¿Corre Bélgica peligro de convertirse en un narcoestado?

El corazón de la UE está cobrando una creciente relevancia por sus dificultades para atajar el tráfico de drogas en su territorio, con el Puerto de Amberes como principal entrada.

Pedro Fernaud

Periodista

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Vista aérea del puerto y los muelles de Amberes (Antwerpen), Bélgica. Foto de archivo.
Vista aérea del puerto y los muelles de Amberes (Antwerpen), Bélgica. Foto de archivo.

Narcoestado es un término acuñado para describir a un país donde las instituciones gubernamentales padecen la infiltración y el control de organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico. Hablamos de un estado de terror que tuvo su expresión más célebre en Colombia durante la era de Pablo Escobar en el que el narcotráfico permea todos los niveles del gobierno y la sociedad hasta el punto de que las políticas públicas y las decisiones oficiales están fuertemente influidas o controladas por los intereses del crimen organizado.

Pero en estas naciones los cárteles de la droga no solo corrompen a los funcionarios públicos a través de sobornos, sino que también pueden llegar a intimidar o asesinar a aquellos que se oponen a sus actividades. Las fuerzas de seguridad, incluyendo la policía y el ejército, a menudo están infiltradas por los narcotraficantes, lo que dificulta enormemente cualquier esfuerzo real por combatir el narcotráfico. La economía se distorsiona, ya que grandes sumas de dinero de la droga financian tanto actividades ilícitas como inversiones en sectores legítimos, creando así una economía sumergida que rivaliza con la oficial.

En la lista de ejemplos recientes de esta clase de lacra figuran Venezuela, donde se ha denunciado que altos funcionarios del gobierno están involucrados en el narcotráfico, y Honduras, donde se ha probado judicialmente la participación de ex-presidentes y altos oficiales en operaciones de tráfico de drogas. México, que ha afrontado grandes desafíos debido a la influencia de los cárteles de la droga en su vida social y política, y Guinea Bassau, donde los narcotraficantes se han infiltrado en el gobierno y que se ha convertido en país de tránsito de la cocaína en su viaje a Europa, también forman parte de ese conjunto de estados lastrados por el tráfico de drogas.

¿Y Bélgica? ¿Está inmerso en esta tendencia?

Aunque a día de hoy resulta una exageración describirla como narcoestado, sí que existen indicadores que hacen pensar seriamente en esa posibilidad si no se ataja de raíz el tráfico de drogas que se está desarrollando en el marco de sus fronteras con creciente intensidad. Un ejemplo dimensiona la gravedad del problema: en septiembre de 2023, el ministro belga de Justicia, Vincent van Quickenborne, fue víctima de un complot para ser secuestrado. El responsable de justicia belga conoció las amenazas poco después de presentar un nuevo plan de lucha contra el narcotráfico en Amberes, cuyo puerto está considerado el principal punto de entrada en Europa de la cocaína procedente de Sudamérica, y donde las bandas rivales libran una lucha cada vez más evidente y terrible por dirimir su gobierno territorial del tráfico de estupefacientes a través de la intimidación.

El caso es que el ministro tuvo que abandonar su domicilio junto a su familia y guarecerse en un lugar secreto, después de ser alertado de que corría peligro de ser secuestrado por las mafias de la droga, según relató él mismo. “Todo indica que [la amenaza] procede del entorno de la droga”, señaló Van Quickenborne a comienzos de octubre, unos días después de que pudiera regresar a su hogar. En este escenario, tanto él como su familia permanecerán bajo “elevada protección” durante un tiempo indefinido.

La relevancia del Puerto de Amberes

El Puerto de Amberes es esencial para la economía belga debido a su posición como el segundo puerto más grande de Europa y su ubicación estratégica en el corazón del continente. Su infraestructura avanzada y conectividad multimodal lo convierten en un punto logístico y estratégico clave, que posibilita el comercio internacional y el transporte eficiente de mercancías. Además, su papel como centro petroquímico y su enfoque en la innovación y la sostenibilidad refuerzan su importancia económica a largo plazo, de manera que genera empleo y contribuye significativamente al crecimiento económico de Bélgica.

Barco de contenedores OOCL Singapur dejando una terminal de contenedores en el puerto de Amberes. Foto de archivo.
Barco de contenedores OOCL Singapur dejando una terminal de contenedores en el puerto de Amberes. Foto de archivo.

Además, este puerto, situado 80 km tierra adentro de Bélgica, cuenta con 50 km de muelles conectados a través de ferrocarriles, carreteras y canales. Cada año se manejan en su interior 11 millones de contenedores, lo que representa el doble del volumen de hace 20 años. En 2023, se incautaron allí más de 110 toneladas de cocaína, el 40% del total en la Unión Europea, lo que lo convierte en la principal puerta de entrada de esta droga a Europa. A pesar de los controles, solo entre el 1.5% y el 2% de los contenedores son inspeccionados, aunque se planea mejorar este capítulo, con un aumento de las inversiones en escáneres y personal.

En los últimos años, las incautaciones de cocaína en el puerto de Amberes han alcanzado cifras récord, llegando a 110 millones de toneladas en 2022, lo que refleja un aumento en la producción global de esta droga. Las mafias, especialmente las de los Balcanes, utilizan contenedores de productos perecederos como frutas para camuflar la droga, como explican en VisualPolitik explotando así las limitadas inspecciones aduaneras. El caso es que su tamaño y complejidad lo hacen vulnerable a la corrupción y al narcotráfico, con mafias infiltradas en su operativa para facilitar el contrabando de drogas, especialmente cocaína procedente de América Latina.

 

En Amberes confluyen así mismo varios elementos que han convertido al puerto en el predilecto de las mafias en Europa. Al ser un puerto de gigantescas dimensiones, mueve un enorme número de contenedores y controlarlos resulta altamente complejo. Para colmo de adversidades, Amberes está probablemente “sufriendo” la eficacia de los controles en el puerto neerlandés de Róterdam, que hasta “antes de ayer” como quien dice era la puerta de llegada de mucha droga a Europa. Lo cierto es que se ha constatado que cuando se refuerzan los controles en un puerto, hay un desplazamiento de los puntos de llegada de la cocaína, lo que se conoce como efecto cascada. La capacidad de extorsionar, intimidar, comprar y amenazar de esos traficantes está generando una atmósfera psicosocial muy enrarecida en toda Bélgica. Las peleas entre bandas son cada vez más habituales y los políticos no parecen librarse del influjo de estos delincuentes.

Las opciones de Bélgica de ser un narcoestado

En este contexto, el fiscal general de Bruselas, Johan Demulle avisó ya hace algunos meses de que “se cierne el peligro de que Bélgica sea calificada de narcoestado”. Una alerta que concuerda perfectamente con las palabras de advertencia que lanzó en febrero de 2023 el entonces presidente del Colegio de fiscales generales belga, Ignacio de la Serna, quien advirtió de que “la mafia se está haciendo con el país”. Sin embargo, no todo el mundo vinculado al entramado legal belga está de acuerdo con aseveraciones de tanto calado. “Decir que (Bélgica) es un narcoestado es decir que todo el aparato político, judicial y policial estaría infiltrado por traficantes. Creo que estamos muy lejos de eso”, expresó a la agencia EFE el presidente del tribunal de primera instancia de Namur, Christian De Valkeneer. “Puede haber problemas en algunos servicios, pero lo de ahora es algo muy minoritario y limitado”, considera.

En cualquier caso, en lo que sí parece haber acuerdo entre numerosos criminólogos, mandos policiales y políticos es en que no se ha hecho lo suficiente para combatir esta criminalidad que se originó en su momento en los vecinos Países Bajos y hoy día se extiende con fuerza a Bélgica. Tanto es así que el primer ministro belga, Alexander De Croo (perteneciente a los liberales flamencos), ha reconocido en distintas que la situación por este estado de narco-terror es “crítica”.  Esta consideración se nutre de dos grandes hechos que han concienciado a la opinión pública belga sobre el asunto. Por un lado, las ya referidas amenazas de secuestro al ministro de Justicia belga. Por otro, la muerte, en enero de 2023, en Amberes de una niña de once años en un tiroteo ocurrido en casa de su familia. En su momento, el alcalde de Amberes, el nacionalista flamenco Bart De Wever, atribuyó el ataque a una rendición de cuentas entre grupos implicados en tráfico de drogas.

¿Cómo está gestionando este asunto la Unión Europea? Desde la UE, la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, viajó a Colombia y Ecuador durante 2023 para abordar la manera de cooperar con esos países en la lucha contra el tráfico de drogas, al tiempo que visitó la ciudad belga de Amberes para conocer más en detalle la situación. Hablamos de un fenómeno que no es nuevo y que ha afectado con especial virulencia a los países del centro de Europa en los últimos tiempos. Como muestra, la situación de los Países Bajos donde hay personas amenazadas, periodistas, abogados… incluso ha habido muertos como consecuencia de los ataques de estas bandas de narcotraficantes.

¿Por qué crece tanto la violencia en torno a este problema?

Básicamente porque hay una cantidad formidable de dinero en juego en este tráfico de cocaína, que agudiza el apetito y la rivalidad entre los grupos criminales que viven del tráfico de esta sustancia. Se trata de una dinámica en la que los grupos criminales que están desarrollando estas actividades son capaces de recurrir a medios extremos para conservar sus posiciones.

Pero en este trayecto de lucha contra las redes criminales que introducen la droga en la Unión Europea también ha habido episodios alentadores. Por ejemplo, resulta muy estimable el desmantelamiento de la aplicación de mensajería cifrada Sky ECC, que en 2021 llevó a la detención de numerosos traficantes y la incautación de una cantidad estimable de drogas, pero la lucha continúa debido a los grandes recursos económicos y tecnológicos de los delincuentes. Tanto es así que ese éxito propició una escalada de violencia por parte de los cárteles. En este contexto, resulta pertinente detallar que el consumo de drogas ha aumentado de manera exponencial.

El consumo de cocaína en Amberes, a una llamada de teléfono

En este escenario, Amberes registra la mayor concentración de cocaína en Europa, lo que refleja un entorno de tráfico de drogas más accesible y profesionalizado. Esto se traduce en que, como relatan algunas personas que se encuentran en programas de rehabilitación del consumo de estupefacientes, conseguir drogas en esta ciudad belga es tan sencillo como hacer una llamada de teléfono y pedir comida a domicilio. Hablamos de una dinámica muy peligrosa porque los traficantes se quedan con el número de teléfono de quien les ha hecho una petición puntual y les hacen ofertas que incrementan las opciones de que la persona se enganche a las sustancias tóxicas. Hasta el punto de que, si quieres “resetear” tu existencia para cambiar de vida necesitas cambiar de número de teléfono.

Entre las medidas adoptadas para controlar el problema se incluye un mayor escaneo de los contenedores marítimos, el refuerzo de la seguridad en los puertos y la creación de una alianza portuaria a nivel regional para frenar el llamado “efecto lecho de agua”, por el que el aumento de la seguridad en un lugar empuja el tráfico hacia otro. Aunque las medidas son un buen comienzo, no son suficientes para resolver el problema, afirma Bart De Wever, alcalde de Amberes desde hace 11 años. “Hay muy poco presupuesto para tomar las medidas reales que podrían marcar la diferencia. Erradicarla es imposible, pero limitarla a, digamos, un nivel aceptable, debería ser posible. Si esa no es nuestra ambición, simplemente nos hemos rendido”, señala en unas declaraciones que recoge Infobae.

En síntesis, la situación en el puerto de Amberes ha intensificado el debate político, con implicaciones significativas para las elecciones belgas, que tendrán lugar el próximo 9 de junio, y ha subrayado la necesidad urgente de medidas más efectivas para frenar el narcotráfico y la violencia asociada en Bélgica, que también afecta a otras ciudades como Lieja, donde un juicio sin precedentes involucra a 37 acusados de tráfico internacional de drogas. Hablamos, en definitiva, de un problema de primer orden para la salud y la seguridad interna de toda la Unión Europea. El reto pues que ilustra este problema es de calado y afecta a la identidad europea, que próximamente será reevaluada en las elecciones que también tendrán lugar del 6 al 9 de junio.