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Geopolítica y militarización del Ártico: ejercicios militares y acuerdos de defensa (parte 2)

Dibujar una postura geopolítica preeminente en una zona relativamente abandonada hasta ahora como es el Ártico es, sin duda, una de las prioridades de Trump.

Javier Saldaña Sagredo

Coronel de Ejército de Tierra (R).

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Submarino entre el hielo ártico. Imagen de archivo.
Submarino entre el hielo ártico. Imagen de archivo.

Con la amenaza permanente del revisionismo ruso en el Ártico, la OTAN pronto activó al máximo su densa red de ejercicio militares de adiestramiento dando un giro de 180 grados y poniendo el foco en el norte de Europa.

Así, en 2018 se realizaron por primera vez en el flanco norte de la Alianza las maniobras Trident Junture que supusieron la participación de más de 50.000 efectivos, 250 aeronaves y 65 navíos de guerra. Se desarrollaron en territorio noruego y en aguas de los mares del Norte y Báltico y aunque su planeamiento y ejecución fue muy ambicioso en cuanto a la participación, su área de operaciones, sin embargo, fue muy restringida. Se evitó el mar de Barents, en un claro ejemplo de contención geográfica que los ejercicios rusos de adiestramiento, sobre todo navales, no tienen en cuanto a su realización en las aguas internacionales del Ártico occidental.

También son frecuentes los ejercicios militares que los países escandinavos llevan a cabo fuera de la OTAN fundamentalmente bajo el liderazgo del Reino Unido y los EE.UU. En el primer caso hay que destacar el ejercicio bianual Joint Warrior, organizado por el Reino Unido en el Mar del Norte frente a las costas de Noruega y que agrupa a más de diez mil efectivos aeronavales y terrestres de Alemania, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Noruega, Países Bajos, Polonia y Reino Unido, pais organizador.

En este sentido, una cuestión importante para tener en cuenta en la evolución en la estrategia regional ártica y quizás no tan conocida, son los acuerdos bilaterales de defensa que los EE.UU. están realizando con sus aliados en el área: Noruega (2021), Dinamarca (2022), Suecia (2023) y Finlandia (2023). Estos acuerdos de cooperación en materia de defensa y facilitaran sin duda el acceso de las Fuerzas Armadas norteamericanas a las bases de los países bálticos en una suerte de aproximación indirecta norteamericana hacia Rusia en el Ártico y que puede tener mayor alcance estratégico que la propia asociación en la OTAN. Destaca también en este campo la cooperación multilateral en materia de defensa de los países bálticos dentro de la Organización para la Cooperación Nórdica de Defensa (NORDEFCO) cuyo objetivo principal es fortalecer la defensa nacional de las naciones participantes, explorar sinergias comunes y facilitar soluciones comunes eficientes. NORDEFCO está compuesta por Dinamarca, Finlandia, Noruega, Islandia y Suecia.

Una colaboración que sin embargo no fue suficiente para contrarrestar la coercitiva estrategia de Rusia en el Ártico. Los países fronterizos de NORDEFCO con Rusia, Finlandia y Suecia, que se ampararon durante los largos años de la guerra fría de la excepción ártica (High North, Low Tension), pronto se han echado a los brazos de la OTAN ya que su neutralidad no es ahora suficiente para defenderse sin ayuda externa. Gracias a su ingreso en la Alianza Atlántica, la OTAN les proporciona ahora un refuerzo a sus propias capacidades militares especializadas en la defensa territorial como consecuencia de los largos años de amenaza permanente de la extinta URSS. En contrapartida, los nuevos socios atlantistas contribuirán al control de las líneas marítimas que circundan el Ártico, especialmente desde el mar de Barents al Atlántico norte reforzando así este último tramo que discurre frente a la larga costa noruega.

Actividades desestabilizadoras de bajo nivel en el Ártico

Pero la OTAN por sí misma, sin el impulso norteamericano, poco podría hacer, para contrarrestar la estrategia rusa del Ártico. Los EE.UU. emplean una estrategia basada en la monitorización y en la respuesta de acuerdo con los restos enfrentados. La monitorización implica una sólida recopilación de inteligencia para proporcionar indicaciones y advertencias tempranas para gestionar el riesgo. En este contexto, los EE.UU acusan a Rusia de estar llevando a cabo actividades desestabilizadoras de bajo nivel en el Ártico. Acciones como interferencias en el Sistema de Posicionamiento Global, clave para la navegación y las travesías intra árticas, o la realización de vuelos militares que invaden los espacios aéreos de soberanía de las naciones circundantes. En este sentido, en caso de que el entorno de seguridad se degrade de una manera que requiera una respuesta militar, la Estrategia militar norteamericana contempla el despliegue de una Fuerza Conjunta en Ártico en el momento y lugar necesario, tanto de forma independiente como en cooperación con sus socios y aliados.

Para ello, la coordinación y la colaboración en esta región de tres de los seis Mandos Unificados de Combate de los EE.UU. (CCMD, por sus siglas en inglés) es fundamental. En el Ártico confluyen las áreas de responsabilidad del Mando Unificado Europeo (USEUCOM), del Mando Unificado Norte (USNORTHCOM) y del Mando Unificado del Indo-Pacifico (USINDOPACOM).

Se da la circunstancia que, mientras Groenlandia y toda Europa (incluida Rusia hasta sus confines siberianos) están bajo la responsabilidad de USEUCOM, el polo norte y todo el territorio norteamericano y Canadá lo está bajo USNORTHCOM quedando bajo responsabilidad de USINDOPACOM toda la costa pacífica de Rusia hasta el estrecho de Bering, donde curiosamente confluyen las áreas de responsabilidad de los tres CCMD. En ese sentido, con el objetivo de asegurar la operatividad y el empleo de sus capacidades militares en todo el Ártico y en sus accesos los Mandos Unificados Combatientes con responsabilidad en el área programas ejercicios militares periódicos. Ello incluye despliegues y maniobras militares desde la propia plataforma territorial norteamericana, que incluye la península de Alaska, Canadá y el Reino de Dinamarca, esta última referida a la isla de Groenlandia, hasta el estrecho de Bering, en los confines de la Rusia siberiana.

Entre ellos, hay que destacar el ejercicio Arctic Edge, principal ejercicio ártico del USNORTHCOM, y el Northern Edge del USINDOPACOM ambos desarrollados en las inmediaciones de Alaska. EUCOM por su parte organiza cada dos años el ejercicio Artic Forge, solapándose con los ejercicios nacionales Local Defense en Finlandia y Joint Viking en Noruega.

Por lo que respecta a maniobras navales destacar también el ejercicio bienal de la Fuerza Atlántica de submarinos norteamericana Ice Camp, ejercicio de tres semanas de duración con la participación también de las Armadas de Canadá, Francia, Reino Unido y Australia. Por otra parte, para perfeccionar las capacidades de alerta temprana y defensa antimisiles del Ártico, EE. UU. realiza ejercicios conjuntos con Canadá a través de la Operación Nanook y los ejercicios Noble Defender dirigidos por NORAD (Nord American Air Defense Command), organización conjunta de Canadá y los Estados Unidos que provee de defensa y control aéreo a Canadá y al área continental de los Estados Unidos. NORAD también conduce el ejercicio Vigilant Shield con USNORTHCOM. En el Ártico europeo, los EE.UU. también organiza ejercicios dirigidos por USEUCOM incluyendo a países aliados de la OTAN, como el Nordic Response (basado en Noruega), el Dynamic Mongoose, (ejercicio de OTAN de guerra antisubmarina) y el Arctic Challenge, maniobras aéreas en el espacio aéreo finlandés con la participación también de aeronaves de Suecia, Noruega, Dinamarca, Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos, Republica checa y los EE.UU.

Canadá, el leal vecino del norte de EE.UU.

Para finalizar es necesario “romper una lanza” por Canadá, el leal vecino del norte de los EE.UU. al que también Trump también dedicó unas “palabras” en sus alegatos expansionistas junto a Panamá y Groenlandia. El concurso de Canadá en la política norteamericana para el Ártico es vital. Por eso, a pesar de que muchos analistas han visto en las palabras de Trump un sesgo anexionista, la referencia a Canadá es lógica en tanto en cuanto, según declara la actual Administración norteamericana, los EE.UU. no tienen en el mundo un amigo, socio ni aliado más próximo que Canadá. Es el mayor socio comercial de los EE.UU.; casi 2.600 millones de USD en bienes y servicios que cruzan la frontera común (la más extensa del mundo) cada año. Comparten además de un idioma común, lazos personales e incluso familiares estrechos entre ambas poblaciones y la pertenencia al club común de la OTAN. Además, como se ha expresado, en el ámbito de las relaciones bilaterales en materia de defensa los EE.UU. y Canadá disponen de unas capacidades militares comunes, claves en el Teatro de Operaciones del Ártico, como es el North American Aerospace Defense Command (NORAD) para la actuación conjunta y la coordinación estrecha en la defensa del espacio aéreo de ambos países.

Quizá Donald Trump y sus asesores no acertaron a crear una estrategia global estable que durante su primer mandato evitase los sobresaltos permanentes de sus socios al otro lado del Atlántico. Probablemente en un contexto en el que el “outsider” del partido republicano tuvo cuatro Jefes de Gabinete, tres Secretarios de Estado y otros tres de Defensa, fue muy difícil entrelazar un discurso coherente y creíble a nivel global que satisficiese a todos. Pero ahora Donald Trump ha tenido cuatro años para recapacitar y seguramente sus recientes declaraciones sobre Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá no son sino un pequeño adelanto de lo que será su política exterior para los próximos cuatro años. Establecer un orden y una primacía comercial norteamericana en su patio trasero (en relación con el canal de Panamá) y dibujar una postura geopolítica preeminente en una zona relativamente abandonada hasta ahora como es el Ártico serán, sin duda, dos de sus prioridades.