La Vuelta a España cierra este domingo en las calles de Madrid otro año espectacular con etapas de montaña tremendas y ataques en las esquinas más difíciles. Cuando el último ciclista atraviese la línea de llegada en Madrid este domingo mucha gente respirará, pero especialmente los responsables de seguridad de la carrera: Guardia Civil, Policía Nacional o la Ertzaintza, que colaboró en el paso de la carrera por el País Vasco.
La Vuelta es una aventura que recorre más de tres mil kilómetros por carreteras de España, y este año Portugal, donde en cualquier momento puede ocurrir algo grave. “No basta tener todo preparado. Los servicios de información de las unidades territoriales y del cuerpo están muy atentos a todos los hechos que puedan afectar a la prueba”, afirma el responsable de Comunicación de la Guardia Civil.
Un hecho imprevisible provocado por un individuo puede ocasionar una catástrofe que se transmite a cerca de doscientos países, la mayor parte en directo. El año pasado un grupo independentista tenía preparado un ataque en Cataluña para verter 400 litros de aceite sobre el asfalto, lo que hubiera provocado un grave accidente en unos ciclistas que tienen muy difícil mantenerse sobre la bicicleta cuando hay una simple mancha en el asfalto. La Policía Nacional logró desactivar el ataque y detener a los supuestos integrantes de este comando. Se evitó una tragedia.
Tres mil agentes de la Guardia Civil, Policía Nacional y Ertzaintza trabajan para que la seguridad sea un elemento fundamental de la carrera
El responsable de la Guardia Civil no se atreve a decir que este año ha sido todo tranquilo. Prefiere esperar a Madrid. Sus hombres están encuadrados en la Unidad de Movilidad y Seguridad Vial (UMSV) que la forman 134 guardias, de los que 84 pertenecen a la Agrupación de Tráfico, 39 a la Agrupación de Reserva y Seguridad, 6 al servicio aéreo, 2 al GAR/UAV y dos al Servicio Móvil.
Tienen una flota de 92 vehículos, en los que juegan un papel especial los motoristas, pero no son los únicos. Los GAR van por delante de la carrera conectados con el helicóptero y las avanzadillas prestos para intervenir en cualquier momento. Estos agentes trabajan también en los puertos complicados para que los aficionados no arrollen a los ciclistas en las subidas.
Pero además de estos hombres que viajan con la carrera, otros tantos guardias, pertenecientes a la zona por la que atraviesa la carrera, se movilizan por la seguridad de la prueba.
En total más de tres mil personas, si contamos con los policías nacionales que trabajan para que la carrera sea segura. La presencia de la Policía Nacional llegó hace ya años y su trabajo se centra en las zonas urbanas, mientras que la Guardia Civil lo hace en las zonas de Tráfico y rurales.
La Policía Nacional lleva un dispositivo de más de 70 agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) que protegen las instalaciones de la prueba, la entrega de acreditaciones y el control de dopaje.
Los cien primeros kilómetros de la salida son vigilados por este grupo, al igual que el último kilómetro antes de la meta. En estos puntos funcionan también con drones y sistemas de protección anti drones. En las ciudades también actúan las unidades de Seguridad Ciudadana, guías caninos y subsuelo y Tedax.
Este año la carrera cuenta con un equipo, Israel, que financia el millonario Silvan Adams, que recibe diariamente los gritos de grupos pro palestinos, pero que en palabras de Policía Nacional y Guardia Civil se manifiestan pacíficamente aunque ha obligado a extremar las medidas de seguridad.
Un debate queda abierto sobre la presencia de la Guardia Civil y Policía en la prueba: ¿Por qué los organizadores pagan a los cuerpos de seguridad por su trabajo en las carreras y los clubes de fútbol no lo hacen con la policía local y nacional, a pesar de sus inversiones millonarias y beneficios de estas empresas?