A finales de julio, se celebró una sesión extraordinaria en el Congreso de los Estados Unidos. Durante cuatro horas, tres reputados ex militares dieron su testimonio sobre avistamientos de ovnis y posibles realidades alienígenas de los mismos. Sus declaraciones responden al fenómeno social de un creciente número de avistamientos de objetos voladores no identificados en el país norteamericano. El fenómeno ha cobrado tal fuerza ante la opinión pública, que la NASA (la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio Estadounidense) se ha comprometido a presentar un informe en un mes para explicar las posibilidades que hay de que haya vida alienígena que ya haya contactado con la humanidad.
Ovni, conviene empezar recordándolo, significa "Objeto Volador No Identificado", un vocablo empleado para describir cualquier objeto en el cielo que no puede ser identificado de manera inmediata como un fenómeno natural, avión, o cualquier otra aeronave conocida avistado por personas y, en muchos casos, con características o comportamientos pueden desafiar explicaciones convencionales. Recientemente este término se ha ido sustituyendo cada vez más por UAP, Fenómeno Anómalo no Identificado, por sus siglas en inglés, que incluye no solo a objetos volantes sino a cualquier tipo de fenómeno anómalo con independencia de que se aviste en el aire, mar o tierra.
Cada vez se avistan más ovnis
El caso es que el avistamiento de ovnis está creciendo de manera exponencial en Estados Unidos en los últimos tiempos (durante el tiempo de la pandemia por la COVID se incrementaron significativamente esos avistamientos). Un dato ilustra esta tendencia: a principios de 2023, el Pentágono estadounidense informó de que había recopilado 247 informes en 17 meses anteriores, casi tantos como en los 17 años anteriores. En abril la cifra escaló hasta 650, lo cual habla de un fenómeno de percepción, o de estado psicosocial, o de atención a la realidad aérea (puede que una combinación de los tres factores) digna de estudio.
El caso es que el fenómeno viene de largo en el tramo histórico social reciente. Recapitulemos: el discurso público sobre los ovnis alcanzó una dimensión extraordinaria en 2017, gracias a un artículo de The New York Times, en el que se detallaba que el Departamento de Defensa estadounidense tenía en marcha un programa de identificación de amenazas aeroespaciales avanzadas, que comenzó a funcionar gracias al impulso del fallecido senador demócrata por Nevada, Harry Reid. En ese estado se encuentra el Área 51, base militar secreta e icono de esa parte de la cultura popular que se nutre sobre teorías de la conspiración sobre alienígenas, ovnis y operaciones encubiertas del Gobierno estadounidense para, supuestamente, ocultar al mundo las pruebas de que existe la vida extramuros de nuestro planeta.
Dos años después, en 2020, el Pentágono difundió una serie de videos previamente clasificados de pilotos comprometidos en tres incidentes que tuvieron lugar en 2004 y 2015, en los que parecen apreciarse encuentros con ovnis. La inteligencia estadounidense ha expresado que, si bien no existían pruebas de actividad extraterrestre vinculada con esos objetos, tampoco la descartan categóricamente. No obstante, los investigadores científicos dedicados a estos menesteres han constatado que muchos avistamientos son de origen peatonal, desde globos meteorológicos hasta drones. Esos avistamientos también encajan en la definición de basura en el aire y están relacionados en ocasiones con la actividad de pájaros y aves voladoras.
Y es que con cierta frecuencia, lo ordinario se transforma en misterioso debido a sencillas ilusiones ópticas. Hablamos de fenómenos ópticos que alteran la perspectiva con la percibimos la realidad. Se han documentado casos en los que se ha percibido al planeta Venus, que es casi tan grande como la Tierra (con el matiz de que se encuentra a 70 millones de kilómetros de distancia de nosotros), como un objeto espacial volador. Del mismo modo, pequeños fragmentos de "caspa espacial", desde agua cristalizada hasta escamas de aislamiento, se han confundido en un momento dado con intrusos extraterrestres que se acercan en el horizonte.
Tres militares retirados validan con sus testimonios la realidad ufológica
El creciente interés por el fenómeno ovni se ha visto avivado por las declaraciones de tres veteranos militares estadounidenses, que testificaron en la muy esperada audiencia sobre ovnis que se celebró a finales de julio en el Congreso de Estados Unidos. En concreto, los miembros de la subcomisión de Seguridad Nacional, Frontera y Asuntos Exteriores del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes escucharon durante más de cuatro horas, en una una extraordinaria y muy infrecuente demostración de sintonía bipartidista, los relatos de tres testigos (que fueron denominados “valientes” de manera consensuada, tanto por parte de los representantes demócratas como de los republicanos) sobre sus experiencias con objetos no identificados
Seguramente, el testimonio más relevante de esa comparecencia fue el del ex oficial de inteligencia de la Fuerza Aérea, David Grusch, quien señaló que el gobierno de los EE. UU. ha operado un programa secreto de ingeniería inversa durante "varias décadas" de naves alienígenas recuperadas. O lo que es lo mismo: que ha desarrollado un proyecto de largo alcance con sus científicos para replicar la tecnología con la que se construyeron esas aeronaves de presunto origen extraterrestre. También apuntó que Estados Unidos ha recuperado "elementos biológicos" no humanos (ADN alienígena) de los supuestos lugares en los que se produjeron accidentes de esas aeronaves extraterrestres. “Mi testimonio se sustenta en la información que me han dado 40 testigos, mediante entrevistas, durante cuatro años; personas cuyo desempeño profesional se caracteriza por un largo historial de legitimidad y servicio a EE. UU., muchas de las cuales también compartieron pruebas convincentes en forma de fotografías, documentación oficial y testimonios orales clasificados”, expresó Grusch. Si bien se abstuvo de compartir más información en la audiencia pública, este militar en la reserva se ofreció a revelar los detalles a puerta cerrada.
Durante su testimonio, Grusch agregó que conoce a "múltiples colegas" que resultaron heridos físicamente por la actividad de UAP. Señaló que se le negó el acceso a esos programas cuando lo solicitó, y denunció que un grupo de militares se había adueñado indebidamente de fondos para proteger estas operaciones de la supervisión del Congreso.
¿Qué dice el Gobierno de EE. UU. de esas acusaciones?
El Pentágono (la sede y el organismo que representa el Departamento de Defensa de Estados Unidos), por su parte, niega rotundamente las afirmaciones de Grusch sobre un programa de ingeniería inversa y recuperación de accidentes UAP. "Hasta la fecha, la Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios (AARO) no ha descubierto ninguna información verificable para corroborar las afirmaciones de que los programas relacionados con la posesión o la ingeniería inversa de materiales extraterrestres hayan existido en el pasado o existan actualmente", señaló concretamente Sue Gough, una portavoz del Pentágono, en declaraciones a la revista TIME por medio un comunicado.
La responsable de la seguridad estadounidense agregó al respecto que “nuestro Departamento está íntegramente comprometido con la apertura y la responsabilidad ante el pueblo estadounidense, lo que debe equilibrar con su obligación de proteger la información, las fuentes y los métodos confidenciales”, continuó en su declaración. En ese sentido, abrió la puerta a desclasificar algunas de esas informaciones cuando señaló que "el Departamento de Defensa también está comprometido con la presentación de informes oportunos y completos al Congreso".
En cualquier caso, resulta muy interesante que, aunque la vida extraterrestre ha estado envuelta durante mucho tiempo en el estigma, la confusión y el secreto, los legisladores del Partido Demócrata y el Partido Republicano de Estados Unidos, con toda la diversidad de opciones del espectro político estadounidense que esto representa, se hayan puesto de acuerdo para impulsar más investigaciones sobre el tema como un asunto de seguridad nacional.
Ovnis: a medio camino entre la seguridad y la ciencia
Resulta muy didácticas al respecto las reflexiones que compartió en el congreso de la considerada primera potencia mundial a escala política, económica y militar Ryan Graves, un ex piloto de la Marina que ahora dirige Americans for Safe Aerospace (Americanos por un espacio aéreo seguro), asociación que fundó para alentar a los pilotos a informar incidentes de fenómenos anómalos no identificados. Graves instó a que "dejemos de lado el estigma y abordemos el problema de seguridad y protección que representa este tema”, dijo en su comparecencia ante el Congreso. “Si los UAP son drones extranjeros, es un problema urgente, de seguridad nacional”, señaló en un ejercicio de pedagogía. Para después matizar que “si es otra cosa, es un tema para la ciencia. En cualquier caso, los objetos no identificados son una preocupación para la seguridad del vuelo”.
Graves relató así mismo un avistamiento OVNI que presenciaron en 2014, cuando era piloto de F-18, y contempló, en episodios separados y coincidentes junto a sus compañeros de servicio en vuelo, “un cubo gris oscuro o negro dentro de una esfera transparente que se acercó a 15 metros del avión que encabezaba la flotilla. Calculamos que tenía entre 1,6 y 3 metros de diámetro. Este objeto permaneció durante unos 45 segundos más o menos antes de salir disparado sobre la montaña”, afirmó. Esos encuentros se prolongaron durante 8 años y llegó un momento en el que ese conjunto de pilotos "planificaron sus planes de vuelo anticipando ese curioso fenómeno UAP". Al tiempo que contó sus temores a consignarlos en informes escritos por miedo a que se cuestionara su salud mental o su idoneidad para realizar dichos vuelos. Graves también describió un relato que le confiaron un grupo de contratistas de Boeing, quienes contemplaron un gigantesco objeto de color rojo no identificable del tamaño de un campo de fútbol, que se acercaba a la Base de la Fuerza Aérea Vandenberg en 2003.
Otro de los testigos que compareció ante el Congreso estadounidense, el comandante David Fravor, también un piloto retirado de la Marina, testificó cómo presenció en 2004 un ovni con la forma de un “tic tac”, un popular caramelo norteamericano que parece una píldora, con capacidades de vuelo imposibles para la tecnología de los Estados Unidos.
Graves declaró que, si su país posee ese tipo de tecnología, “necesita supervisión” de los legisladores, que son los que tienen que decidir qué es lo mejor para los intereses de los estadounidenses. Fravor dijo que pasaron varios años antes de que los funcionarios hicieran un seguimiento de los eventos extraordinarios del día e incluso entonces, agregó, "no se hizo nada".
Robert García, representante demócrata por California, al hilo de estas declaraciones, solicitó al Comité que afronte el asunto con “mente abierta”. Al tiempo que expresó que “los UAP, sean lo que sean, pueden representar una seria amenaza para nuestras aeronaves militares y civiles, y eso debe entenderse”. Para acabar remachando: “deberíamos alentar más informes, no menos sobre UAP. Cuanto más entendamos, más seguros estaremos”.
Como hilo conductor que confiere credibilidad a todos esos testimonios conviene señalar que cada testigo en la audiencia del miércoles tiene un historial de servicio con múltiples reconocimientos en el ejército de los EE.UU. y en al menos un caso mostraron grandes reservas sobre relatar sus historias.
Ningún funcionario del gobierno testificó en la audiencia que vertebra esta información, aunque Sean Kirkpatrick, el director de la oficina del Pentágono que se enfoca en UAP, dijo a un subcomité del Senado en abril que el gobierno de EE. UU. estaba rastreando 650 casos potenciales de fenómenos aéreos no identificados, reproduciendo videos de dos de los episodios. Durante ese testimonio público, Kirkpatrick puso el acento en que no había evidencia de vida extraterrestre y que su oficina no encontró “prueba creíble” de objetos que desafíen las leyes conocidas de la física.
Frente a esa valoración, Graves, que sirvió en la Marina durante más de una década, señaló que “estos avistamientos no son raros ni aislados”. Para luego explicar que “tripulaciones aéreas militares y pilotos comerciales, observadores entrenados cuyas vidas dependen de una identificación precisa, son testigos frecuentes de estos fenómenos”.
¿Cómo se puede verificar la realidad de estos avistamientos ovni?
Los científicos y expertos más respetables del ámbito de la ufología señalan que se necesita una segunda imagen de otra cámara para confirmar fehacientemente la naturaleza de estos objetos. Según David Spergel, presidente de la Fundación Simons y máximo responsable del estudio UAP, aún no publicado de la NASA, muchos se clasifican fácilmente en dos categorías, según ha pormenorizado a la BBC.
Los primeros son objetos y eventos cotidianos que pueden describirse como globos, drones, fenómenos atmosféricos y anomalías dentro de la propia cámara. Cada vez que Spergel se entera de un incidente sospechoso relacionado con luces intermitentes, sabe que es muy probable que sea causado por aviones. "Solo ponemos luces intermitentes en las cosas que queremos que se vean. Entonces, cuando los ucranianos atacan las trincheras rusas o los rusos atacan las ciudades ucranianas, no ponen luces intermitentes en sus drones ni en sus aviones militares", detalla.
La segunda categoría está acreditada por un error mayúsculo que le sucedió al astronauta británico Tim Peake en 2015. Peake estaba contemplando por uno de los ojos de buey de su aeronave, en un viaje de 186 días a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS), cuando se percató de que las luces se movían en formación. Primero apreció tres, luego cuatro... más tarde, evocó en un programa de la BBC que estaba "perplejo", creyendo que estaba presenciando naves extraterrestres. Sin embargo, este astronauta británico pronto se percató de que, después de todo, no estaba mirando objetos distantes, sino pequeñas gotas. Se trataba, en efecto, de orina rusa, que se estaba filtrando a través de un vehículo de sonda cercano, donde se habría reciclado de nuevo en agua potable, y se congeló instantáneamente en cristales que reflejaban la luz.
Para aclarar ejemplos como estos, remarca el presidente de la Fundación Simons, “lo primero que estamos haciendo es recomendar que la NASA facilite la recopilación y el intercambio de datos de mejor calidad”. Spergel, no obstante, se muestra optimista cara al futuro. "Disponemos de tres a cuatro mil millones de teléfonos celulares distribuidos por todo el planeta; captan buenas fotografías y pueden registrar la hora local, la posición del GPS, los campos magnéticos locales y los campos gravitatorios: una cantidad muy estimable de información", señala. Spergel explica que el escenario ideal para verificar la realidad de un OVNI es tener una imagen de un objeto tomada por varias cámaras al mismo tiempo. Ese amplitud de puntos de vista posibilitaría a los investigadores confirmar que realmente existió, y que no fue provocado por un defecto en la óptica de su cámara, de manera que se podría triangular los datos de las cámaras para definir su distancia, posición y velocidad. Esta opción es crucial para determinar la naturaleza de esos objetos de una manera más rigurosa, porque muchos avistamientos de UAP implican una aceleración inexplicable, al menos con los fundamentos científicos que conocemos en la actualidad.
Sin embargo, sin una segunda imagen de otra cámara, puede ser extremadamente difícil confirmar la naturaleza de estos objetos: simplemente no disponemos de suficiente información para saber si son cosas pequeñas de cerca u objetos más grandes más lejos. “Entonces, creo que lo primero que estamos haciendo es recomendar que la NASA facilite la recopilación y el intercambio de datos de mejor calidad”, dice Spergel.
Si bien la audiencia de los militares retirados en el Congreso estadounidense ha representado un hito en la historia de la ufología, al arrojar luz sobre objetos inexplicables en el cielo, se quedó corta en suministrar respuestas no ya a la opinión pública estadounidense, sino mundial. En ese sentido, el coordinador del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, reconoció en fechas recientes que los ovnis han estado causando problemas a la Fuerza Aérea de los EE.UU., en particular para los ejercicios de entrenamiento de pilotos. “Cuando los pilotos intentan entrenar en el aire y perciben estas cosas, no están seguros de lo que son y (esa confusión) puede tener un impacto en su capacidad para perfeccionar sus habilidades. Así que ya tuvo un impacto desde ese punto de vista”, expresó Kirby en una conferencia de prensa en la Casa Blanca. “Queremos llegar al fondo de esto. Queremos entenderlo mejor”.
En resumen: existe un creciente interés bipartidista en el Capitolio por la reforma para recopilar información de calidad y contrastada sobre el fenómeno ovni (UAP en su denominación en inglés en la actualidad). Las disposiciones de la versión del Senado de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional de este año requerirían que las agencias federales entreguen los registros relacionados con UAP a un grupo de representantes del Congreso con el poder de desclasificarlos.
La NASA también toma cartas en el asunto
Al hilo de ese interés público, el director de la NASA, Bill Nelson, ha señalado que un comité de científicos está confeccionando un informe sobre las sospechas de vidas extraterrestres que se cree que hay en el espacio, el cual estará listo para finales de este próximo mes de septiembre. Como anticipo a las deliberaciones del estudio, el director general de la NASA ha comentado que él sí cree que hay vida fuera del planeta Tierra, ya que el universo es muy amplio. Además, ha apuntado que la probabilidad de que haya otro planeta Tierra en el espacio es de una en un trillón.
Se trata, en cualquier caso, de un escenario muy interesante para el devenir de la humanidad. Si se confirman los indicios de que una civilización alienígena nos ha contactado, seguramente nos abrirá más futuro un enfoque como el que se proponía en “Encuentros en la tercera fase", en el que prime el entendimiento y la cooperación con los emisarios de una civilización extraterrestre que tal vez nos puedan asesorar para tener mejores herramientas para superar los grandes retos a los que nos enfrentamos como especie.