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Los circuitos alternativos de donación de cadáveres ponen en peligro la custodia de los cuerpos

La falta de una legislación común en el Estado favorece el tráfico y las irregularidades. La Sociedad Anatómica Española pide la misma normativa en todo el territorio.

Antonio M. Figueras

Periodista y escritor.

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Coche fúnebre. Imagen de recurso.
Coche fúnebre. Imagen de recurso.

Los actos macabros, presuntos de momento, de dos trabajadores de un tanatorio saltaron a los medios de comunicación a finales del pasado mes de enero. Los trámites seguidos por el personal de una pequeña empresa funeraria de Valencia en la recogida de un ciudadano francés, fallecido en diciembre de 2022, y su posterior entrega para su estudio a una universidad alertaron a la Policía. El precio: 1.200 euros por cadáver. Las investigaciones revelaron otro caso similar e irregularidades en las incineraciones de once cadáveres una vez realizadas las prácticas en el centro universitario. La factura por las incineraciones: 5.040 euros.

‘Operación Thanatos’

El Juzgado de Instrucción 1 de Valencia lleva el proceso. Los encausados falsificaban, presuntamente, la documentación con el objetivo de poder retirar los cuerpos de hospitales y residencias y proceder después a su venta a universidades. Las pesquisas policiales en la llamada ‘operación Thanatos’ conducen a posibles acciones escabrosas: los investigadores creen que los acusados aprovechaban la desmembración de los cuerpos para meterlos en los féretros de otros difuntos. Así, con una sola incineración se producía la cremación de varios cadáveres.

El descubrimiento de la trama criminal motivó que la Sociedad Anatómica Española (SAE) emitiera un comunicado donde aseguraba que la situación “se encuentra absolutamente al margen del proceso de donación de cuerpos con fines científicos que, tradicionalmente, ha sido gestionado por las universidades públicas españolas”.

Reclamación de una normativa común

Fundada en 1950, la Sociedad Anatómica Española, que agrupa a la mayoría de los profesores de Anatomía y Embriología Humana de las universidades españolas, pide una normativa común para regular los distintos aspectos de la donación de cadáveres a la ciencia en España: legales, reglamentación interna, éticos, sanitarios y de seguridad, logísticos, de funcionamiento y económicos de los servicios de donación y salas de disección. En 2017, la SAE estableció una Comisión para la Reglamentación de las Salas de Disección, con el propósito de redactar un documento de consenso, que ha dado lugar al Programa Nacional de Donación de Cuerpos (PRONADOCU), al que se han adherido siete universidades públicas.

La política mortuoria depende de cada autonomía. Así que hay 17 normas distintas. En los protocolos para la custodia del cadáver influyen además otras circunstancias, como si el tanatorio es público, privado o mixto. María Teresa Vázquez Osorio, presidenta de SAE y docente del Departamento de Anatomía y Embriología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, explica a Escudo Digital los problemas derivados de la ausencia de una legislación estatal: “Una normativa común evitaría las situaciones alegales, por llamarlo de alguna forma, esos circuitos paralelos de tráfico de cadáveres. Las funerarias son los únicos organismos que pueden mover los cadáveres de un lado a otro. Es muy fácil que se puedan trasladar a un tercer lugar que no esté determinado en ningún sitio. Y las universidades no nos enteramos”.

“No todas las funerarias trabajan igual, las hay muy serias, que saben cómo tienen que hacerse estas cosas. Otras aprovechan la confusión de que no hay normas para llevarse los cuerpos, como sucedió en Valencia”, añade.

Los muertos no son una prioridad

La Administración no atiende a las peticiones de fijar una política común, relata Vázquez: Desde 1996 hemos venido reclamando la regulación de la donación de cuerpos a todas las instancias a las que hemos podido acceder, desde el Senado hasta el Defensor del Pueblo. Hemos encontrado siempre muy buenas palabras, pero cero acción. Nadie se pone con esto. Se ve que los muertos no son una prioridad”.

El cadáver puede ser enterrado, incinerado, dejado en el fondo del mar o donado. Eso es lo que dice la ley. Nada más. “Se contempla la donación de cuerpos a la ciencia -aclara la presidenta de SAE-. Pero nadie ha regulado nunca nada. Ni los protocolos de trabajo, ni la formación del personal que los manipula, ni cuáles son los centros que tienen la capacidad de recibir los cadáveres donados. Sin embargo, está reconocido por todas las comunidades autónomas. En los impresos de últimas voluntades que hay en los centros de salud se incluye la opción de donar tu cuerpo a la ciencia y sin embargo tampoco existe una coordinación entre los centros de salud y los centros de donación de cuerpos para que esa última voluntad se lleve a cabo”.

¿Pero cómo se utilizan los cadáveres en las universidades?. “Se usan en dos formas muy diferentes -dice Vázquez-. Una es la docencia del grado de Ciencias de la Salud en las clases prácticas para el aprendizaje de anatomía normal. Y la otra es la formación de especialistas, en la elaboración de cursos dirigidos a una especialidad quirúrgica o médica concreta en la que se necesitan piezas lo más similares a un paciente real para poder realizar intervenciones quirúrgicas”.

Desconocimiento sobre la donación

El desconocimiento sobre el proceso de donación afecta a una gran parte de la ciudadanía, comenta: “Cuando una persona que acaba de morir su familiar y no tiene nada para enterrarla firma la donación de su cuerpo a la ciencia no sabe dónde va. La gente cree que solo hay un centro nacional que recibe los cuerpos y que disponemos de la información de todos los cadáveres donados. Pero aquí tenemos solo los datos de cuerpos donados a la Universidad Complutense”.

“En la Comunidad de Madrid -expone- solo la Complutense, la Autónoma y la Universidad de Alcalá de Henares tienen programa de donación. Las universidad más pequeñas, que no disponen de instalaciones, carecen de este tipo de programas. No tienen manera de conseguir sus propios donantes y deben de conseguirlos de algún sitio”. Entonces, ¿quién les proporciona los cadáveres?, ¿qué coste tiene? La experta recela del establecimiento de “circuitos paralelos al circuito oficial que no tienen ningún tipo de control”. En el texto donde se firma la donación se incluye que el cadáver puede ser llevado a otra universidad, se autoriza el traslado entre organismos públicos de investigación, porque hay provincias con menos donaciones y más necesidad de cuerpos.

Protocolos

“Los protocolos de trabajo está basados en los de países con una larga tradición en la donación, como Reino Unido, que tiene la legislación más estricta. Son protocolos revisados que no tienen, al menos desde el punto de vista técnico, ningún aspecto que mejorar, pero desde el punto de vista legal queda todo por hacer. Estamos esperando a que se cree una comisión técnica y establezca una normativa. Pero no parece que nadie esté por la labor”, afirma la presidenta de la SAE.

Para que la donación sea acorde a la legalidad, se precisa que el donante en vida haya acudido a un centro de donación o a una universidad y haya expresado su deseo por escrito de que a la hora de su fallecimiento su cadáver sea donado a la ciencia. Luego es necesario que los familiares respeten su voluntad, porque si deciden hacer caso omiso no se lleva a efecto.

El procedimiento es el contrario a la donación de órganos, en la que todos somos potenciales donantes. De hecho, hay que expresar el deseo de no ser donante. Para legar el cuerpo a la ciencia, se tiene que dejar expresamente escrito y luego informar a los familiares. En la Complutense se piden dos testigos en el momento de la firma, más el futuro donante. Los protocolos, apunta Vázquez, contemplan otros aspectos: “El personal que manipula esos cuerpos debe poseer una formación específica, las extracciones a esos cadáveres tendrán que ser adecuadas y que se cumplan todas las condiciones para que el mantenimiento de ese cuerpo a lo largo de los años sea digno y ético”.

No todos los cadáveres pueden ser donados, aunque las causas de exclusión están alejadas de la creencia popular. El padecimiento de la mayoría de las dolencias no impide la donación del cuerpo. De hecho, gran parte de los cadáveres que llegan a las universidades corresponden a gente muy mayor con periplos patológicos importantes. La ley de Policía Sanitaria Mortuoria veta los cuerpos que han sufrido enfermedades del grupo 1: la rabia, la peste y heridas y enfermedades infectocontagiosas, como el sida, la hepatitis B y la hepatitis C. Porque eso impediría la manipulación segura.

Simulación virtual

La tecnología de la simulación virtual no puede sustituir el trabajo que se hace en las universidades. Hace 30 años, en Estados Unidos, muchas facultades Medicina cerraron los depósitos de cadáveres para implementar simuladores, pero fracasó la iniciativa y regresaron a las prácticas de siempre. Así lo señala la presidenta de SAE: “Hay simuladores muy buenos, pero son solo herramientas auxiliares, lógicamente cada vez mejores. Pero la anatomía humana es individual, no hay dos personas iguales, ni dos patologías iguales. Luego es imposible simular la variabilidad. En la Complutense, por ejemplo, los alumnos de primero tienen 14 cadáveres encima de las mesas a lo largo de todo el curso, con diferentes patologías, con diferentes situaciones, con historias clínicas a su alcance”.

Los simuladores contribuyen a mejorar la docencia, aunque en el caso de la anatomía nunca pueden sustituirla cien por cien. La mesa Anatomage, por ejemplo, es una herramienta de visualización en 3D y disección virtual adoptado por algunas facultades de Medicina. “Muchos especialistas que han entrenado con simuladores prefieren enfrentarse a los problemas reales que permite un cadáver”, indica Vázquez.

Robos en tanatorios

Los robos en el interior de los tanatorios no son habituales, pero los amigos de lo ajeno se atreven con todo. Ejemplo: en 2016, una persona robó las pertenencias de varios cadáveres del Instituto de Medicina Legal de Tenerife y posteriormente vendió las joyas sustraídas. Más: también en 2016, unos ladrones asaltaron el tanatorio del barrio de San Matías, en La Laguna (Tenerife), y se llevaron todo lo que encontraron, desde una placa vitrocerámica hasta vasos, platos y manteles. Otro caso: en 2019, en el barrio de San Andrés, en Santa Cruz de Tenerife, se forzó una ventana del recinto y se llevaron una cocinilla, el microondas, cucharas, el cubo de basura, leche, una caja de agua, paquetes de café, azúcar y varios calderos. La falta de respeto al descanso de los muertos ilustra la catadura moral de estos individuos.

Las calles cercanas al tanatorio de San Isidro, en Madrid, concentran una gran cantidad de coches aparcados. Las visitas que acuden a este centro suelen encontrarse el parking repleto, lo que obliga a estacionar sus vehículos en zonas próximas. Estos coches hacen las delicias de muchos delincuentes que sustraen objetos de su interior tras romper sus ventanas. Los cristales rotos por el suelo se han convertido en el escenario habitual. Los vecinos se quejan de la situación, pero la seguridad del exterior del tanatorio no corresponde a sus vigilantes privados. Es una cuestión de orden público para la Policía.