Elecciones Venezuela 2024, una posibilidad real de cambio

Nicolás Maduro busca su tercer mandato en un entorno de creciente competencia con Edmundo González Urrutia, un diplomático retirado que ha ganado apoyos.

Oscar Ruiz -Escudo Digital.

Experto en migraciones y analista internacional.

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Urna pintada con la bandera nacional de Venezuela.
Urna pintada con la bandera nacional de Venezuela.

Venezuela se enfrenta este domingo, 28 de julio de 2024, a unas elecciones presidenciales decisivas. Aquí no solo se está jugando el futuro líder del país, sino también abordar de manera directa las profundas crisis políticas y económicas que los últimos años han asolado al estado venezolano. Nicolás Maduro ha sido una figura muy controvertida desde su ascenso al poder. Su gestión ha sido marcada por la erosión de las instituciones democráticas, una mala gestión económica y mucha represión política. Pero sí es cierto que la comunidad internacional y sobre todo, muchos venezolanos, desconfían de la transparencia de las elecciones, dado el historial de manipulación electoral en los comicios anteriores. A pesar de las críticas, Maduro mantiene una base de apoyo leal y el respaldo de su partido, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Por otra parte, Edmundo González Urrutia se presenta como la principal esperanza de la oposición, representando a la Plataforma Unitaria Democrática y ha prometido restaurar la democracia, liberar a los presos políticos y revitalizar la economía. Su campaña ha ganado fuerza especialmente después de que otros candidatos prominentes, como María Corina Machado, fueran descalificados (o eliminados) por el gobierno actual. González propone una serie de reformas económicas que incluyen la privatización de empresas estatales y la atracción de inversiones extranjeras.

Las elecciones de 2024 están rodeadas de preocupación y escepticismo, y de hecho, informes de represión y la detención de figuras de la oposición aumentan las dudas sobre la imparcialidad del proceso. Human Rights Watch ha documentado numerosas violaciones de derechos humanos, incluidas más de 280 detenciones políticas. La revocación de la invitación a la Unión Europea para enviar observadores electorales por parte del gobierno de Maduro añade más incertidumbre sobre la transparencia del proceso. Sin embargo, el gobierno de Maduro ha permitido la participación de otros observadores internacionales, incluyendo una misión del Centro Carter.

La economía venezolana colapsó bajo la administración de Maduro, con una contracción del PIB de aproximadamente tres cuartos desde 2013. La hiperinflación, la corrupción y la mala gestión han sumido a millones en la pobreza extrema y han provocado la migración masiva de más de 7 millones de venezolanos. Un cambio en el liderazgo podría ser un paso hacia la recuperación económica, la estabilización política y la mejora de las condiciones de vida para los venezolanos.

¿Y si Maduro perdiera las elecciones?

La derrota de Nicolás Maduro marcaría sin lugar a dudas el inicio de una nueva era para Venezuela, con implicaciones profundas en varios aspectos.

Primero, restauración de la democracia. Sin duda una derrota de Maduro podría marcar el muy esperado inicio de la restauración de las instituciones democráticas en Venezuela. Edmundo González ha prometido reinstaurar la independencia del poder judicial, legislativo y de las agencias gubernamentales. Esto podría incluir la liberación de los presos políticos y la reaparición de la libertad de expresión y prensa. Esto sería fundamental para reconstruir la confianza pública en las instituciones y el sistema democrático del país.

Segundo, revitalización económica. La oposición busca revitalizar la economía venezolana después de décadas de una pésima gestión y muchísima corrupción. Esto podría incluir la privatización de empresas estatales, especialmente en el sector petrolero, y la atracción de inversión extranjera. La implementación de reformas económicas podría conducir a una mejora en los estándares de vida y una reducción en la tasa de pobreza de los venezolanos que llevan en la miseria desde hace muchos años. El candidato González ha alineado su plan económico con el de Machado, que incluye la transición hacia fuentes de energía renovables y la búsqueda de préstamos de organizaciones multilaterales para ayudar a solventar la deuda de Venezuela, estimada en 150 mil millones de dólares.

Tercero, migración y retorno de venezolanos. Que gane la oposición crearía condiciones más favorables para el retorno de millones de venezolanos que han emigrado debido a la crisis económica y política. La mejora en la estabilidad económica y la implementación de políticas inclusivas podrían incentivar el regreso de profesionales y trabajadores cualificados, lo que contribuiría al desarrollo del país. Un cambio de administración podría detener el éxodo masivo, estabilizando la situación demográfica y fortaleciendo la economía con la reintegración de una fuerza laboral suficientemente capacitada.

Cuarto, relaciones internacionales. El cambio de gobierno llevaría sin duda a una mejora en las relaciones diplomáticas con países de la región y con potencias mundiales que actualmente se consideran prácticamente enemigos del país, levantando gradualmente las sanciones internacionales y la reanudación de la cooperación económica y política con la comunidad internacional. La normalización de las relaciones exteriores podría atraer inversiones y apoyo internacional para la reconstrucción del país.

Quinto, estabilidad política. Se espera que un cambio de administración lleve al país estabilidad política a largo plazo, aunque también es probable que enfrente desafíos importantes. La transición de poder desencadenaría escenas de violencia y mucha resistencia por parte de los seguidores de Maduro y también de los elementos del aparato estatal que se benefician del status quo. La comunidad internacional, incluidos organismos como las Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos, tendrá un papel crucial en apoyar una transición pacífica y ordenada.

Lo que parece claro es el cambio de tendencia en la intención de voto de los venezolanos que se han acercado cada vez más a la oposición, especialmente en zonas rurales que eran bastiones chavistas y que ahora, el opositor González Urrutia tiene una intención de voto del 50-60%, comparado con el 10-30% de Maduro. El problema es y será la manipulación electoral de Maduro, porque pone en riesgo (por no decir que hace imposible) la posibilidad de un cambio de gobierno, y todo ello a pesar de haber firmado el acuerdo de “elecciones libres” en Venezuela a cambio de aliviar las sanciones internacionales a Caracas. Para intentar evitar, en la medida de lo posible la manipulación electoral de Nicolás Maduro, la oposición ha organizado una suerte de “comanditos” y planea colocar alrededor de 600.000 testigos de mesa para supervisar el voto de los venezolanos e intentar evitar la corrupción electoral, ya que para tener alguna posibilidad, la capacidad de la oposición para garantizar una supervisión adecuada de las elecciones será vital. También, otros países, principalmente Estados Unidos, Colombia y Brasil tienen un papel muy importante en estas elecciones y están presionando al régimen de Maduro de una forma mucho más activa para minimizar la mencionada manipulación en las elecciones de este próximo domingo 28.

En definitiva, la resiliencia de la oposición (antes y después de las elecciones) será fundamental para poder aprovechar esta pequeña oportunidad que se presenta de un cambio de administración en Venezuela, y que solo ha traído pobreza y violencia a un país hermano que no merece a los gobernantes que tiene. El 28 puede ser un momento histórico y representar un punto de inflexión para el país, y sobre todo, el comienzo de una nueva era para los venezolanos.

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