¿Cómo se explica que Estados Unidos esté tan castigada por el crimen?

El aumento del crimen en la mayor potencia mundial genera una gran preocupación tanto en la población de aquel país como en la comunidad internacional.

Pedro Fernaud

Periodista

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Ilustración sobre la violencia en Estados Unidos.
Ilustración sobre la violencia en Estados Unidos.

Muchos son quienes se preguntan, al ver los informativos, cómo se explica que la mayor potencia política, económica y militar del planeta esté tan castigada por el crimen, y cómo esto sigue así año tras año, sin que se perciba una mejora de la situación ni un camino que pueda hacer pensar que el futuro no nos lleva hacia una situación aún más cruenta en la que acabemos dando por normal la convivencia con la violencia.

Pero son varios los factores contribuyen a esta situación. Entre ellos, sobresalen la alta disponibilidad de armas de fuego, que facilita la comisión de delitos violentos, y las desigualdades socioeconómicas, que acrecientan la marginalización y el crimen. Además, existen deficiencias en el sistema de justicia penal, como la falta de rehabilitación efectiva de los reclusos y la disparidad en las condenas, que contribuyen a la reincidencia. La diversidad cultural y de configuración social de las urbes también juegan un papel importante en esta dinámica violenta, generando conflictos y tensiones sociales. Estos factores, junto con la política de "mano dura" y la criminalización de ciertas conductas, perpetúan un ciclo de violencia y criminalidad en el país que es famoso a escala mundial por su industria del entretenimiento, cuyas películas y series policíacas seguramente juegan un papel de referencia en las maniobras y ensoñaciones de algunos de los criminales de aquella nación.

Los datos son reveladores de una dinámica al alza en los índices de criminalidad. En 2020, por ejemplo, los asesinatos en el país aumentaron casi un 30%, la mayor subida desde que se empezaron a registrar los homicidios a escala nacional en 1905. Históricamente, Estados Unidos ha tenido tasas de criminalidad más altas que otros países desarrollados, pero la situación estaba mejorando hasta 2015.Desde entonces, la criminalidad ha vuelto a dispararse, hasta el punto de que ha afectado a diversas ciudades con características demográficas distintas. Uno de los factores clave es el acceso a las armas. La venta de estas se ha triplicado desde la crisis financiera de 2008, y la pandemia de COVID-19 exacerbó esta tendencia. Además, situaciones como el asesinato de George Floyd en 2020 han disminuido la confianza en la policía, lo que ha llevado a menos denuncias y cooperación ciudadana, un fenómeno conocido como el "efecto Ferguson", como explican en VisualPolitiks. Se trata de una expresión utilizada también para describir una disminución en la actividad policial proactiva como resultado de la mayor vigilancia pública y las críticas hacia la policía después de incidentes de alto perfil relacionados con la violencia policial. Este término surgió después de los disturbios en Ferguson, Missouri, en 2014, cuando un oficial de policía disparó y mató a Michael Brown, un joven afroamericano desarmado. Un par de datos ilustran este fenómeno: según el FBI, menos de la mitad de los crímenes en EE.UU. son denunciados a la policía y una minoría de estos son resueltos. En 2022, por ejemplo, sólo el 36% de los crímenes violentos y el 12 % de los crímenes contra la propiedad denunciados fueron resueltos.

La crisis del fentanilo: otro eje del aumento de la criminalidad

Otro problema de calado que contextualiza la emergencia de seguridad nacional de los EE.UU. es la crisis del fentanilo, que ha aumentado la marginalidad y la criminalidad. Hablamos de una crisis de emergencia de salud pública, marcada por el aumento drástico de sobredosis y muertes causadas por este opioide sintético, que es entre 50 y 100 veces más potente que la morfina. Su fácil acceso y la mezcla con otras drogas ilícitas han intensificado el problema, afectando a diversas comunidades de Estados Unidos, que está generando importantes problemas de seguridad, lo que se traduce en el aumento de robos.

A pesar de algunos informes recientes que sugieren una ligera mejora en los delitos violentos, las tasas siguen siendo altas en comparación con los niveles previos a la pandemia. No obstante, la delincuencia juvenil ha disminuido, y la población carcelaria ha reducido desde 2010, lo que es positivo para la rehabilitación de reclusos. Simultáneamente, estamos asistiendo al aumento exponencial del cibercrimen, que ha causado pérdidas multimillonarias a escala mundial en el ámbito online y no muestra señales de disminuir. El gran reto al que se enfrenta Estados Unidos y sus dirigentes es cómo combatir la alta criminalidad que caracteriza a sus barrios y que afecta a sus ciudadanos y qué papel juega la proliferación de armas en esta violencia estructural.

Menos de la mitad de los crímenes en EE.UU. son denunciados a la policía y una minoría de estos son resueltos.

 

La paradójica aplicación móvil de seguridad Citizen: informa y acrecienta temores

En este contexto, cada vez más ciudadanos estadounidenses están empleando la aplicación móvil de Citizen, que funciona en 60 ciudades de aquel país. Esta aplicación está conectada a las llamadas que particulares realizan a los servicios de emergencia, en las que informan de robos y toda clase de crímenes. De tal manera que cada vez que hay más llamadas por incidentes graves, como algún hurto o agresión, los operadores suben a la app estas alarmas y las colocan en el mapa de la ciudad. De este modo, uno puede consultar, casi en tiempo real, los presuntos delitos que se están cometiendo en su barrio en ese momento.

Este servicio parece en primera instancia una buena iniciativa. Sin embargo, bastantes neoyorquinos interpelados sobre la eficacia de esta herramienta reconocen que dejaron de abrir esta aplicación para guarecer su salud mental. ¿Por qué? Porque cada vez que la consultaban se percataban de que a dos manzanas había habido una violación o un apuñalamiento, lo que representa un recordatorio de lo vulnerable de la vida en una gran ciudad de una nación especialmente castigada por la violencia como el país del Tío Sam.

Los datos del FBI desmienten la percepción ciudadana de los estadounidenses

El FBI es la principal agencia federal de investigación criminal y seguridad interna de los Estados Unidos. Según datos de finales de 2023 de este organismo, los índices de criminalidad del tercer trimestre de 2023 de Estados Unidos, comparados con los del mismo periodo del año pasado, revelan que los delitos violentos cayeron un 8%, mientras que los crímenes contra la propiedad descendieron un 6.3%, hasta lo que sería su nivel más bajo desde 1961, según el criminólogo Jeff Asher, que analizó las cifras del FBI. Este investigador del FBI también constató que el número de asesinatos se desplomó en Estados Unidos en 2023 así como todas las categorías de delitos graves, excepto el robo de automóviles. Esta información contrasta con una encuesta de Gallup divulgada en diciembre de 2023, que señala que el 77% de los estadounidenses considera que los índices de delincuencia están empeorando.

En esa línea se enmarca un análisis de John Gramlich para Pew Research Center, según el cual el 58% de los estadounidenses considera que reducir el crimen debe ser una prioridad para el gobierno, cifra que ha subido desde el 47% en 2021. Las principales fuentes de datos sobre criminalidad en EE.UU., el FBI y la Oficina de Estadísticas de Justicia (BJS), muestran que los delitos contra la propiedad son más comunes que los delitos violentos. En 2022, por ejemplo, se registró que, por cada 100.000 personas, hubo 1.954 crímenes contra la propiedad y 380 crímenes violentos. Lo cierto es que las tasas de criminalidad han disminuido significativamente desde los años 90, con una caída del 49% en crímenes violentos y del 59% en crímenes contra la propiedad.

Las armas de fuego intensifican la discriminación de los afroamericanos en EE.UU.

Según detalla Amnistía Internacional, la violencia con armas de fuego es la que se realiza con armas como pistolas, escopetas o rifles semiautomáticos. En total, se estima que en el mundo mueren cada jornada más de 600 personas cada jornada debido a la violencia con armas de fuego; dos tercios tienen lugar en sólo 6 países (en orden descendente): Brasil, Estados Unidos, Venezuela, México, India y Colombia.
El caso es que la violencia con armas de fuego agrava el impacto de la discriminación sistémica. En 2020, el 60,9% de las 19.995 víctimas mortales por arma de fuego en Estados Unidos eran afroamericanas, a pesar de que éstas constituyen únicamente el 13% de la población estadounidense. Los varones negros de entre 15 y 34 años tienen 10 veces más probabilidades de morir por disparos que los varones blancos de la misma edad. Lamentablemente, en Estados Unidos las armas de fuego constituyen también en la actualidad la primera razón de muerte infantil. Además, entre el 2% y el 7% de todas las heridas que se restañaron en los centros de traumatología pediátrica estadounidenses están vinculadas con las armas de fuego.

En 2022, en Estados Unidos se registraron 45.222 muertes por arma de fuego; per cápita, estas cifras son notablemente más elevadas que en otros países industrializados. En ese sentido, denuncia Amnistía Internacional, “los sucesivos gobiernos de Estados Unidos han permitido que la violencia con armas de fuego se convierta en una crisis de derechos humanos”.

En 2022 hubo 46 tiroteos en centros escolares, más que en cualquier otro año desde 1999.

 

¿Qué clave ayuda a entender esta ola de violencia con armas de fuego? Según esta organización dedicada a la promoción de los derechos humanos, en todos los estados de EE.UU. la ciudadanía puede portar legalmente armas de fuego ocultas en público. Sólo tres estados (California, Florida e Illinois) y el Distrito de Columbia cuentan con leyes que prohíben en general portar armas de fuego a la vista en público. Por si no fuera suficientemente desolador el panorama, Amnistía Internacional apunta otro dato que debería movilizar a un cambio de percepción de lo que representan las armas de fuego, tanto en Estados Unidos como en el extranjero: en 2022 hubo 46 tiroteos en centros escolares, más que en cualquier otro año desde 1999. Además, el número de suicidios por arma de fuego por parte de adolescentes negros, latinos y asiáticos aumenta a un ritmo alarmante. El análisis de los datos de los Centros para el Control de Enfermedades muestra un incremento del 120% entre 2011 y 2020.

En ese mismo contexto se enmarca el análisis que ha realizado Richard Berk del reciente aumento del crimen violento en Estados Unidos, sustentado en datos del Uniform Crime Reports (UCR) y datos locales de 2022, que reflejan un crecimiento notorio en los homicidios desde 2014, aunque este aumento es pequeño en términos absolutos. Las especulaciones de este estudio se centran en cómo Black Lives Matter ("Las Vidas Negras Importan", movimiento que comenzó en 2013 y cuyo objetivo principal es abogar por la justicia racial) podría haber influido en el crimen debido a que las críticas y manifestaciones originadas por este movimiento han llevado a una reducción en las tácticas policiales agresivas, lo que podría haber envalentonado a los individuos predispuestos a la violencia.

A pesar de las variaciones políticas a escala local, el aumento del crimen violento parece ser un fenómeno común en todo el país. Berk concluye que, aunque el reciente aumento del crimen violento es preocupante, es mucho menor que el que se produjo en los años 90. Según señala ABC News, en Nueva York, por ejemplo, aunque el crimen disminuyó un 2.6% en 2023, hubo un incremento del 46% de la criminalidad en enero de 2024 en comparación con el mismo mes del año anterior. Además, los crímenes de odio han aumentado, especialmente los delitos antisemitas y anti-musulmanes. Hablamos de un asunto muy complejo, en cualquier caso, tanto es así que este tema se ha convertido en un tema nuclear la campaña presidencial de 2024, donde algunos políticos, como Donald Trump y sus seguidores están utilizando el aumento en la percepción de la criminalidad y la crisis migratoria en la frontera sur para sus argumentos políticos.

En resumen, el aumento de la violencia en Estados Unidos, reflejado en el incremento de tiroteos en centros escolares y el grave daño a la comunidad afroamericana, está arraigado en varios factores: la alta disponibilidad de armas de fuego, las desigualdades socioeconómicas, las deficiencias en el sistema de justicia penal y problemas de salud pública como la crisis del fentanilo. Aunque las percepciones públicas sobre la criminalidad a menudo no reflejan los datos reales, la preocupación por la seguridad sigue siendo una prioridad nacional.

A pesar de este sombrío panorama, existen factores que pueden fomentar la esperanza y reducir el crimen en el corto, medio y largo plazo. En el corto plazo, la implementación de políticas más estrictas de control de armas y el aumento de la financiación para programas de intervención comunitaria pueden ayudar a mitigar la violencia. En el medio plazo, abordar las desigualdades socioeconómicas a través de inversiones en educación, empleo y vivienda accesible puede reducir las condiciones que propician el crimen. A largo plazo, la reforma del sistema de justicia penal, con un enfoque en la rehabilitación y reintegración de los reclusos, junto con una mejor formación y supervisión de la policía, puede contribuir a una disminución sostenida de la criminalidad y a una mejora en la convivencia social. La cooperación entre el gobierno, las organizaciones comunitarias y la ciudadanía es esencial para construir un futuro más seguro y equitativo para todos los estadounidenses.