Por Fernando Cocho, experto en Inteligencia y Ciberseguridad e imparte la asignatura de "Amenazas del Siglo XXI" en el Máster en Humanidades de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Las consecuencias del nacimiento de este nuevo Estado serán probablemente de las peores amenazas que tendremos en décadas. En un mundo que ya hace tiempo dejó la postmodernidad y regresó al viejo Paradigma Etnocentrista en Geopolítica, no es para tomar a la ligera el papel de los que mandan ahora en Afganistán.
El triunfo sin paliativos de los Talibanes en varias esferas y de forma tan rotunda y veloz, cuando en otro tiempo parecían fantasmas del pasado y un grupo de “desaliñados montañeses”, no es sino un aviso a navegantes. Tras los Acuerdos de Doha de 29 de febrero de 2020, Estados Unidos, a cambio de no sufrir ataques a sus intereses, da manga ancha y permite que lo que fue su "satán" particular construya un espacio físico e identitario y pueda articularse en un territorio específico para "hacer carne" esa locura que es el rigorismo propio de quien heterónomamente se toma al pie de la letra los textos sagrados, y en el que la hermenéutica se interpreta por la élite de aquellos que tienen el poder juramentado de no menos de setenta mil creyentes.
Al Talibán no le interesa la historia, puesto que desean regresar a un pasado que se cuenta, vive y gestiona de otra forma. El Talibán no quiere molestar, no quiere salir de su "casa" y sólo pretende volver a un sistema de vasallaje. No quiere modernizarse (al menos de primeras, lo que no signifique que pronto los veamos de gira por bancos y testaferros para que les ayuden a gestionar sus finanzas), ni quiere que su pueblo lo haga. El Talibán es históricamente joven en su identidad, por tanto, no ha sufrido el proceso dialectico de solucionar sus contradicciones. En verdad no las tiene, todo está escrito y solo deben seguirlo.
"El Talibán ha entendido que la guerra se gana en las mesas de mezclas de la comunicación o en ese quinto espacio que es el Ciber, que no por ser virtual deja de ser en el que ahora habitan los llamados países avanzados. Es una herramienta más de elicitación".
En su mundo analfabeto, los pocos letrados mandan a capricho sobre un pueblo que nunca sabe "cuándo la Policía del Pensamiento y la Rectitud" llamará a su puerta. La perspectiva de género es probablemente de lo más claro que he visto nunca. No olvidemos que en otros países la mujer es vista de forma paternalista, pero va teniendo avances y salidas. El Talibán objetualiza a la mujer, al opositor, al "desviado de la doctrina" y, sencillamente, purga el error.
Tras 20 años, los Talibanes también han aprendido cosas. La más importante es que, aunque su Arcadia islámica tarde en formarse, las cosas extramuros son diferentes, ellos deben contener su ansia redentora fuera (al menos por el momento) para, en breve, limpios y blanqueados, poder ofrecer "su modo de vida".
El futuro del pueblo es ciego como la visión de una mujer tras el Burka, henchido de vapores de adormidera, con estructura "política" por hacer, sin tecnócratas que asistan a una correcta organización, pero repleto de recursos estratégicos sin explotar. Han aprendido a que los "apóstatas" formulan su identidad en redes sociales, están en crisis de valores y regresan a nacionalismos y populismos de todo corte.
Han presenciado durante estos 20 años el camino marcado en los planes de otros visionarios, esta vez occidentales, que no comprendieron que nada se impone a un pueblo que lleva subsistiendo en conflicto y derramando sangre desde que Cristo hizo acto de presencia escindiendo la temporalidad. Las posibilidades de cambio son prospectivas y no pueden montarse artificialmente.
El Talibán ha entendido que la guerra se gana en las mesas de mezclas de la comunicación o en ese quinto espacio que es el Ciber, que no por ser virtual deja de ser en el que ahora habitan los llamados países avanzados. Es una herramienta más de elicitación.
Ese comienzo virginal es la mayor fortaleza propia y amenaza para los demás, precisamente porque nadie ha explotado sus riquezas minerales de forma profesional, cuando ya escasean en el mundo, ellos empiezan a poder comerciar. Cuando ya se comprende que la guerra no se gana por las bravas, ellos saben que es por la "educación y la moral" (aspectos que tienen claro cómo desarrollar para asegurarse décadas de dominación e indefensión aprendida en su gente). Ahora parten de cero, lo tienen todo por hacer cuando los demás llegan a sus puertas a codazos y agotando las reservas que les mantienen.
Han ganado porque usan el mundo ciber y las redes sociales de forma sencilla y sin caer en la pretensión del occidental, que ve como identitario lo que es virtual. Ellos solo ven un canal para "teatralizar" la realidad, ofreciendo lo que queremos ver para calmar la conciencia, sea veraz o falaz lo que contiene.
El Talibán ha ganado porque no jugamos con las mismas cartas, y no se hizo lo necesario para que en 20 años prendiera la mecha de un modelo que, si no es democrático, al menos está en el camino para evolucionar.
Es el peligro más grave, seguramente desde los años 70, y los grupos revolucionarios que teñían de sangre medio mundo. Fracasaron por tener ideas, pero no un lugar físico donde cosecharlas. El Talibán tiene por escrito el respeto a su terreno y la no injerencia en sus asuntos internos. Gana porque hay países que están dispuestos a ser condescendientes con su comportamiento interno, a cambio de un trozo del pastel de tierra virgen. Igual que se mira para otro lado ante las atrocidades de dictadores, siempre que no deje de fluir la mercancía.