La actual ofensiva de las tropas rusas, cada vez más cerca de hacerse con la ciudades de Járkov, con 1.5 millones de habitantes, y Kiev con alrededor de 3 millones, hace temer en un número muy alto de bajas civiles y de personas desplazadas. Esta última situación puede desembocar en una crisis de refugiados sin precedentes desde la Segunda Guerra mundial. ONU acaba de lanzar una estimación, y las personas en búsqueda de refugio fuera de Ucrania podrían alcanzar los cuatro millones.
Los más de 600.000 personas que ya han atravesado las fronteras ucranianas hacia Polonia, Eslovaquia, Hungría, Moldavia y Rumania principalmente han hecho saltar de nuevo las alarmas y el despertar de los fantasmas del pasado en forma de crisis de refugiados hacia Europa, que en el 2015-2016 se tradujo en la entrada irregular de entre 1.3 y 2 millones de migrantes económicos y refugiados desde Africa y Oriente Medio principalmente.
Esta crisis supuso, entre otras cosas, la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit), controles semi permanentes en la Zona de libre circulación europea Schengen, y el aumento de movimientos populistas y de extrema derecha por todo el viejo continente, con los gobiernos del Pacto de Visegrado como cabeza visible de dichas tendencias radicales con respecto a los migrantes.
Con un país de 44 millones de habitantes y la incertidumbre de cuánto durará el conflicto, y sobre todo, cómo será de cruel con la población civil, los solicitantes de refugio en los países vecinos podrían pasar perfectamente de las cifras anteriormente mencionadas en 2015 y 2016, y este último dato nos llevaría a la siguiente cuestión, ¿está Europa preparada esta vez para acoger a tal número de personas?
Los mayores receptores de refugiados están siendo los países vecinos de Ucrania: Polonia, Hungría, Eslovaquia, Rumania, Moldavia y también la Republica Checa, es decir, el Pacto de Visegrado (o V4) más Rumania y Moldavia.
Pero si las estimaciones de las agencias internacionales se cumplen y los refugiados ucranianos se cuentan por millones entraríamos en un escenario diferente, donde toda Europa y resto del mundo tendrían que intervenir y ayudar de forma más directa, cambiando y moldeando el mapa de Europa por un lado, y también probablemente, dando la prioridad que se merece al debate europeo sobre el derecho de asilo en nuestro continente, y que tantos problemas, escisiones incluidas, nos ha traído los últimos siete años.
Situación a 3 de marzo de 2022
Alrededor de 830.000 personas ya habrían abandonado Ucrania hacia otros países huyendo de la guerra, según la Organización de Naciones Unidas.
Los números van cambiando cada minuto y hoy 02/03/2022 las cifras serían:
- Polonia: 453.000
- Hungría: 116.348
- Moldavia: 79.315
- Eslovaquia: 67.000
- Rumania: 44.000
- Rusia: 42.900
- Bielorrusia: 341
- 69.600 refugiados se han marchado de estos países de acceso hacia otros de Europa.
Pero, ¿cuál es la diferencia de esta crisis de refugiados y la que tuvimos en 2015-2016, que estuvo a punto de romper por completo la Unión Europea?
Toda Europa se está volcando, como no podía ser de otra manera, con los refugiados ucranianos que huyen de la guerra, pero son especialmente los Estados del Pacto de Visegrado los que más se están prodigando en ayudar a los solicitantes de asilo que llegan de aquel país.
Esta situación se convierte en paradoja cuando recordamos que estos cuatro países han sido los más ¨beligerantes¨ en cuanto a recibir migrantes y refugiados en los últimos años y, como comentamos anteriormente, lideraron (con el presidente húngaro Viktor Orban a la cabeza) los movimientos políticos más populistas y radicales contra la recepción de este colectivo en sus países, no respetando ni acatando el sistema de cuotas que la Unión Europea impuso en su momento para el reparto de personas que habían llegado de manera irregular a Europa.
Polonia, que es el país que más ucranianos está acogiendo (una media de 50.000 nuevas entradas cada día), e irónicamente está construyendo una valla separadora de 353 millones de euros en su frontera con Bielorrusia, debido principalmente al uso de migrantes irregulares por parte de este último país (con Rusia) para desestabilizar Polonia y los países bálticos. La utilización de migrantes para desestabilizar Estados encaja perfectamente como una de las herramientas hibridas que el tándem Rusia-Bielorrusia ha estado usando contra el viejo continente y OTAN en los últimos años.
Es obvio que estos países del Oriente europeo rechazan tajantemente la inmigración proveniente de Africa u Oriente Medio/Asia y han sido acusados por los países mediterráneos como insolidarios en el reparto de migrantes provenientes de fuera de Europa. Ahora estos países se han convertido en ejemplo de la solidaridad y generosidad con los más desfavorecidos y victimas de guerra.
Ha habido un cambio, y este giro radical tiene su explicación:
- Los actuales países receptores, especialmente Polonia, sienten que la cultura ucraniana como muy cercana o prácticamente idéntica a la suya.
- Estos países receptores de refugiados perciben la amenaza rusa como propia y se solidarizan con el pueblo ucraniano, ya que también han sido amenazados por Moscú (exigencia salida de militares OTAN de sus fronteras). En este punto la diferencia es radical con respecto a la inmigración de origen árabe, a los que perciben como amenaza de seguridad por el yihadismo global que supuestamente los acompaña.
- Existe ya una comunidad ucraniana importante en estos países, principalmente en Polonia, donde vivían ya más de un millón de ucranianos, debido principalmente a que después del Euromaidan se produjo una grave crisis económica y una fuerte migración económica hacia el V4.
- Al hilo del punto anterior, la ya existente diáspora ucraniana está facilitando el acogimiento de los nuevos solicitantes de asilo, ya que los familiares que ya estaban asentados en estos países están esponsorizado la llegada de nuevos refugiados.
- Al contrario de lo que supuestamente ocurriría con la llegada de muchos emigrantes africanos y árabes, la identidad nacional no se perdería con la llegada de cientos de miles de ucranianos por los lazos étnicos que comparten.
Europa se mueve… y rápido
La Unión Europea y Reino Unido, además de otros países europeos, están acelerando todo tipo de medidas para facilitar el ingreso de refugiados ucranianos en el viejo continente.
Uno de los pasos más importantes al respecto tuvo lugar ayer día 2 de marzo, en el consejo de ministros de la UE, con la activación de la Directiva de Protección Temporal, que se aprobó en el año 2001 y que obligaría a los países de la Unión a acoger y a ofrecer ayuda a los refugiados, promoviendo además un reparto solidario del esfuerzo que supondría para los Estados miembros (esta directiva no se activó en la crisis de refugiados de 2015-2016 por la fuerte oposición de los países del Pacto de Visegrado…) Este es un avance muy importante en materia de gestión de refugiados en Europa.
Además, se ha eliminado el requisito de visado de 90 días para entrar en los países europeos donde todavía lo estaban exigiendo y se está preparando un documento para que los ciudadanos ucranianos que hayan huido de su país puedan estar tres años en territorio de la UE sin necesidad de visa u otro protocolo que existiera anteriormente.
Se han eliminado prácticamente todos los protocolos COVID19 y se están proveyendo de test PCR gratis en la mayoría de los pasos fronterizos.
Algunos países están aceptando incluso refugiados sin pasaporte válido. Hungría, que no permite solicitar asilo una vez dentro del país, está cambiando esta ley para no expulsar a los ucranianos que huyen de la guerra.
Reino Unido, que se ha mostrado tan reticente en el tema migración, y que prácticamente salió de la UE para poder controlar quien entra en su territorio, ha liberado a los ucranianos de la necesidad de visado, aunque mantiene los controles biométricos fronterizos para evitar la entrada de radicales o agentes rusos camuflados entre los refugiados.
Países ¨expertos¨ como España, Italia o Grecia ya han mandado personal y conocimiento para lidiar con este tipo de situaciones, así como construcción y preparación de ¨hubs¨, donde se reciben a los refugiados y después de los primeros protocolos y filiaciones se deciden los próximos pasos a seguir con cada uno de los casos que se presenten: reunificación familiar, continuación del viaje hacia otro país, estancia en casas de particulares o centros específicos para ellos.
También se ha activado por parte de la UE otro mecanismo, el Plan Rector de Preparación y Gestión de Crisis Migratorias que se constituyó a raíz de la citada crisis de 2015-2016 para apoyar en las situaciones de emergencia de grandes oleadas de migrantes y/o refugiados, coordinando agentes como la Comisión Europea, la agencia de Naciones Unidas para las migraciones, Estados afectados, la Organización Internacional para las Migraciones…etc. Aquí se monitoriza la situación y se coordina con las agencias y los Estados que tienen que tomar acción si se produce una emergencia de este tipo.
La magnitud de esta emergencia va a venir determinada por la duración y el impacto que este conflicto bélico tenga en el sector civil de la población.
En este caso, al igual que en el resto de crisis de refugiados en el mundo, la intención del refugiado es volver a su país cuando el peligro haya pasado. En casos como los de Siria o Afganistan la vuelta al hogar se hace muy complicada por las situaciones que se mantienen en aquel contexto geográfico, en el caso de Ucrania estamos en las etapas iniciales del conflicto y dependerá de cómo quede la situación política del país, una vez hayan cesado las hostilidades militares.
Lo que sí parece claro es que un nuevo mapa social se va a dibujar en Europa y la antigua visión de los refugiados como amenaza a la identidad y seguridad europea podría cambiar debido a la actual situación de emergencia. Solo queda que Europa se ponga de acuerdo, de una vez por todas, de cómo gestionar las migraciones irregulares, que no solo no van a parar de llegar, sino que aumentarán considerablemente en los próximos años.