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¿Debe Europa tener su propio ejército? Los nuevos actores y movimientos reavivan el debate

La creciente tensión geopolítica y la dependencia de la OTAN estimulan la discusión sobre la necesidad de una fuerza militar europea. Análisis sobre su viabilidad o si sigue siendo una utopía.

Pedro Fernaud

Periodista

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El debate sobre si Europa debe tener su propio ejército está muy vivo.
El debate sobre si Europa debe tener su propio ejército está muy vivo.

La seguridad europea ha sido puesta a prueba como nunca antes en el siglo XXI. Hablamos de un repertorio de eventos de primer orden que incluyen desde la anexión de Crimea en 2014 hasta la vigente guerra en Ucrania. El caso es que la Unión Europea (UE), tradicionalmente dependiente de la OTAN y de Estados Unidos en materia de defensa, afronta un dilema crucial: ¿debe dotarse de un ejército propio para garantizar su autonomía estratégica?

La cuestión, que durante décadas fue considerada un tabú, ha cobrado nueva relevancia ante el aumento de las amenazas externas y la fragmentación del orden global. Figuras como Josep Borrell, Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad entre 2019 y 2024, y Emmanuel Macron, presidente de Francia, han defendido la necesidad de una mayor integración militar, mientras que otros expertos advierten sobre los desafíos logísticos y políticos de una iniciativa de tal envergadura.

La UE delibera sobre su marco común de defensa

Los líderes de la Unión Europea se reunieron recientemente, el pasado 3 de febrero, en el castillo de Limont, cerca de Bruselas, en una cumbre informal convocada por el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, con el objetivo de sentar las bases de un debate estratégico sobre el futuro de la defensa europea. El asunto gira en torno a dos principios: mayor inversión en defensa y una cooperación más estrecha entre los Estados miembros. En esta dirección, 19 países, incluida España, han solicitado a la presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Nadia Calviño, que ajuste su política de préstamos y explore la emisión de “bonos de defensa”.

Se trata de un asunto prioritario en la agenda de los países europeos, cuyos intereses están entremezclados con otra instancia del más alto nivel, porque 23 de los 27 Estados comunitarios son también aliados de la OTAN. Diecisiete de los socios europeos de esa organización militar han suscrito el compromiso de gastar un 2% del PIB en defensa; seis no, entre ellos España (que con el 1,28% de gasto militar está a la cola) e Italia. En el marco actual se está dando prioridad a las protecciones aéreas, los misiles, las municiones y el transporte militar. El debate está pues muy vigente, tanto es así que la Alianza Atlántica discute un nuevo techo de gasto que podría superar el 3%.

Claves para articular un ejército unificado de la UE

En esta coyuntura, Escudo Digital ha querido profundizar sobre las aristas y derivadas de la opción de conformar un ejército que opere bajo un mando único con bandera de la Unión Europea. Para reflexionar sobre el tema, hemos consultado a Yago Rodríguez, director de The Political Room y fundador del canal Cosas Militares. Lo primero que preguntamos a este analista militar es: ¿Cuáles serían los principales beneficios estratégicos y operativos de un ejército unificado de la UE en el actual contexto geopolítico, marcado por la guerra en Ucrania y la creciente competencia entre potencias? “Un ejército unificado nos permitiría competir de tú a tú con el resto de grandes potencias, sentándonos a la mesa para obtener nuestra tajada de los grandes acuerdos… También nos permitiría ahorrar en presupuesto militar, obtener una industria más eficiente e influir políticamente con esta a la vez que obtenemos mayores ahorros”, señala.

Dado que la política de defensa sigue siendo, a día de hoy, una competencia nacional dentro de la UE, interpelamos a este experto acerca de qué obstáculos políticos, económicos y logísticos considera que dificultarían la creación de una fuerza militar común eficaz y operativa. Rodríguez estima que “el gran obstáculo es que la UE ni es ni será un Estado nación a corto plazo, así que es imposible efectuar una transferencia de soberanía que habilite a la creación de un instrumento armado al servicio directo de Bruselas; en menor medida, también existe un enorme problema de reparto industrial y de unidades respecto a quién se queda con qué”.

Algunos críticos argumentan que un ejército unificado podría debilitar la relación transatlántica con la OTAN, mientras que otros lo ven como un complemento necesario para una mayor autonomía estratégica europea. Ante esta disyuntiva, inquirimos al director de Political Room su valoración al respecto y hasta qué punto cree que la UE podría equilibrar ambas dinámicas: “Hasta cierto punto es cierto que a medida que crezca la UE de la Defensa se producirá un juego de suma cero con la OTAN, no obstante creo que aún en el caso del nacimiento de un Estado eurounidense las relaciones transatlánticas persistirían en el marco de la OTAN, aunque mutarían sensiblemente en su naturaleza y equilibrios internos".

¿Y si defensa deja de ser competencia nacional?

En este artículo de Carmen Gómez-Cotta para Ethic, se incluyen opiniones relevantes como la de José María de Areilza, secretario general del Aspen Institute Spain, quien advierte de que “Europa es vulnerable a Rusia en materia energética y a China en industrial, y dependemos de Estados Unidos en seguridad y tecnología”, y apunta la necesidad de que la Unión Europea supere el tabú de estimar la seguridad y la defensa como competencias exclusivamente nacionales. Asimismo, Jorge Dezcallar, embajador de España y primer director civil del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), afirma que la UE debe desarrollar “una fuerza militar autónoma pero compatible con la OTAN”.

Los expertos coinciden en ponderar la importancia de la interoperabilidad y la coordinación entre los países europeos para responder eficazmente a los desafíos del siglo XXI. En esa dirección, José Ignacio Torreblanca, director del European Council on Foreign Relations (ECFR) en Madrid, matiza que “no ser un solo ejército no es necesariamente un obstáculo”, al tiempo que enfatiza que lo esencial es operar conjuntamente mediante doctrinas, entrenamientos y equipamientos comunes. Además, Wildred Wan, director del Programa de Armas de Destrucción Masiva del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), señala la creciente relevancia de las armas nucleares en el escenario internacional, lo que evidencia la urgencia de modernizar y consolidar las capacidades defensivas de la UE.

¿Cómo se llama el ejército europeo?

Llegados a este punto, conviene aclarar que ya existe un embrión del ejército europeo. Se denomina Eurocorps y fue creado en 1992. Se trata de una fuerza militar multinacional que representa un primer paso hacia la integración de una defensa europea común. Compuesto por tropas de países como Alemania, Francia y España, opera bajo el mando de la UE y la OTAN, y refleja la ambición de Europa de reducir su dependencia estratégica de Estados Unidos. Aunque aún limitado en tamaño y capacidades, el Eurocorps simboliza la voluntad política de construir una estructura de defensa autónoma, que podría evolucionar en el futuro hacia un verdadero ejército europeo si se refuerzan las competencias y la cooperación militar entre los Estados miembros.

¿Cuáles son los 5 ejércitos más poderosos?

Si se formaliza ese ejército europeo, ¿con qué potencias tendría que dirimir la supremacía mundial? Según el ranking elaborado por el medio Global Firepower para 2025 (que se sustenta en una evaluación de más de 60 factores, entre los que están el número de efectivos, armamento y vehículos de combate disponibles), los cinco ejércitos más poderosos del mundo son:

  • 1. Estados Unidos. Mantiene su liderazgo con un presupuesto de defensa que supera los 800.000 millones de dólares anuales, lo que le permite articular una fuerza militar tecnológicamente avanzada y una proyección global sin igual.
  • 2. Rusia. A pesar de los desafíos económicos que afronta, el país gobernado por Vladimir Putin conserva una posición destacada gracias a su vasto arsenal nuclear y una de las mayores fuerzas terrestres del mundo, con más de un millón de soldados activos.
  • 3. China. con una inversión significativa en modernización militar, el Titán Asiático ha ampliado rápidamente sus capacidades, una dinámica que incluye la construcción de la base militar más grande del mundo, la “Ciudad militar de Pekín”, que se espera esté lista para 2027.
  • 4. India. La fuerza militar de esta superpotencia se basa en una gran mano de obra (es el país más poblado del planeta) y una creciente industria de defensa, lo que ha fortalecido su posición en el escenario militar global.
  • 5. Corea del Sur. El ascenso de este país como potencia armamentística planetaria responde a una inversión continua en tecnología militar y una posición estratégica en Asia Oriental, factores que la convierten en una fuerza militar robusta y avanzada.

¿Está sobre la mesa la opción de un ejército paneuropeo?

Según el profesor Daniel Fiott, jefe del Programa de Defensa y Arte de Estado del Centro para la Seguridad, Diplomacia y Estrategia de la Escuela de Gobernanza de Bruselas, en declaraciones que recoge Euronews, “hasta donde yo sé, y me considero relativamente bien informado, no hay planes secretos encerrados en oficinas en algún lugar de Bruselas con este tipo de plan. Así que creo que la palabra ‘mito’ da en el clavo en este contexto y en este debate”.

Fiott recuerda además que, tras el fracaso del intento de crear un Ejército europeo en los años 50 (cuando, por ejemplo, Francia e Italia abandonaron el proceso iniciado por Bélgica, Alemania Occidental, Luxemburgo y los Países Bajos), la UE ha optado por desarrollar una Política Común de Seguridad y Defensa que, si bien integra recursos y capacidades, se basa en la colaboración entre Estados miembros y no en la creación de una fuerza militar unificada.

Por su parte, el profesor Sven Biscop, de la Universidad de Gante y director del programa Europa en el Mundo del Real Instituto de Relaciones Internacionales de Bruselas (Egmont), destaca que “deberíamos centrar nuestra atención en lo que los Estados miembros obviamente consideran más importante, y es la OTAN”, y subraya el valor de fortalecer la colaboración europea dentro de esta alianza en lugar de crear una estructura militar propia.

Argumentos a favor de un ejército unificado de la UE

Los defensores de un ejército europeo unificado sostienen que la integración en materia de defensa potenciaría la capacidad de respuesta de la Unión ante amenazas comunes, al tiempo que permitiría optimizar recursos y eliminar duplicidades en las inversiones en defensa. Es un asunto que congrega un alto consenso popular, según datos del Eurobarómetro, el 81% de los ciudadanos de la UE respalda una política de defensa y seguridad común.

Y es que la necesidad de una mayor autonomía estratégica quedó en evidencia durante la evacuación de Kabul en agosto de 2021, cuando el Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, lamentó la incapacidad de Europa para desplegar tropas de manera independiente: “Como europeos no hemos podido enviar 6.000 soldados alrededor del aeropuerto de Kabul para asegurar el área. EE.UU. lo ha hecho, pero nosotros no”. En esa dirección, durante una visita a Kiev, Borrel declaró: “Europa no puede estar cada cuatro años dependiendo del humor de los electores estadounidenses”, subrayando la importancia de una mayor autonomía europea en materia de seguridad.

Con este escenario, líderes como el presidente francés Emmanuel Macron han abogado enérgicamente por un proyecto militar conjunto que refuerce la soberanía europea: “Europa debe dotarse de una fuerza de intervención común, un presupuesto común de defensa y una doctrina común para actuar”. Mientras que Angela Merkel, la ex canciller alemana, declaró en 2018 en un discurso ante el Parlamento Europeo que “Europa debe tomar su destino entre sus manos, porque la época en la podíamos confiar sin reservas en los demás ha terminado", y abogó por crear un verdadero ejército europeo, como complemento de la OTAN, para "demostrar al mundo que nunca más habrá guerra entre los países europeos".

Este impulso se aprecia también en iniciativas concretas como la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) y el Fondo Europeo de Defensa, que han facilitado proyectos colaborativos en áreas estratégicas, desde la ciberseguridad hasta la vigilancia marítima. En esa misma línea se enmarcan los esfuerzos recientes como la Ley de Apoyo a la Producción de Munición (ASAP) y la Ley de Contratación Pública Común de Defensa (EDIRPA), que demuestran un compromiso tangible por parte del Parlamento Europeo para impulsar la producción conjunta y la adquisición coordinada de armamento.

Estas medidas no solo buscan reforzar la base industrial y tecnológica de la defensa europea, sino que también representan un paso hacia la consolidación de una política de seguridad común que podría reducir la dependencia de actores externos y fortalecer la autonomía estratégica de la UE. En el artículo El camino equivocado de militarizar la UE, escrito por Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), el experto advierte sobre el peligro de aumentar el gasto en defensa sin una estrategia verdaderamente comunitaria.

Según el autor, los países que integran la Unión Europea y, sobre todo, los que también conforman la OTAN se encuentran bajo la presión de Estados Unidos, y en particular de Donald Trump, quien ha instado a los países europeos a incrementar su presupuesto militar al “5% del PIB”, lo que se ha traducido en que los miembros de la OTAN han acelerado un proceso de rearme que “podría comprometer los principios fundacionales de la Unión Europea”.

Esta falta de autonomía estratégica se refleja en el hecho de que el 78% del material de defensa adquirido por los Veintisiete proviene del exterior, con Estados Unidos como principal proveedor. Además, los fondos europeos destinados a reforzar la capacidad militar no han logrado superar los intereses nacionales, generando duplicidades en algunas áreas y carencias en otras. Para Núñez Villaverde, esta situación refuerza la necesidad de una “Europa de la defensa” que garantice su seguridad sin depender exclusivamente de Washington.

Además, el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) argumenta que la seguridad de la UE no puede reducirse al ámbito militar, ya que existen amenazas como el cambio climático, el terrorismo y el auge de la ultraderecha que requieren consolidar la unión política y desarrollar una estrategia común, evitando caer en un militarismo descontrolado que podría socavar el consenso social y los valores europeos.

En una línea parecida se expresa Pilar Rangel, experta en terrorismo internacional y en la lucha contra Daesh, que sostiene que “la UE necesita un ejército europeo propio porque ya vemos las amenazas que nos llegan desde el exterior tanto del flanco este como del flanco sur”, al tiempo que advierte de que los intereses de la OTAN no siempre coinciden con los de la UE.

Claves del recelo contra un ejército unificado de la UE

Quienes se oponen a la creación de un ejército unificado en la UE señalan que la defensa sigue siendo una prerrogativa nacional enraizada en las políticas de seguridad de cada Estado miembro. El Tratado de Lisboa, por ejemplo, establece la prioridad de la defensa nacional, y reconoce la diversidad de enfoques, como la pertenencia a la OTAN o la adopción de posturas de neutralidad, que caracterizan a países como Irlanda, Malta o Austria. Estos países argumentan que una integración militar profunda podría vulnerar su soberanía y comprometer decisiones estratégicas históricamente vinculadas a su identidad nacional. Además, la disparidad en capacidades y presupuestos militares entre los Estados miembros dificultaría la armonización de criterios y procedimientos, generando tensiones en la toma de decisiones y en la asignación de recursos.

Otro argumento contra la unificación militar es el riesgo de crear duplicidades y conflictos de intereses en el seno de la UE, donde las prioridades nacionales pueden diferir notablemente. Para estos críticos, resulta clave preservar la autonomía nacional y evitar la burocratización inherente a una estructura militar centralizada, que podría verse afectada por lentos procesos de consenso y diferencias políticas históricas.

En definitiva, el debate sobre un ejército europeo trasciende la cuestión militar: se trata de definir el papel de la UE en el mundo y su capacidad de actuar con independencia en materia de seguridad. La viabilidad de esta propuesta dependerá de varios factores clave, como la interoperabilidad entre los ejércitos nacionales, la integración de capacidades y la existencia de una estructura de mando eficiente. Además, para que este ejército sea relevante en el escenario internacional, deberá contar con un presupuesto robusto, una estrategia clara y una coordinación efectiva con la OTAN.

Aunque las diferencias entre los Estados miembros dificultan la materialización de este proyecto, la creciente inestabilidad global obliga a Europa a replantearse su papel como actor geopolítico. El camino hacia una defensa común aún está lleno de obstáculos, pero cada crisis refuerza la necesidad de una respuesta más cohesionada y autónoma por parte de la UE.