¿Cuáles son los planes de Trump para la OTAN?

El plan del impredecible presidente estadounidense para la OTAN puede ser tan imprevisible como inesperado.

Javier Saldaña Sagredo

Coronel de Ejército de Tierra (Ret.)

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Imagen creada con IA que representa a la OTAN.
Imagen creada con IA que representa a la OTAN.

La OTAN con Trump ¿un futuro incierto?

La llegada de Trump a la Casa Blanca, y su cercanía con Rusia en respecto a la resolución del conflicto con Ucrania, ha sembrado dudas no sólo sobre su voluntad de mantener su tradicional liderazgo en la Organización del Atlántico Norte, sino incluso sobre su permanencia en ella, sobre todo después de las tensiones territoriales provocadas con Canadá y Dinamarca, socios históricos de la Alianza.

Por ello, en la reciente reunión de ministros de Asuntos exteriores de la OTAN celebrada en Bruselas hace escasos días, el secretario de Estado norteamericano Marco Rubio ha declarado que los EE.UU. no van a abandonar la Organización, calificando de “histeria” el temor de algunos socios de la OTAN y de la UE de que Washington abandone la Organización.

¿Cuál es el verdadero plan de Trump?

Muchos analistas especializados se preguntan entonces: ¿cuáles son los planes ahora que Trump tiene para la OTAN? En alguna ocasión el mandatario norteamericano ha expresado su deseo de “desembarazarse” del actual rol que su país ha tenido en Europa dentro de la Organización en su particular confrontación, primero con la URSS y luego con Rusia.

Ahora que parece que las relaciones ruso-norteamericanas están en su mejor momento desde hace décadas, el plan de Trump para la OTAN puede ser tan imprevisible como inesperado. Y ese plan podría pasar por un replanteamiento de la estrategia de la Alianza en apoyo de los intereses norteamericanos en su competición estratégica con su principal rival: China.

China vs. EE.UU.: la guerra del siglo XXI ya ha comenzado

No hay duda de que, desde la vuelta de Trump al poder, la confrontación chino-norteamericana está aumentando a marchas forzadas. Las dos locomotoras paradigmáticas del siglo XXI que se enfrentan ya desde hace años en el escenario de la guerra híbrida tras varias décadas de avances tecnológicos en el posicionamiento en el tablero geopolítico mundial y están ya preparadas para un desafío a mayor escala. China y los EE.UU., los EE.UU. y China se dirigen hacia su enfrentamiento global de manera decidida y la llegada de Donald Trump al poder no ha hecho más que acelerar el momento del inevitable choque.

Hasta ahora, las dos grandes potencias hegemónicas se están apoyando casi exclusivamente en sus estrategias de expansión predilectas: las económicas. Por una parte, China y su Ruta de la Seda, exitosa herramienta de expansión mercantil y financiera a lo largo de los cinco continentes como instrumento principal en la estrategia híbrida de confrontación contra su rival norteamericano. Por la otra, los EE.UU. que, con un experto Trump en su segundo mandato, intenta confrontar la cada vez mayor influencia económica global de su oponente con medias disuasorias, como el establecimiento de nuevos aranceles de forma masiva a nivel mundial.

La OTAN como arma geopolítica: el as en la manga de Trump

Sin embargo, el “as en la manga” con el que Trump pretende jugar la partida geopolítica contra China no es otro que su herramienta política y su poder militar, con los que, de entrada, se piensa superior al gigante asiático. Para ello, casi con toda seguridad, sus asesores ya le habrán planteado la utilización de la herramienta político-militar de la OTAN para su competencia con China. Una confrontación que podría tener su punto de fricción o detonante en el caso de Taiwán o la libre navegación por los mares del Sur y del Este de China a los que el gigante asiático considera como “mare Nostrum”.

trump y la otan

Reforzar los lazos de la OTAN con aquellos socios que, como Taiwán u otros países ribereños de los mencionados mares que compartan los valores de la Alianza y tengan interés en preservar el orden internacional basado en normas podría ser unos de los motivos para la implicación de la Organización en el área como parte de la política de Seguridad Cooperativa de la Alianza. Desde que en su “ideario” se introdujo esa política como una de las tres tareas fundamentales en el año 2010, siempre fue un objetivo de la Organización intensificar el diálogo y la cooperación con terceros actores para defender ese orden, preservar los valores y proteger los sistemas, estándares y tecnologías de los que dependen. Así lo ha hecho en África donde la OTAN lleva bridando apoyo a la Unión Africana desde 2005.

¿Una "OTAN global" contra China?

Más allá de lo mencionado, no olvidemos que la Organización ha empleado su herramienta militar “fuera de área” mediante otra de sus tareas fundamentales como es la Prevención y Gestión de crisis en los Balcanes en 1995, llegando a bombardear territorio yugoslavo durante la operación Deliberate Force ese mismo año y nuevamente en 1999 durante la guerra de Kosovo en la operación Allied Force, sin la aprobación de las Naciones Unidas.

Incluso, en 2003, la OTAN intervino militarmente en Afganistán a través de su famosa Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) en “apoyo” a la invasión norteamericana que se realizó tras la invocación del articulo 5 de “Defensa Colectiva” después del atentado de las Torres Gemelas. También en 2011 cuando, esta vez sí, en apoyo a una resolución de la ONU, la Alianza desarrolló la operación Unified Protector bombardeando Libia para perseguir el derrocamiento de Gadafi.

De esa forma, las operaciones militares descritas fueron el comienzo de los debates sobre una “OTAN global”. Una OTAN que ha ampliado su radio de acción más allá de los límites territoriales en el que basa su principio de “defensa colectiva”. Trump lo sabe y China también. Y no olvidemos que China es una autocracia donde no se respetan los derechos humanos. Una razón más para pensar ¿por qué la OTAN no podría remplazar o complementar alianzas como el QUAD y el AUKUS en un claro ejemplo de revitalización de la estrategia norteamericana en un área como Asia-Pacifico donde no terminan de consolidarse como potencia hegemónica?

Estrategia Indo-Pacífica: el gran giro de Trump

Si bien las intenciones de Trump para la OTAN en su estrategia en esa zona no están aún claras, es seguro que sus colaboradores están trabajando en la elaboración de nuevos planes para el área. No en vano la administración de Trump acaba de suprimir de la web de la Casa Blanca la Indo-Pacific Strategy of the United States publicada en febrero de 2022 mediante la que la administración Biden se implicaba de lleno en su rebalance de la política de defensa norteamericana hacia el Indo-pacífico. Un “giro” que ideado por Barak Obama también fue asumido por Donald Trump en su primera presidencia, por cierto.  

Por ello no sería de extrañar que fruto de la consolidación de esa importancia estratégica que la región de Asia-Pacifico tiene dentro del Indo-Pacífico para la nueva administración norteamericana, Donald Trump intente implicar a la OTAN. Para ello la próxima cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN a celebrar entre los días 24 al 26 de junio próximos en la Haya se averigua trascendente. Ahora que Trump “ha pacificado” Europa, su intención será sin duda (como ya ha anunciado de alguna forma) desengancharse de la “huella militar” en el viejo continente desplazando sus capacidades militares hacia la nueva zona de confrontación prioritaria y arrastrando en lo posible a la Alianza para ello.

conflicto con china

No hay que olvidar que hace aproximadamente dos años el entonces secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, visitó Japón y Corea. El primero acababa de revisar su Doctrina de Seguridad Nacional a finales de 2022 y decidir la duplicación de su gasto militar en los siguientes cinco años debido fundamentalmente al incesante aumento de la política asertiva de China en el área.

A pesar de que en ese momento la guerra en Ucrania comenzaba a mostrar signos de enquistamiento, con su gesto, Stoltenberg daba respuesta a unas de las líneas estratégicas del concepto de la OTAN aprobado en Madrid escasos meses antes. La visita del antiguo alto funcionario de la OTAN se enmarcaba en una embrionaria política de expansión hacia otros escenarios globales alejadas de los habituales de la Alianza. Y los EE.UU. habían dado su “aprobación” para ello.

¿Qué dice China sobre la OTAN?

Suponer que el viaje del anterior secretario general de la OTAN a los aliados más históricos y fieles de los EE.UU. en Asia-Pacifico supusiera sin duda un primer paso dentro de una nueva política atlantista en el área no es una quimera. Los EE.UU. lo aprovecharán sin duda para apoyar su política hegemónica en la zona. Tras la visita de Stoltenberg, el entonces portavoz de la Cancillería china Lin Jian rápidamente se apresuró a instar a que la OTAN se ciñera a su "naturaleza defensiva y regional", declarando su esperanza de que la Organización no se implicara en Asia-Pacífico "para atizar el conflicto y la confrontación y socavar la prosperidad y la estabilidad regional". Han pasado apenas dos años desde aquel momento. China no ha cambiado pero la OTAN puede hacerlo al dictado de su nuevo “emperador” Donald Trump.