Victor M Perez Velasco, autor de “El marxismo, una religión sin Dios”.

Opinión

Galeusca y el felón

Psicopolitólogo.

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Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

Espero no andar errado, si considero que el término Galeusca no es de dominio público, pero por esta y otras razones deseo sacar a colación el tema. En estos días estamos asistiendo a un espectáculo inaudito: la izquierda española derrotada en las elecciones municipales, autonómicas y generales se ha lanzado al monte de forma ciega y apresurada en la búsqueda de unos escaños que la otra España no le ha dado. En su huida hacia adelante los socialistas españoles, que políticamente tienen el mérito de avanzar de derrota en derrota, se han echado en los brazos de sus herederos. Pero ¿qué es Galeusca y quiénes son sus representados?

La historia de esta asociación corre en paralelo con la trayectoria de los nacionalismos periféricos. Las fiebres separatistas de estas formaciones políticas no son de ahora, ni de ayer, tienen un referente histórico en Galeusca, acrónimo creado a partir de los topónimos de Galicia, Euskadi y Cataluña. Esta sociedad fundada el 11 de septiembre de 1923, también denominada Triple Alianza, fue creada por partidos de inspiración nacionalista de su época. En el documento fundacional se reclamaba la plena soberanía política para las tres regiones de las que procedían, definidas como naciones y se proponía la creación de un consejo conjunto para unir fuerzas.

Durante el exilio, el 9 de mayo de 1941, se promovió el segundo pacto en Buenos Aires, bajo el nombre de Galeuzka, reclamando la autodeterminación de los tres pueblos y pidiendo el apoyo de los Aliados. El 22 de diciembre de 1944 el pacto fue ratificado de nuevo por sus fundadores. Pero en 1945 se consideró una alianza fracasada y con la llegada de la democracia, se reactivó nuevamente, de forma que la coalición renace el 16 de julio de 1998 con la Declaración de Barcelona, firmada entre el PNV, BNG y CiU, en la cual se intentaba recuperar el espíritu de anteriores alianzas entre nacionalistas vascos, gallegos y catalanes, como se recoge en la siguiente declaración:

Pese a que los derechos de nuestras naciones son previos a la Constitución, algunas interpretaciones centralistas sitúan el derecho al autogobierno en la Carta Magna y no en las propias naciones. Nuestros derechos nacionales no pueden ser negados en un Estado democrático. Reiteramos que el reconocimiento de Galiza, Euskadi y Catalunya es condición previa y necesaria para plasmar constitucionalmente el carácter plurinacional del Estado español”.

El nuevo orden político democrático traído por la Transición parecía dar una nueva oportunidad a esta representación nacionalista para reivindicarse en su lucha contra la política anti separatista del nuevo orden, y en especial, contra la promovida por el gobierno de José María Aznar. Por esta razón, Galeusca comenzaría a movilizarse en favor del derecho de autodeterminación de las tres regiones. Así, en 2004, se constituyó Galeusca - Pueblos de Europa, como coalición electoral formada en España para presentarse a las elecciones al Parlamento Europeo de 2004. La coalición obtuvo 798.816 votos en toda España (5,15%), siendo la tercera fuerza política y obteniendo dos eurodiputados de los 54 asignados a España. (Pérez Velasco, V. M.:140)

Hoy se puede decir que Galeusca como organización no tiene el protagonismo que hubiera deseado pero su sombra prevalece, al menos, a los ojos de este analista. Además, se podría afirmar que sus objetivos están siendo compartidos por todo el conjunto de siglas que componen las formaciones políticas que integran el nacionalismo vasco, catalán y gallego, amén de otros regionalismos menores. Y lo que es más grave, las aspiraciones de autodeterminación que antaño representara este triángulo nacionalista se mantienen vivas en estas formaciones.

Especialmente potentes son las pulsiones separatistas de Cataluña y el País Vasco, también en Galicia, pero con menos intensidad dada la debilidad del BNG. Tal vez en Galicia el PP desarticuló el tercer brazo de Galeusca al ganarle la partida de la lengua a los nacionalistas gallegos. Y aunque este hecho sea parte de la mochila negativa que arrastran los populares, esto ha permitido paradójicamente, desmontar al nacionalismo gallego emergente. No olvidemos que las lenguas locales para los nacionalistas no son estrictamente hablando medios para la comunicación humana, sino que los instrumentalizan como arietes en su beneficio político, de ahí su interés por usarlos como armas antiespañolas.

Por si los enemigos de España no fuesen pocos, surge en el escenario político un dirigente de izquierdas, ambicioso, perdedor, felón y sin escrúpulos que, envuelto en la bandera del plurinacionalismo, se alinea con la atrofiada Galeusca para reflotarla, robustecerla y hacerla ganadora silente, a costa del debilitamiento de la nación española. Todo por un puñado de votos con el fin de prolongar su estancia en el gobierno de España por un efímero periodo de cuatro años más.

Ahora nos encontramos que, un siglo después de su creación, esta asociación está a punto de conseguir sus sueños: derrotar a España en ese pulso centenario gracias a la traición de la izquierda española. El PSOE, conducido por su líder actual, va a lograr que los sueños más atávicos de Galeusca se hagan realidad a costa de la fragmentación de la nación española. Lo hace de forma oscura, ilegal y torticera, pretendiendo borrar con una amnistía los delitos de unos políticos catalanes convictos de atentar contra el Estado. Una amnistía, que casi todos los expertos neutrales califican de ilegal e improcedente. Y ofertando probablemente, por añadidura, un referéndum imposible que abriría el camino a la autodeterminación de los territorios nacionalistas. ¿Es imaginable mayor traición a la legalidad y a la Historia?

Esta labor desmontadora de la unidad nacional está avanzando liderada por la progresía política, desoyendo a la mayoría de sus bases, militantes, simpatizantes y votantes, además de obviar el clamor político y social de la oposición y de las asociaciones de la sociedad civil. Todo para que el sueño personal de un sátrapa de izquierdas y de una organización secesionista centenaria, se impongan. Se está comenzando a demoler la historia de una nación de más de 500 años, contando con las sinergias y complicidad de personas y organizaciones que odian a España.

Todo apunta a que el progresismo político y el nacionalismo periférico, en una carambola electoral, aun perdiendo las elecciones, se van a alzar como vencedores del desencanto y triunfadores de la destrucción del Estado de derecho primero y de la nación española después. ¿Qué podemos hacer? Tal vez confiar en el estadista alemán Otto von Bismark y la frase que se le atribuye sobre nuestro país: "España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido".

Sólo se me ocurre una solución ante tanta impostura y arrogancia progresista y nacionalista: “no caer en el desistimiento”. Debemos aspirar a la victoria democrática contra los abusos e irregularidades de los nacionalismos periféricos y los progresismos, y para ello, lo importante es insistir, no desistir y movilizar a la ciudadanía en defensa del sentido común y que éste llegue a la política. Desde el punto de vista bélico, la victoria no es ganar una batalla, tomar una ciudad u ocupar un territorio. La victoria es “conseguir que el enemigo desista en su empeño de seguir combatiendo”.

Pues bien, hemos de resistir y continuar en nuestro tesón de defender el estado de derecho, la igualdad de todos los españoles y hacer que sean ellos, los enemigos de la nación española, los que desistan en su empeño de destruirla ¿Difícil? Sí, pero no imposible.

 

Obras del autor relacionadas con este artículo:

Pastoreando conciencias. El adoctrinamiento político en la Transición” (2013)

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