Ha pasado un año desde la llegada de Wagner a Mali. Invitados y pagados por la junta gobernante, el grupo de mercenarios ruso se estableció silenciosamente en varias bases militares en Mali mientras muchos negaban su presencia en el país. A fecha de hoy muchos malienses se abstienen de hablar públicamente de Wagner.
Para hacer un balance de la gestión de Wagner en Mali hay que comenzar diciendo que hace ya varios años que Rusia ha mostrado interés por África, y muy especialmente por República Centroafricana y por Mali
En paralelo a la llegada de Wagner a Mali y a otros países africanos hemos visto cómo ha ido aumentando la francofobia entre la población local y un sentimiento prorruso de apoyo a Wagner.
Si bien es cierto que la guerra en Ucrania no terminará pronto, y el resultado no será satisfactorio para Rusia, Moscú confía en los avances que está logrando en África.
Muchos africanos prorrusos comienzan con la suposición de que Rusia es amiga de África porque es un adversario de Occidente y, por lo tanto, es un aliado contra el neocolonialismo. Pero esto es falso, Rusia ha vuelto a África por su propio interés. Y ese propósito es el poder que generan los recursos naturales.
Hemos visto que recién llegado Wagner a Mali se comenzaron a cometer graves violaciones de los derechos humanos y cómo la MINUSMA lo ha documentado junto a un grave aumento de las muertes de civiles causadas por un ejército maliense totalmente incapaz y desinteresado de traer seguridad y desarrollo. Wagner es un grupo de mercenarios, no es un ejército ni una fuerza antiterrorista.
En este año no ha habido ningún cambio en la lucha contra el terrorismo yihadista. Sin embargo, sí ha habido beneficios para Rusia, muy especialmente en la explotación de las minas de oro.
Si analizamos el balance de Wagner en Mali se puede decir que hacen lo mismo que los yihadistas: saquear y matar, y prueba de ello son los testimonios de la población civil maliense, víctima de estas atrocidades y que se encuentra entre dos fuegos abiertos: el del terrorismo yihadista y el de Wagner.
Por otro parte, el aumento de los abusos contra civiles desde la llegada de mercenarios rusos del grupo Wagner a Malí solo hace engrosar las filas de los yihadistas e igualmente ha aumentado el número de ataques de estos grupos terroristas.
El último ataque terrorista tuvo como objetivo la base estratégica en Kati, a solo 15 kilómetros de Bamako. ¿Podemos ver esto como un signo de una extensión del campo de acción de los yihadistas? Ya ni la propia capital de Mali está a salvo de los ataques terroristas.
La presencia de Wagner no trae por el momento ningún resultado aparte de las atrocidades cometidas sobre los civiles. Están mal equipados y tienen una logística deficiente. Sin embargo, su mera presencia en el terreno tiene un efecto político.
La llegada de Wagner a Mali ha traído como consecuencia que Bamako esté experimentando una sucesión de rupturas con sus otros socios extranjeros. Desde Suecia hasta Alemania, las fuerzas de paz están marchándose.
Después de Suecia, El Salvador, Benín y Egipto, el 16 de noviembre, Alemania formalizó su voluntad, "para fines de 2023", de repatriar a sus 1.100 efectivos de paz asignados alrededor de Gao, una ciudad clave en el norte. Dos días antes, el Reino Unido también había indicado que su contingente de 300 soldados integrados en la misma misión de paz de la ONU, MINUSMA, haría las maletas.
El escenario que nos encontramos en Mali es mucho peor ahora que cuando se encontraba presente la fuerza Barkhane, dado que, frente a todos estos abusos contra civiles ninguna reconquista del territorio es efectiva y, lamentablemente, la situación está empeorando: aumento de personas desplazadas, escuelas cerradas, crisis humanitaria…
Según un Informe oficial de ACLED la población civil maliense es la principal víctima del grupo Wagner. Los abusos cometidos por estos mercenarios que sirven a los intereses del Kremlin ya han sido denunciados y documentados repetidamente por organismos de la ONU, países occidentales -liderados por Francia- y las principales organizaciones de derechos humanos. Sin embargo, los principales obstáculos son el tratarse de un grupo que no tiene existencia oficial y cuya opacidad es la marca de fábrica, pero que sirven como instrumento de influencia para Rusia.
Llamar a Wagner resultó ser una "muy mala elección" para las autoridades malienses, con "un aumento de alrededor del 30% en los actos terroristas" en los últimos seis meses, dijo la subsecretaria de Estado de Estados Unidos, Victoria Nuland, a fines de octubre.
Si el gobierno maliense esperaba ganar la lucha contra el terrorismo yihadista con el apoyo de Wagner se ha equivocado totalmente, aunque lo que sí ha ganado es en la guerra de información. En Mali, y muy especialmente en Bamako -y en las redes sociales-, sí ha ejercido sus campañas de influencia y desinformación y han ganado la batalla de la opinión contra todos los socios occidentales.
Un tanto para Moscú y una gran pérdida para Bamako.