto que tiene una responsabilidad moral, jurídica, histórica y política con respecto al pueblo saharaui, ya que España sigue siendo la potencia administradora del Sahara y los acuerdos que se firmaron de Madrid del 14 de noviembre de 1975 y por los que se cedían dos tercios del territorio a Marruecos y un tercio a Mauritania fueron ilegales en base al derecho internacional; cosa que se refrendó cuando, el 29 de enero de 2002 el Consejo Jurídico de Naciones Unidas dictaminó la nulidad de los “Acuerdos Tripartitos de Madrid”.

La MINURSO, es decir, la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental, como su propio nombre indica, se creó el 29 de abril 1991 (Resolución 690 del Consejo de Seguridad) con el objetivo de llevar a cabo dicho referéndum, no para gestionar la pobreza ni pasar el rato. Se creó para llevar a cabo dicho Referéndum.

Pues bien, esta Misión de Naciones Unidas para el referéndum del Sahara Occidental lleva 32 años sin cumplir el objetivo para el que fue creada. ¿hasta cuándo los países esperan seguir manteniendo este fracaso? ¿Es que sus funcionarios no pueden ser más útiles en otro lado? Sobre todo teniendo en cuenta los grandísimos salarios que cobran por no hacer su trabajo, que no es otro que el objetivo que comentábamos antes. Si estuviéramos hablando de una empresa privada, la empresa hubiera quebrado y sus trabajadores estarían todos en la calle desde hace años. Y mientras tanto, los gobiernos siguen manteniendo esta mentira y pagando las ineficiencias de una de sus Misiones. Lo malo, ¿saben ustedes?, es que detrás de este gran “juego de engaño y falsedad” y con la complicidad de los gobiernos donantes (que así tranquilizan sus conciencias o lo que sea) hay miles de personas que, desde hace 47 años, carecen de futuro. ¿Por qué no hacemos un ejercicio de empatía y nos ponemos en el lugar de una persona que haya nacido en el Sahara?. Bien sea en la parte ocupada ilegal y violentamente por el gobierno de Marruecos o bien sea  fraternalmente acogido por Argelia en los campos de refugiados de Tinduf.… ¿qué vida supone usted, amable lector, que podría tener? ¿y su familia? ¿tendría las mismas oportunidades en la vida?. Y las continuas violaciones de los derechos humanos si has nacido en la parte ocupada por Marruecos…¿te permitirían vivir dignamente? Pues estas y otras cuestiones son las que los países donantes no se acaban de hacer…y sobre todo Francia y estados Unidos, que parecen ser insensibles y despreciativos hacia estas personas que llevan cuarenta y siete años sufriendo su propia “travesía del desierto”.

Hago esta mención porque de los países miembros del consejo de seguridad, Rusia, Gran Bretaña y China están de acuerdo en ello. Son los gobiernos de Francia y de los Estados Unidos quienes se oponen a esa votación libre y democrática de los saharauis. Quizás deberían modificar esas posturas esos países llamados los “paladines de la libertad” y dejar de mantener la doble moral e hipocresía en estas relaciones internacionales.

Y esto no acabo de entenderlo ya que el gobierno del Sahara Occidental está ampliamente reconocido, ya que, el 22 de febrero de 1982 la RASD ingresó en la Organización para la Unión Africana (OUA), que fue reemplazada posteriormente por la Unión Africana (fundada el 26 de mayo de 2001, en Addís Abeba). Esto significaba que los estados miembros de dicha organización reconocían al Sahara Occidental como un estado africano, independiente y soberano. En noviembre de 1984, Marruecos decidió, en señal de protesta por este reconocimiento, abandonar la organización.

El acta fundacional de la Unión Africana tiene como uno de sus objetivos (artículo 3, b): “defender la soberanía, la integridad territorial y la independencia de sus Estados miembros”; y como principios, por ejemplo: Igualdad soberana y e interdependencia de todos los Estados miembros de la Unión (artículo 4 a); Respeto de las fronteras existentes en el momento de conseguir la independencia (artículo 4 b); Prohibición de emplear la fuerza o de amenazar con emplear la fuerza entre los Estados miembros de la Unión (artículo 4 f); No injerencia de un Estado miembro en los asuntos interiores de otro Estado miembro (artículo 4 g).

Al cabo del tiempo, el Reino de Marruecos presentó oficialmente una solicitud de adhesión al Acta Constitutiva de la Unión Africana para "recuperar" su antigua pertenencia a dicha organización, el 22 de septiembre de 2016, durante una reunión celebrada al margen de la 71ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. Y finalmente, después de treinta y tres años de ausencia, Marruecos se incorporó a la Unión Africana el 31 de enero de 2017, después de haber hecho una campaña de “concienciación y simpatía” (como suele ser habitual en sus relaciones internacionales) entre los países miembros de la misma para que aprobaran su nuevo ingreso.

Cuando Marruecos solicita la admisión en la Unión Africana, se supone que está acatando todos y cada uno de los artículos y principios base del acta fundacional de dicha organización. Entonces, es evidente de que Marruecos no ha cumplido con su palabra y ha hecho caso omiso a los objetivos y principios de esta organización africana. La pregunta es ¿durante cuánto tiempo la Unión Africana seguirá permitiendo esta actitud de desprecio e incumplimiento de sus ideales por parte del Reino de Marruecos?. ¿Acaso son insensibles a la inaceptable situación que está viviendo el Sahara Occidental y el pueblo saharaui y a los continuos y graves incumplimientos en cuanto al respeto a los derechos humanos, el expolio de las riquezas del país, etc., por parte de la potencia ocupante, que es Marruecos?.

Es por ello que, en calidad de potencia administradora y con la mayor celeridad posible, España debería promover que los países del Consejo de Seguridad y de Naciones Unidas, en general, voten a favor de la celebración del Referéndum de Autodeterminación para que el pueblo saharaui decida libremente su futuro.

Los sucesivos Gobiernos de España desde el año 1975 han mirado para otro lado sin querer afrontar la resolución de esta situación injusta. Es hora ya de un gobierno elegido por el pueblo español haga lo correcto. Los españoles lo apoyarán y se lo agradecerán ya que se sienten totalmente amigos tanto del pueblo saharaui como del pueblo argelino y es por ello que, repito, España debe volver a observar el cumplimiento de la legislación internacional y de manera soberana, decidida, directa y sin complejos, debe trabajar por la celebración del citado Referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.

En cuanto a las relaciones con nuestro país vecino y amigo históricamente, sólo puedo decir que Argelia siempre ha demostrado ser un socio seguro y fiable, un verdadero amigo con respecto a España. Y por ese motivo se debería llevar a cabo, sin demora, una nueva política de acercamiento hacia Argelia. Estas acciones deberían empezar a trabajarse inmediatamente después de las elecciones del 23 de julio y empezar a desarrollarse a partir del mes de septiembre, a la entrada del nuevo curso laboral y académico. España y sus empresas no pueden esperar más tiempo alejadas de un país vecino y amigo y con el que se puede dibujar un futuro de colaboración conjunta en muchos campos. Y sería deseable, por tanto, que una de las primeras visitas del próximo presidente del gobierno de España fuese a Argelia.

Quienes hemos tenido la oportunidad (y la suerte, diría yo) de trabajar y vivir en Argelia unos años y poner nuestra experiencia y conocimientos al servicio de la población argelina sabemos, que el país más grande de África es el que tiene el corazón más grande, no sólo dispuesto a ayudar al pueblo saharaui sino también a quienes allí se desplazan; que es un país amigo de sus amigos y que es un país seguro y fiable en sus relaciones. Y si además seguimos en estrecho contacto con el país, lo seguimos certificando. Es por ello que se debe trabajar desde el gobierno España para que las empresas (grandes y pequeñas) de ambos lados del Mediterráneo vuelvan a establecer las relaciones que están “en suspenso” y que retomen el camino de la cooperación, el encuentro y el desarrollo mutuo y que se permitan a cientos, a miles de españoles y argelinos llevar a cabo sus negocios en un clima de leal confianza y amistad.

No olvidemos que esta situación de frialdad política y diplomática y de casi congelación de las relaciones de cooperación económica ha llevado a las empresas españolas con intereses en Argelia a perder más de tres mil millones de euros debido a la ruptura de relaciones, y cuyo comercio bilateral ha caído más de un 90% según la Asociación de Empresas Afectadas por la Crisis con Argelia. Y ha llevado a muchas familias argelinas a no poder seguir haciendo negocios con nuestro país o a no recibir las piezas o materiales que necesitan para desarrollar sus empresas o cumplir sus objetivos. Pero, sobre todo, no olvidemos nunca que detrás de estas cifras hay personas, hay familias que necesitan la normalización de relaciones para poder seguir comerciando, intercambiando, viviendo. Es el futuro de una parte de ambas sociedades y de los países, es el futuro de nuestros hijos.

Como dije en una ocasión, volver a alcanzar el nivel de confianza que Argelia depósito un día en España va a ser difícil y llevará tiempo y esfuerzo. Y tiempo hará falta también para llegar a celebrar la octava Reunión de Alto Nivel (RAN), pero es un objetivo claramente deseable por la importancia y trascendencia que tendría para nuestras mutuas relaciones. Se necesitarán compromisos por parte del nuevo gobierno de España al más alto nivel y la seguridad “real” por parte de España de que no se volverá a traicionar al país vecino ni a los acuerdos a los que se lleguen. Se necesitarán personas que estén totalmente comprometidas con las relaciones entre nuestros dos grandes países y que, evidentemente, se hace un seguimiento de las relaciones, oportunidades, etc. y que se impulse la mutua colaboración de las muchas maneras posibles que existen.

Pero, sobre todo, sigo pensando que ambos países, España y Argelia, Argelia y España, tenemos un potencial de colaboración muy grande (y en muchos campos) por delante y deberíamos aprovechar esta nueva oportunidad que se nos presentará a partir del 23 de julio para llevar a cabo un desarrollo sostenible y compartido de un futuro.

Y para conseguir todo esto los españoles se van a movilizar el próximo 23 de julio, para votar y finalizar un camino que comenzó el 28 de mayo y que llevará a una nueva fase en la historia de España en la que nuestro país pueda abandonar la oscuridad de estos últimos años y pueda volver a brillar y en la que reinen las libertades, el respeto y se creen las oportunidades de desarrollo para todas las personas, empresas y colectivos… y por supuesto, para los intercambios, la confianza y el crecimiento con nuestro país amigo y vecino, Argelia.