África es rica en recursos naturales, como el cobalto en la República Democrática del Congo, que produce cerca de dos tercios de este producto en el mundo, esencial para las baterías de vehículos eléctricos, y el petróleo en Nigeria, con unas reservas probadas que superan los 36.000 millones de barriles (entre crudo rentable y técnicamente extraíble), vital para la energía global. Además, hay que poner en valor la diversidad cultural de este continente, que cobija más de 2.000 idiomas y diversos grupos étnicos, como los zulú en Sudáfrica y los masái en Kenia, junto con una rica variedad de tradiciones religiosas y artísticas, así como su crecimiento demográfico, cuyo potencial de desarrollo es extraordinario, tanto que en la actualidad hay 1.400 millones de personas en esta zona, cifra que casi se duplicará en 2060, hasta llegar a los 2.700 millones de personas.
A estos factores, hay que agregar el auge tecnológico en ciudades como Nairobi y Lagos, que ofrecen numerosas oportunidades para la innovación y el desarrollo económico. Además, su relevancia geopolítica, con el Canal de Suez en Egipto como ruta marítima crucial, y sus contribuciones a la ciencia, como los avances en energía solar en Marruecos, subrayan su importancia en el escenario mundial, presente y futuro. La Organización de Naciones Unidas (ONU) es muy consciente de ese potencial de desarrollo y ha elaborado un informe político que ha detectado la relación que existe entre el crecimiento de la clase media africana y la sustitución continental de las importaciones como estrategia para impulsar la industrialización y la economía del continente. La investigación pone en valor que para 2060 la clase media africana podría representar más del 40% de la población, lo que favorece una oportunidad histórica en este territorio para avanzar hacia la Cuarta Revolución Industrial: aquella en la que se integran las tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial, la robótica, el Internet de las Cosas y la biotecnología en los procesos industriales y sociales, transformando la forma en que vivimos y trabajamos.
Mejoras de vida
¿Cómo mejorará esta Cuarta Revolución Industrial la vida de los africanos? Varios ejemplos ilustran esas posibles mejoras en el trazo cotidiano. Por ejemplo, esa revolución posibilitará que se fabriquen hogares inteligentes en los que se ajuste automáticamente la temperatura y la iluminación para mejorar la comodidad y la eficiencia energética, mientras que tecnologías de energía renovable y sensores IoT pueden abordar el cambio climático proporcionando energía limpia y gestionando mejor los recursos naturales. Son cambios de calado. No en vano, los países africanos se encuentran entre los más vulnerables y experimentan las consecuencias más graves de la crisis climática como las sequías, inundaciones, temperaturas extremas y aumentos en los niveles de las mareas, de acuerdo al diagnóstico de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
También resulta interesante constatar cómo las tecnologías de fintech y blockchain pueden proporcionar servicios bancarios a personas no bancarizadas en áreas rurales, facilitando así transacciones, ahorros y créditos, lo cual impulsa el desarrollo económico. En África, el 42,5% de la clase trabajadora se dedica a la agricultura, personas que podrán beneficiarse del advenimiento de la Cuarta Revolución Industrial, que se puede traducir en el uso de drones y sensores puede ayudar a los agricultores a monitorear sus cultivos en tiempo real, optimizando de esta manera el uso de agua y fertilizantes y aumentando los rendimientos agrícolas.
El índice de alfabetización en África continúa siendo bastante reducido en comparación con otras regiones del mundo. Según la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en 2019 la tasa de alfabetización para adultos en África subsahariana era del 65,6%. La Cuarta Revolución podría mejorar el aprendizaje en línea, por medio de plataformas de educación online y aplicaciones móviles que pueden llevar la educación a comunidades remotas, ofreciendo cursos de calidad y recursos educativos accesibles desde cualquier lugar. En una sintonía parecida funciona la realidad aumentada y virtual. Se trata de tecnologías que ofrecen experiencias de aprendizaje inmersivas y prácticas, mejorando la comprensión y la incorporación de conocimientos en campos como la ciencia y la ingeniería.
El continente más pobre
La ONG Manos Unidas señala que, a pesar de los relativos avances, África sigue siendo el continente más pobre del mundo. Tanto es así que, con el 13% de la población mundial, el continente acoge el 33% de la población pobre del mundo y alcanza el 1,6% del PIB global. Los datos resultan especialmente desoladores cuando se verifica que un cuarto de la población sufre desnutrición. ¿Y cómo podría contribuir a modificar esos lastres la Cuarta Revolución Industrial? Por un lado, está la generación de empleos en tecnología que puede propiciar, en sectores emergentes como la programación, el mantenimiento de redes y la ciberseguridad, lo que puede proporcionar oportunidades de empleo bien remuneradas a la joven y dinámica población africana. De forma parecida funciona el comercio electrónico: las plataformas de ese tipo de negocio online pueden permitir a los pequeños empresarios y artesanos vender sus productos a un mercado global, aumentando sus ingresos y mejorando de este modo su nivel de vida.
Ventajas del crecimiento de la clase media
La ONU ha cartografiado una realidad emergente en África, que presenta un potencial de crecimiento interno significativo debido a una clase media en expansión, una población joven y en rápida urbanización, y un crecimiento económico favorable en los últimos años. Este panorama crea una demanda creciente para productos Made in Africa (Hecho en África), lo que ofrece una oportunidad de primer orden para impulsar la producción local, crear empleos y fortalecer las relaciones comerciales intraafricanas.
Históricamente, los intentos de sustitución de importaciones en África fracasaron debido a las prioridades coloniales y la herencia de estructuras económicas enfocadas en la extracción de recursos. Para superar estas limitaciones, es crucial aprender de estos fracasos y adoptar un enfoque que potencie la producción local bajo la marca Made in Africa, para la cual la Cuarta Revolución Industrial puede funcionar como una palanca formidable de activación de esas posibilidades propias manufactureras, de negocio online y de servicios potenciados con el valor añadido tecnológico.
En este contexto, la creciente clase media africana, dotada con mayores ingresos y mayor poder adquisitivo, puede estimular la demanda de productos y servicios de mayor valor añadido, impulsando así el comercio intraafricano. La demanda creciente de esta clase media puede fomentar la expansión de las capacidades de producción locales y el desarrollo de nuevos sectores industriales. Además, el aumento del consumo interno puede atraer inversiones y promover la creación de empleo, generando un efecto multiplicador en la economía. En suma, Made in Africa puede ser un motor clave para el desarrollo económico, impulsando el comercio intraafricano y la producción de alto valor añadido. Sin embargo, para que esta estrategia sea exitosa, resulta esencial mejorar la productividad, promover los productos africanos. Se trata de modelar una estrategia que desemboque en crear un efecto dominó que incluya a mujeres y jóvenes en la economía.
Para afrontar con garantías esta transformación radical de la realidad africana, juega una importancia fundamental la creación de una base energética consistente para la industrialización. La idea es que África mejore la eficiencia y competitividad de sus industrias, invirtiendo en programas de desarrollo de capacidades y en la innovación tecnológica. A pesar de poseer grandes recursos energéticos, África sufre una escasez crónica de energía, lo que frena su desarrollo industrial. En ese sentido, es crucial que las políticas energéticas globales consideren las necesidades específicas de África, permitiendo a los ciudadanos del continente elegir su propia ruta hacia una transición energética verde. La creciente clase media no solo proporciona un mercado interno robusto, sino que también puede ser una fuerza impulsora para la diversificación económica y la reducción de la dependencia de las materias primas.
¿Cómo articular la sustitución continental de las importaciones? Esta estrategia se centra en reducir la dependencia de productos manufacturados extranjeros, promoviendo la producción y consumo de bienes Made in Africa. Este enfoque no solo busca proteger las industrias locales, sino también crear economías de escala a través de la Zona de Libre Comercio Continental Africana (ZLCCA). Con un mercado potencial de 1.400 millones de personas, la ZLCCA puede fomentar la competencia y asegurar la disponibilidad de productos africanos de alta calidad a precios competitivos.
Retos para la sustitución de importaciones
La estrategia de sustitución de importaciones en África depende de la capacidad de la clase media para impulsar la demanda interna. Esto requiere un enfoque en la transformación estructural, infraestructura física y blanda, y acceso a la energía. Estos son los principales desafíos que vertebran el proyecto:
Transformación estructural
Implica mover recursos de sectores de baja productividad, como la agricultura, a sectores de alta productividad, como la manufactura. Por ejemplo, transformar el cacao de granos crudos a polvo podría duplicar y triplicar el valor de las exportaciones de cacao.
Infraestructura física
África sufre un déficit de infraestructura significativo, con pérdidas de productividad del 30% al 60% en el sector privado debido a infraestructuras deficientes. Se necesitan inversiones anuales de entre 130 y 170 mil millones de dólares para superar este déficit.
Infraestructura blanda
Se refiere a los estándares económicos, salud, social, ambiental y cultural de un país (en este caso, de un continente). Esto incluye programas educativos, estadísticas oficiales, parques e instalaciones recreativas, instituciones de aplicación de la ley y servicios de emergencia. ¿Cómo se traduce este concepto a la realidad africana? El reto estriba en la creación de un entorno empresarial atractivo y seguro, con instituciones fuertes, políticas estables y respeto al Estado de derecho y derechos de propiedad. Estas condiciones son esenciales para una clase media en crecimiento y un sector privado próspero.
Acceso a la energía
La falta de acceso a electricidad afecta negativamente a la producción industrial y la productividad. En 2018, la inversión en energías renovables en África alcanzó un récord de 7.400 millones de dólares, lo cual es un paso positivo para cerrar la brecha de acceso a la energía.
El impacto distributivo del Zona de Libre Comercio Continental Africana (ZLCCA)
Resulta crucial para el crecimiento continuo de la clase media en África. Se necesitan políticas específicas para promover un entorno económico favorable, desarrollar infraestructuras transfronterizas y abordar la informalidad y el desempleo en el continente. Invertir en la clase media y aprovechar su crecimiento es fundamental para la transformación económica, la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible en África.
En resumen, urge atender a la necesidad de políticas e inversiones estratégicas para fomentar el crecimiento económico y la integración regional en África. Si se realizan estos cambios y se concretan estas inversiones, África tiene ante sí una oportunidad única de transformar su economía mediante una estrategia combinada de crecimiento de la clase media y sustitución de importaciones, apoyada por una política energética adecuada y una mayor integración económica continental. Esta combinación puede llevar al continente a transitar una esperanzadora senda de desarrollo integral, que le permita pasar de situaciones de subdesarrollo hacia escenarios en los que vaya primando progresivamente una mayor prosperidad y desarrollo sostenible en la Industria 4.0.