En España acaba de comenzar, aunque no de manera oficial, la campaña pre-electoral por parte del presidente Pedro Sánchez. Puesto que las políticas del presidente Sánchez ya no dan más de sí (y entre ellas, las dirigidas por la persona que ocupa el cargo de ministro de Exteriores, José Manuel Albares), ha decidido comenzar a visitar ciudades españolas y seguir lanzando sus mensajes entre su público. Ese mismo público, en muchos casos, al que está perjudicando con sus políticas económicas y de otros tipos y posteriormente subvencionando para que le den sus votos cuando llegue el momento de las elecciones.
Las capacidades del presidente Sánchez para llevar a nuestro país a las más altas cotas de paro, con la pérdida continuada de miles de puestos de trabajo y cierres de empresas, pobreza familiar, desesperanza, etc. son difíciles de superar y esto lo podremos constatar en el invierno que se acerca, que se prevé muy duro para la mayor parte de la población española. Y aunque el gobierno de España tiene en nómina a más de 800 asesores (que nos cuestan a los españoles unos 55 millones de euros al año), a tenor de los resultados, no acaban de acertar con sus consejos y, en consecuencia, tampoco acierta el gobierno con sus políticas y, por tanto, es el único responsable (aunque siempre estén buscando enemigos o situaciones a quienes echarles la culpa) del rumbo hacia la quiebra que ha tomado España.
Todo ello ha traído como consecuencia una España más débil, a las familias más empobrecidas y además, una España cada vez menos influyente en la escena internacional; una España, en resumen, casi abatida. Y digo “casi” y nunca diré “totalmente” porque lo mejor que tiene nuestro país, nuestra patria, son los españoles y las personas que, teniendo otros orígenes, han sido acogidas en nuestra tierra y aquí trabajan colaborando todos juntos con el desarrollo del país mientras se ganan un futuro digno no sólo para ellos sino también para sus familias.
Unos españoles cuya capacidad de resiliencia es muy alta, cuya capacidad de trabajo esta sobradamente demostrada y que, en épocas difíciles, son (y han sido) capaces de sacrificarlo todo por salir adelante y conseguir para los suyos un futuro mejor. Veamos la historia reciente de nuestra joven democracia, tras haber salido de un conflicto entre hermanos y nos daremos cuenta de ello.
Y el remedio a este penoso escenario actual es que los españoles decidamos elegir un nuevo gobierno (el que sea, debido a la decisión popular y democrática expresada en las urnas) que sea honrado, eficaz en la gestión, transparente y leal a España y que mire por los intereses generales de nuestra nación y de quienes en ella vivimos y pagamos nuestros impuestos. A quienes aquí nos esforzamos, trabajamos, reímos, amamos (y también sufrimos y nos superamos) y todo ello bajo el paraguas de un país con una larga historia por detrás, nuestra España. Un gobierno que no anteponga sus egoísmos, sus deseos o sus miserias particulares al bienestar de la población.
No me importa quien sea, repito, con tal de que la honradez, el compromiso y el servicio a España y la eficiente gestión sean su bandera a la hora de gobernar nuestro país. País que, es cierto que no es perfecto, pero se trata de mejorarlo cada día con nuestras acciones y entre ellas está la de elegir sabiamente a quienes marcarán, desde el gobierno, el rumbo futuro.
En el “Cantar del Mío Cid”, cantar de gesta anónimo escrito alrededor del año 1200, en el verso 20 (de los 3735 versos que tiene) se decía del Cid Campeador, Don Rodrigo Díaz de Vivar: “que buen vasallo si tuviera buen Señor”. Aparte de las variadas interpretaciones que pudiera haber, si esto lo trasladásemos al actual pueblo español se podría decir que bien gobernado podría llegar a alcanzar metas que ahora no imaginamos, estableciendo alianzas de fraternal y leal cooperación en los que el objetivo común a alcanzar teniendo en cuenta que todas las partes ganasen de manera justa y equitativa, se hiciera realidad. Y esto no solo vale para las relaciones entre España y Argelia, también lo hago extensivo a las relaciones entre la Unión Europea y Argelia. Relaciones de igualdad y de respeto y desarrollo compartido.
En la esfera internacional España se ha visto arrastrada, inexplicable y repentinamente, por su Gobierno actual (concretamente, por la decisión del presidente Sánchez) a traicionar una relación histórica, sólida y fraternal con Argelia.
Y el (espero que sea más pronto que tarde) futuro ex-presidente Sánchez con sus decisiones unilaterales, su cobardía ante el chantaje del gobierno marroquí, su falta de capacidad, visión y liderazgo hacía el país que representa, ha quebrado esa relación de confianza y amistad con un país amigo y hermano, Argelia. Ahora, además, se le ha unido la exministra socialista María Antonia Trujillo que, en unas declaraciones en un congreso recientemente celebrado en Tetuán (Marruecos) y que inauguró el expresidente socialista Rodríguez Zapatero, ha dicho que las ciudades de Ceuta y Melilla “suponen una afrenta a la integridad territorial de Marruecos”. ¿Pero a ese ser unineuronal qué le ha pasado para decir esas sandeces? Sería interesante conocer cuáles son los intereses personales que, tanto esta exministra como el expresidente socialista Zapatero, tienen en Marruecos… y por los que ya no están alineados con los intereses de nuestra nación y por tanto, traicionan a España.
Pedro Sánchez, al frente de su gobierno, ha demostrado ser un líder… pero un líder de la mentira, del engaño, de la corrupción, del abuso de poder, en fin, nada bueno, o casi nada bueno, nos ha dejado. La historia lo recordará, entre otras cosas, como una persona que ha traicionado la confianza que el pueblo español le dio, como un individuo sin principios ni valores, como un fraude en política, como un presidente de un país, que con tal de sobrevivir y mantener su posición y su poder (qué manía de querer el poder a cualquier precio y a costa de quien sea cuando al final todos acabaremos en el mismo sitio y tal como vinimos a este mundo, es decir, sin nada…), ha sido capaz de llevar a su país al enfrentamiento, la desesperanza y la ruina y a enemistarse con un país amigo como es Argelia (al que despreció, ninguneó, mintió y traicionó) y como consecuencia de ello, perjudicar a los españoles.
La Historia dirá, en resumen, que ha sido el artífice de uno de los períodos más negros de nuestra España puesto que, a juzgar por los resultados y los datos, el peor enemigo de España es el propio presidente Sánchez.
Y como decía, y no creo que me equivoque, la historia será quien le juzgue, hasta llegar a olvidarle. A este tipo de individuos desalmados, nocivos y traidores no se les recuerda, se les pierde en la oscura noche del olvido.
Pero mientras la historia lo juzga a lo mejor un día hay algún tribunal que encuentra un motivo para hacerlo en esta vida y para que cuando se vaya (o lo echen del poder), sus desmanes no queden impunes y reciba su merecido al haber acabado con las ilusiones, el trabajo y el futuro de millones de familias.
Pero este artículo no se quiere centrar en este tipo de personajes oscuros y desalmados que actúan de manera indigna y miserable, sino en el prometedor futuro que podríamos tener por delante ambos países, Argelia y España, si trabajásemos juntos.
Antes de conseguir ese futuro conjunto, las relaciones entre nuestras dos naciones deben volver a la situación normal, es decir, se ha roto la confianza en el actual gobierno de España de Pedro Sánchez (no se ha roto la confianza ni la simpatía hacia el pueblo español ni entre nuestros dos pueblos, eso que quede muy claro) y aunque haya un nuevo gobierno en España, llevará un tiempo recomponer dicha confianza y restablecer las relaciones.
En cuanto a los deberes urgentes a realizar, el punto que el nuevo gobierno debería contemplar y acometer de una vez por todas es la puesta en marcha y ejecución del Referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.
El primer paso, una vez que el presidente Sánchez ya no esté el frente del gobierno de España (ni de ninguna Institución, organismo o sociedad española o europea, a ser posible, para que no siga perjudicando a nadie) consistirá en que el nuevo gobierno vuelva al camino de la legalidad internacional con respecto al Sahara Occidental. Y ya que nos ponemos, que trabaje este nuevo gobierno para liderar de una vez por todas, en su calidad de única y legal “potencia administradora”, la puesta en marcha y ejecución de un referéndum de autodeterminación para que el pueblo saharaui decida libre y democráticamente, su futuro. El futuro que sea, pero siempre el que ellos decidan y que no les sea impuesto por una potencia ocupante, represora, que masacra a la gente y esquilma sus riquezas naturales ni tampoco por la desidia, cobardía e inacción del gobierno de la nación española, como legítima y única potencia administradora.
España, como potencia administradora del Sahara Occidental es quien, con arreglo a la legalidad internacional, debería tomar las riendas de este proceso sin admitir ni consentir interferencias; ni por parte de la potencia ocupante (que, de manera abusiva y despiadada, roba las riquezas naturales y siembra el terror entre la población saharaui desde hace 47 años) ni por parte de ningún otro país.
Y a ver si así acabamos con la política que los diferentes gobiernos de España han mantenido en los últimos 47 años, mirando vergonzosa e inexplicablemente hacia otro lado y sin hacer frente a nuestras responsabilidades como potencia administradora.
Hay que decir que el nuevo gobierno lo tendrá fácil en este aspecto. Va a encontrar (ya lo tiene, siempre lo ha tenido) el apoyo del pueblo español (independientemente de su afiliación política), debido a sus sentimientos de simpatía, cariño y amistad hacia el pueblo saharaui.
Ese apoyo que ha hecho que, desde el año 1976, miles de niñas y niños saharauis hayan sido acogidos como unos miembros más de las familias españolas que les dieron apoyo, cariño y, en resumen, otra vida durante sus estancias en España y un futuro en no pocos casos.
Pero no sólo se trata de la acción de España, el Consejo de Seguridad de la ONU está formado por los siguientes miembros permanentes con derecho a veto: USA, Francia, Rusia, China y Reino Unido. Habría que saber por qué en las votaciones sobre el referéndum de autodeterminación del Sahara los EEUU y Francia votan negativamente, es decir, se oponen a la celebración de dicho referéndum, se oponen a que el pueblo saharaui alcance su libertad y las otras tres naciones, Rusia, China y Reino Unido están a favor. Visto esto les aseguro, estimados lectores, que a mí se me plantea un problema mental: ¿cómo es que los EEUU, la “patria de la libertad” impide que el pueblo saharaui alcance la libertad que le corresponde? ¿cómo es que la nación francesa, célebre por su “grandeur” y por la “libertad, igualdad y fraternidad” no desea lo mismo para el pueblo saharaui? ¿Es esto una hipocresía….o es lo que se llama Realpolitik? Es decir, yo miro por mis intereses económicos y los demás no me importan nada.
Ya decía el célebre político británico Sir Winston Churchill que “Gran Bretaña no tiene amigos ni enemigos; Gran Bretaña tiene intereses”. Pues tenía razón y veo como esos dos países siguen su camino sin importarles las vidas ajenas. ¿Realmente se pueden considerar amigos y fiables a países que tienen un doble rasero? Y ojo, que no estoy poniendo en cuestión todas las cosas buenas que tienen estos dos países; me limito a comentar su política de doble rasero y de intereses exclusivamente económicos que, en este caso, es particularmente lamentable porque no alivia ni arregla el sufrimiento de un pueblo, no permite un futuro al pueblo saharaui. ¿Realmente estos dos países (Francia y Estados Unidos son amigos del pueblo saharaui y, por extensión, de Argelia? Me gustaría pensar que sus gobernantes estarán un día a la altura de la grandeza de sus países y reviertan las políticas y posiciones con respecto al pueblo saharaui.
En cuanto a Rusia, China y Reino Unido, sólo puedo aplaudir su comportamiento en este tema (no vamos a entrar en este artículo en otros temas actuales y de gran polémica).
Por cierto, y hablando del Sahara Occidental, me parece especialmente grave y preocupante la labor que desempeña la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO). Esta misión se estableció por la Resolución 690 del Consejo de Seguridad de 29 de abril de 1991, de acuerdo con las propuestas de arreglo aceptadas el 30 de agosto de 1988 por Marruecos y el Frente Polisario. Desde que se ha creado no ha conseguido el objetivo de hacer el Referendum. Esta misión está gestionando la penuria pero no está solucionando el problema. Está gastando anualmente unos 60 millones de dólares en sueldos (anormalmente elevados) y otros gastos de sus funcionarios y no ha obtenido ningún resultado. Si trabajasen en la empresa privada ya los habrían despedido a todos hace tiempo.
Yo me pregunto ¿para qué queremos una institución (la MINURSO) que no cumple el objetivo para el que fue creada? Y no me valen excusas ni intentos estúpidos de explicar lo que no tiene explicación salvo una incompetencia total. Pero como juegan con dinero que nos es suyo, así pueden seguir toda la vida. Si España, Francia y los Estados Unidos (y otros países) hicieran lo correcto y el pueblo saharaui tuviese el referéndum, esta misión podría acabarse de una vez y así dejar de derrochar dinero.
De todas formas, una posible explicación a este fracaso continuado de la MINURSO podría ser que, ya que la mayoría de esos 60 millones de dólares en sueldos de sus funcionarios los pagan entre Francia y Marruecos, realmente estos dos países no están interesados en que la situación se solucione. Esto me parece un crimen total contra los derechos humanos más elementales, así como contra la dignidad de las personas.
Hace años escuché la siguiente frase: “África comienza en los Pirineos”. Quizás la intención de ese dicho no fuese muy amable hacia España, pero sí que es cierto que tenemos muchos puntos en común con el norte del continente y si conocemos nuestra historia lo sabremos ver. Deberíamos, desde España, mirar más hacia el sur y con ello me refiero a África y, por supuesto, al norte del continente a países como Argelia.
Un país, sea el que sea, no puede desarrollarse solo. Por muchas cosas que tenga (y me refiero a recursos naturales, humanos, etc.), necesita apoyos, necesita amigos. Y esta debería ser una frase repetida como un mantra tibetano, que nuestros países cercanos, aquellos con los que compartimos fronteras (sean terrestres o marítimas) deberían ser nuestros primeros aliados. O al menos deberíamos trabajar para que esto fuera así. Pero hablo de relaciones sanas y leales, basadas en el respeto, la amistad y la colaboración, no en relaciones de falsa amistad basadas en la sonrisa fingida, en el chantaje repetido y las amenazas veladas.
Argelia, el país más grande de África, está cerca, ha estado siempre cerca. Y no me refiero a la obvia situación geográfica, sino a nuestra común historia, nuestras relaciones a lo largo de la misma, nuestras costumbres y forma de ser, etc. Quienes hemos tenido la oportunidad de trabajar y vivir en este país lo sabemos bien. A quienes se nos ha dado la oportunidad de celebrar los éxitos y situaciones felices y de especial significado de nuestros amigos argelinos y compartir esos momentos con ellos, o también cuando nos hemos sentido apenados y cercanos a ellos con otros hechos más tristes de la vida y hemos podido prestar nuestro apoyo y soporte, hemos podido ver y comprobar que este pueblo argelino, es mucho más que nuestro vecino, es nuestro amigo, es nuestro hermano.
En esta sociedad globalizada, digital y acelerada siempre habrá un momento (o muchos) para pararse y disfrutar con los amigos de la simplicidad de un café, de una charla y de una buena historia que compartir. Y eso es lo que tiene Argelia, su maravilloso pueblo, sus amigables, acogedoras y entrañables gentes que hacen que quien visite el país se sienta, desde el primer momento, como en su casa.
Pero esa acogida, esa confianza, esa relación de amistad debe ser en ambos sentidos. No se puede defraudar ni traicionar a quien te ama y te siente su amigo. No se pueden defraudar las expectativas y sensibilidades de una nación, de un pueblo.
El nuevo gobierno de España deberá hacer los máximos esfuerzos para restablecer las relaciones con nuestro vecino y hermano país, Argelia. Estas relaciones deberían volver a tratarse y clasificarse como un asunto de Estado, sin importar que partido o tendencia política gobierne, para mantenerlas siempre al máximo nivel de respeto, confianza, colaboración, y amistad posibles.
No olvidemos que recomponer una relación rota lleva su tiempo y, a veces, ni siquiera se logra. Y es por ello que, en este caso, España (debido a la nefasta gestión del presidente Sánchez) como responsable de esa ruptura deberá destinar a sus mejores representantes (nada de segundones, que quede claro) a trabajar duro con el objetivo de lograr la vuelta al entendimiento, la confianza y la amistad para volver a hacer realidad la colaboración entre ambas naciones y pueblos.
Argelia tiene todo el derecho a sentirse ofendida puesto que la alevosía, el engaño y la traición partieron del presidente Sánchez y fueron secundadas por el ministro Albares. Argelia se ha ganado el derecho a exigirle a España una seguridad extra en el cumplimiento de sus compromisos. Argelia debería asegurarse tanto de la calidad de los futuros interlocutores que representen a España, como de plasmar por escrito cualquier mínimo detalle que pudiera afectar a la buena colaboración en aquello que se firme.
Argelia se merece que el gobierno de España se implique y encargue a los mejores representantes españoles reconducir la situación y generar esa vuelta a la normalidad y profundidad en las relaciones de las que nunca se debió salir. Y en este futuro próximo, pienso que las empresas españolas (las que piensen que les resulte atractivo y rentable mantener intercambios comerciales) deberían poner su atención en este país tan cercano (en todos los sentidos) y analizar el hecho de comenzar (o mantener y ampliar) las posibilidades de unas colaboraciones comerciales de manera fraternal y sostenible en el tiempo.
Como hemos dicho, las posibilidades de colaboración entre nuestros dos países abarcan muchos y variados campos. Multitud de oportunidades que ambos países no deberían desaprovechar y trabajar, de manera decidida por un bien común (guardando, lógicamente, cada uno sus legítimos objetivos y escenarios de país) que alcance a mejorar la vida de sus ciudadanos.
Y como los resultados y los honores con grandes sacrificios y trabajos se adquieren, España deberá volver a demostrar (y esta vez, para siempre) su fiabilidad como país en este escenario internacional y, por tanto, en nuestras relaciones bilaterales. Restablecer una relación quebrada, restituir la confianza defraudada y recuperar las amistades perdidas llevará tiempo y esfuerzo. Pero ese esfuerzo y tiempo va a depender de las serias, comprometidas y urgentes intenciones del nuevo gobierno de España.
Con la entrada de un nuevo ejecutivo en el gobierno en España y las acciones anteriormente comentadas, deberían poder volver a celebrarse las Reuniones de Alto Nivel (RAN) cuya octava celebración quedó pendiente de llevarse a cabo en la ciudad de Madrid. Y ¿qué mejor oportunidad para España que poder hacer de anfitrión de un país vecino y amigo? ¿Qué mejor oportunidad para demostrar que se ha recuperado esa confianza perdida y que se puede volver a retomar el camino de la cooperación?. No me cabe duda que el nuevo gobierno de España sabrá valorar en toda su magnitud, económica, política, de seguridad, social, etc. lo que las buenas relaciones con nuestro vecino y hermano país representan para España.
Argelia debería exigir en la próxima cumbre bilateral con España, en la octava Reunión de Alto Nivel, la creación de un comité de seguimiento de los acuerdos, formado lógicamente, por representantes de ambas partes para valorar en qué medida esos acuerdos firmados de buenas intenciones de colaboración se llevan a cabo y no se quedan en simples voluntades sin más vida ni desarrollo futuro. Si un acuerdo de este tipo no tiene una continuación que lo haga real y permita su desarrollo, ¿para qué se firma?.
Realmente, si un acuerdo luego no cristaliza en proyectos, no se hacen seguimiento de los mismos, para confirmar que se cumplen los objetivos y, si hay alguna desviación, poder corregirla a tiempo ¿cómo se va a valorar la efectividad del acuerdo y su consecución posterior? Y ¿cómo se podrá ir marcando el camino futuro en función de los intereses compartidos por ambas naciones?
Si ahora hablamos de manera un poco más amplia, la Unión Europea se ha equivocado totalmente (aunque la intención sea buena) pidiéndole al presidente Sánchez que arregle el grave problema que ha causado en su relación con Argelia al haber despreciado al pueblo saharaui dejando su futuro en manos de la potencia invasora, el gobierno de Marruecos. El presidente Sánchez no va a conseguir nada. Esperen, a lo mejor sí que puede conseguir algo. Si quiere prestar un último servicio al pueblo español y a la comunidad internacional, puede dimitir y convocar elecciones y que un nuevo gobierno pueda recomponer las relaciones empezando por trabajar para el referéndum del pueblo saharaui como he comentado anteriormente.
¿Es que no se da cuenta la Unión Europea que está hablando con un cadáver político?. Cualquier cosa que firme Sánchez va a estar en tela de juicio (ya lo está) de cara a un nuevo ejecutivo español. No pierdan el tiempo con este hombre, por favor. No se dejen arrastrar por su cobardía y populismo. Necesitan personas que piensen en global, en Europa y con sentido de Estado de Unión Europea, no aquellas, como es el presidente Sánchez, que ha llevado la corrupción, la mentira y falsedad, y el egoísmo personal allá por donde ha pasado. ¿De verdad que es esto lo que ustedes desean para el futuro de Europa?. Si es así y están ciegos…sólo es cuestión de tiempo que comprueben lo que, por desgracia, pasará gracias a este personaje.
Dijo hace unos días el presidente Sánchez que le “encantaría” visitar Argelia. Este hombre es surrealista, eso será en su otra vida, o en el “metaverso de la locura”. Me parece una falta de respeto hacia el gobierno y el pueblo argelino. Primero les traiciona y luego les quiere insultar; les quiere ofender en su dignidad e inteligencia.
Porque amigos argelinos, ¿saben ustedes lo que pasaría si el presidente Sánchez fuese a Argelia? Pues que a continuación, una vez que volviese a España lo iba a explicar y a vender en todos los medios de comunicación y otros eventos suyos como un éxito de su gestión y de su gobierno. Es decir, después de intentar engañar al pueblo argelino iba a querer engañar (otra vez más) al pueblo español.
Y si continuamos hablando de las posibilidades de desarrollo, ahora que Europa se encuentra bastante “preocupada” con respecto a su futuro energético, alimentario, etc. quizás sería un buen momento para revisar los acuerdos que firmó con Argelia y actualizarlos de manera que sean más justos y equitativos. Ya que Europa quiere algo (o mucho) de Argelia, debería demostrar antes que lo merece y eso se hace con sus compromisos, colaboraciones y políticas (y aquí vuelvo a hablar de las políticas de los diferentes países de la Unión Europea con respecto no sólo a Argelia, sino también con respecto al Sahara Occidental).
Ha llegado la hora de la verdad, ¿qué postura adoptará Europa en estos temas? ¿Y qué postura adoptarán los diferentes países con respecto al Sahara Occidental? Alemania, por ejemplo, que después de la valiente y decidida postura de la excanciller Angela Merkel, llegó el nuevo canciller Olaf Scholz y apoyó al gobierno ocupante de Marruecos. ¿En qué estaba pensando este hombre cuando tomó esa decisión y traicionó las expectativas del pueblo saharaui?¿les explicó antes a los alemanes ese cambio de decisión? ¿Y ahora Alemania, el pueblo alemán necesita gas (sus reservas de gas actuales no llegan a tres meses de consumo de su población) y necesita que el gas llegue a Europa desde Argelia?. Qué casualidad.
Pienso que ha legado el momento de que Argelia pueda situarse con una posición privilegiada en la esfera internacional. Una posición que le ha sido negada o impedida por intereses de determinadas naciones en Europa. La posición de ser un suministrador seguro y fiable de gas y petróleo en el escenario internacional actual significa tener la fuerza y la oportunidad para poder defender sus intereses, revisar acuerdos y exigir nuevas y realistas condiciones.
Estos ingresos extras podrán servir para acometer mejoras en muchos campos que van a influir en el desarrollo sostenible futuro de la nación, como son infraestructuras hidráulicas, agricultura sostenible, digitalización, sanidad y educación, etc. Esto es lo que hará de Argelia un país más fuerte y resiliente.
Además, con la política bien definida y precisa que el gobierno argelino está llevando a cabo con respecto a otros países, podrá continuar haciendo alianzas que sirvan para aumentar su potencial de desarrollo y colaboración con dichas naciones en términos de respeto e igualdad. Ahora mismo el escenario es favorable y Argelia está preparada para avanzar en multitud de aspectos y poder alcanzar, de esa manera, un futuro digno y sostenible.