Después del golpe de Estado en Niger en el mes de julio nos hemos encontrado un mes después con el golpe de Estado en Gabón. Aunque se llamen igual, a diferencia es notable entre ambos.
En relación con Francia, si bien ha condenado ambos golpes, en el caso de Gabón no se ha manifestado de forma muy proactiva a pesar de tener cientos de soldados en el país, a diferencia de cómo ha hecho en el caso de Niger. Esto podría ser debido a todos los golpes sufridos por Francia en Mali, Burkina o Niger que parecería podría poner fin a la era postcolonial de la denominada Françafrique donde Francia podría estar terminando su labor como gendarme en sus antiguas colonias.
El golpe de Estado en Gabón nos llegó por sorpresa a todos dada la estabilidad de este pais durante 55 años y se trata de un golpe muy distinto a los llevado a cabo anteriormente en Mali, Guinea, Burkina o Niger, pero en el que todos tienen un denominador común y es el problema de la pobreza, la corrupción de los gobernantes y el deseo de la población de que haya cambios en el poder.
Igualmente, y en relación con otros golpes de Estado llevados a cabo anteriormente como Mali o Burkina Faso, hay un denominador común y es el exacerbado sentimiento antifrancés por parte de la población civil del que se ha aprovechado Rusia.
Mientras, se extiende por toda África el temor a que se produzcan nuevos golpes de Estado en otros países como es el caso de Ruanda y Camerún, que ya han tomado medidas proactivas reorganizando las carteras de Defensa.
Y en el caso del Sahel la pregunta es si el próximo golpe militar se producirá en Chad. Y esta pregunta se plantea más que nunca después de que haya caído Niger, que era el pais aliado donde Francia y la UE se había replegado después de salir de Mali y Burkina Faso y donde habían montado toda la arquitectura de seguridad en la lucha contra el terrorismo yihadista.
Evidentemente, y tras estos golpes de Estado que conlleva la salida de Francia, tres van a ser los actores beneficiados de esta salida de Occidente: Rusia, China y Turquía. Rusia en el ambito militar, China en el ambito de las infraestructuras y Turquía combinando ambas materias.
La Union Europea y España, que están presente en estos países, tienen una postura difícil con la entrada de estos nuevos actores internacionales y con la ola de golpes de Estado que se estan produciendo.
Igualmente, países como Francia o Estados Unidos que tienen bases militares en estos países tendrán que decidir si se quedan o se marchan. En el caso de Francia, y muy a su pesar, la salida se está produciendo de forma escalonada y en el caso de Estados Unidos la situación es distinta dado que ademas de que ha mantenido un perfil más bajo en estos golpes de Estado, en el caso de Niger Estados Unidos tiene varias bases militares, 1.100 soldados, drones armados y desarmados y otros activos importantes especialmente en el ámbito de inteligencia. Operativa desde 2019, la Base Aérea 201 cerca de Agadez es la segunda base estadounidense más grande de África después de Djibouti. La construcción habría costado alrededor de 110 millones de dólares.
Igualmente, si las juntas militares golpistas de los últimos meses se perpetúan en el poder se podría crear un efecto dominó para otros países que sigan la misma linea ante un descontento popular dentro de sus fronteras.
Sobre la posibilidad de injerencia de unos países africanos en otros no sería viable dado que países como Mali o Burkina Faso cuentan con ejércitos con pocas capacidades, y las tienen ocupadas en la lucha contra el terrorismo yihadista, por lo que no creo fuera posible una intervención en ayuda de otros países como el caso de Niger.
El Sahel en estos momentos se encuentra en uno de los peores escenarios posibles con numerosos golpes de estado, gobiernos inestables, nuevos actores internacionales y el aumento del terrorismo yihadista.
En relación con el terrorismo yihadista, Niger era la base de operaciones para Occidente en la lucha contra el terrorismo yihadista que se expande hacia el Golfo de Guinea. Según diversas fuentes, recientemente ha surgido un nuevo grupo yihadista Wahdat al-Muslimin (Unidad Musulmana). El grupo habría nacido del JNIM, pero aspira a una unión entre JNIM y EI Sahel (antes EIGS). Su portavoz, Adam Abd al-Bara, pide el fin de la guerra entre JNIM e ISIS para “preservar la sangre de los musulmanes”. Si esta nueva plataforma político-islámica llegara a buen término, seríamos testigos de un terremoto geopolítico en el Sahel y en África Occidental.
Evidentemente la oleada de golpes de Estado militares en África es un fracaso colectivo que demuestra que es necesaria una mayor implicación de la CEDEAO, del G5 y de la UA para reforzar los sistemas democráticos, reforzar el diálogo y dar una mayor relevancia a la sociedad civil, que es el principal actor que promueve todos estos cambios.
De las lecciones aprendidas hay que recordar el apoyo a los lideres regionales y que las soluciones tienen que ser a nivel local. Además hay que refocalizar las estrategias en búsqueda de una buena gobernanza, controlar los ingresos por la corrupción y asegurar a la población civil como primera prioridad.