Hace pocos días Andriy Yermak, jefe de la oficina del presidente ucraniano Volodímir Zelenski, anunció que este mismo mes se abriría a vuelos comerciales el aeropuerto internacional de Kiev (Boryspil International Airport). Yermak se mostró convencido y aseguró que las defensas antiaéreas de Ucrania, facilitadas por sus aliados europeos y americanos, son suficientemente fuertes como para defender un aeropuerto de esa entidad y en el que se realicen vuelos comerciales. Aunque poco después el jefe adjunto de la oficina del presidente, Andri Sybiha, matizó que el aeropuerto de Kiev se abrirá una vez se hayan resuelto todos los problemas de seguridad concernientes a la actual guerra con Rusia, afirmando textualmente y de una manera más ambigua que "el aeropuerto de Kiev se abrirá a los pasajeros tan pronto como la situación de seguridad lo permita".
El aeropuerto de Kiev, que fue el primero en cerrar en Ucrania por la invasión de Rusia aquel 24 de febrero de 2022, pretende ahora ser el primero en abrir sus puertas a los vuelos comerciales de pasajeros, llegándose a hablar entre fuentes oficiales ucranianas de permitir este tipo de vuelos incluso antes de terminar la guerra o alcanzar algún tipo de acuerdo de paz.
El optimismo sobre la apertura del aeropuerto ha sido tal que dos aerolíneas de bajo coste ucranianas, Bees Airlines y Skyup Airlines, podrían estar preparándose para volar ¡¡la semana que viene!! Pero todavía en sus páginas es imposible reservar un vuelo y, en el caso de Bees Airlines, sí que anuncian los vuelos internacionales a partir de febrero de 2024, aunque esto no significa que pudieran organizar vuelos en cuestión de días.
¿Normalización o negligencia?
Aunque estos anuncios optimistas de normalización en Kiev se mezclan con el empuje que se le ha dado el mes pasado a la adhesión de Ucrania en la Unión Europea, empuje y apoyo precisamente auspiciado por Bruselas, sí hay que tener en cuenta que Ucrania es un Estado que actualmente está en guerra. Y la prueba irrefutable de ello la tenemos en el reciente ataque ruso con 10 misiles balísticos al que fue sometido la capital ucraniana este pasado miércoles y en el que se produjeron 53 heridos y en lo que podría ser el comienzo de una nueva ola de ataques contra las infraestructuras críticas de Ucrania este próximo invierno.
A esta situación de alerta permanente en Kiev (donde se encuentra el aeropuerto que se quiere abrir próximamente) se le suma que las defensas antiaéreas y otros sistemas de defensa van mermando en Ucrania y que Zelenski tiene actualmente una actividad frenética intentando convencer a los mandatarios norteamericanos para que apoyen a Biden en su apuesta por seguir ayudando a Kiev, esta vez con un paquete de 61.400 millones de dólares.
La victoria moral que supondría para Ucrania la apertura total o parcial de su aeropuerto internacional de Kiev para vuelos comerciales sería, desde luego, muy importante de cara a sus aliados, y también a su enemigo. Pero esta "victoria moral" que conllevaría la apertura aérea comercial choca frontalmente con un elemento indispensable para que los pasajeros puedan llegar a Ucrania por medio aéreo: la seguridad de los cielos ucranianos. Y es que las defensas antiaéreas de Moscú son muy buenas y bastante fiables, lo que significa que podría volver a ocurrir una tragedia como la acontecida con el vuelo de Malaysia Airlines Flight MH17 el 17 de julio de 2014, cuando 283 pasajeros, incluidos 80 niños, fueron derribados en cielos ucranianos por un misil de fabricación rusa que, según las investigaciones posteriores, fue disparado por los separatistas rusos y desde territorio ruso.
Además, ¿quién le asegura a Moscú que estos vuelos comerciales no se estarían usando para transportar tropas o material militar de un punto a otro de Ucrania, o de manera internacional? Rusia podría tolerar algunos de estos vuelos, pero su paciencia no sería infinita y el derribo de un vuelo comercial en cielos ucranianos por parte de Rusia nos llevaría a un escenario que llevamos meses evitando: la escalada de la guerra, y es que sería fácil que en un vuelo comercial ucraniano derribado por Moscú volaran ciudadanos de algún país de la OTAN, lo que supondría la involucración directa de otro Estados en el conflicto.
Es pronto para una apertura total o parcial del espacio aéreo ucraniano para vuelos comerciales por motivos de seguridad y también para evitar un "accidente" que pudiera derivar en la escalada horizontal del conflicto. Por ello, si existiese actualmente la idea de abrir inmediatamente el aeropuerto de Kiev a vuelos comerciales, la OTAN y la Unión Europea deberían de oponerse firmemente. Si los aliados de Kiev quieren que se abran los aeropuertos y demás vías de comunicación ucranianas, lo que deben hacer es dar el apoyo militar definitivo para que Zelenski gane esta guerra y se firme consecuentemente la paz.