Desde el mismo momento –martes, 20 de agosto- en que los policías y guardia civiles veteranos de Ceuta y Melilla leían sobre la visita de la ministra Defensa a las islas Chafarinas y resto de los peñones africanos, en lo que los medios de Marruecos definían como “visita sorpresa el lunes y martes a varias islas ocupadas por España en el norte de Marruecos“, ya sabían que habría respuesta, y casi siempre es de la misma forma.
La tragedia del Tarajal – Ceuta 6 de febrero de 2014 y la matanza de la valla de Melilla Nador 24 de junio de 2022, han mostrado a las autoridades españolas que cuando Marruecos quiere no se producen esas grandes concentraciones en las que, en 24 horas, más de 1.500 migrantes intentan llegar a nado a territorio español, son interceptadas y desviadas en sus puntos de concentración, bosques y montes cercanos a Ceuta y Melilla.
Las autoridades de Marruecos saben que lo que mas teme el gobierno español son esas escenas de avalancha de personas desesperadas intentando cruzar una u otra frontera, y con gendarmes marroquíes (aquí sí salen por eso de la televisión) y policía española, impidiendo o ayudando según hayas traspasado la frontera o no. Y es por ello que, tras el viaje de la ministra de defensa española a los peñones en la isla Isabel II de Chafarinas, tras la reunión con los regulares de Melilla que se preparan para desplegar en la Operación de Apoyo a Irak, viaje del que no se informó a Rabat, supuso un enfado monumental del gobierno marroquí que, una vez más, se vengó de la forma que mejor saben: haciendo la vista gorda a los intentos de llegada de los migrantes.
En esta ocasión cabe señalar que desde Marruecos sí se informó al gobierno español de las maniobras militares que el país alauita desarrollará a partir del próximo 1 de septiembre en aguas situadas a unos 140 kilómetros de Fuerteventura, con lo que la falta de reciprocidad desató la ira de nuestros vecinos del sur, quienes reaccionaron tensionando una vez más las fronteras españolas en territorio ceutí y a demostrar que son ellos los que tienen la sartén por el mango.