Nord Stream 2, un sabotaje que puede salirle muy caro a Ucrania

En una guerra donde las herramientas híbridas y la desinformación son protagonistas totales del conflicto, la realidad sobre lo que ocurrió (y por qué ocurrió) está lejos de conocerse.

Oscar Ruiz -Escudo Digital.

Experto en migraciones y analista internacional.

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Nord Stream 2.
Nord Stream 2.

Según el informe publicado por The Wall Street Journal, en el ya vetusto mayo de 2022, un grupo de oficiales militares ucranianos y empresarios se reunieron para celebrar el (inesperado) éxito militar de Kiev contra invasor. Durante la reunión, con mucho alcohol de por medio, surgió la idea (siempre según la investigación oficial) de destruir los gasoductos Nord Stream que transportaban gas ruso hacia Europa y proporcionaban importantes ingresos al Kremlin. Este complicado plan fue concebido con la idea de infligir un golpe significativo a Rusia en su capacidad de financiar la guerra, sin medir bien las consecuencias del mismo. Cuatro meses después, el 26 de septiembre de 2022, se detectaron explosiones submarinas cerca de la isla danesa de Bornholm, que marcaron el inicio de una de las acciones de sabotaje más audaces y polémicas de los últimos tiempos.

Según la investigación, la operación no fue un despliegue de alta tecnología, sino una misión ejecutada por un equipo de seis personas a bordo de un pequeño yate alquilado. Este equipo incluía tanto militares en servicio activo como civiles con habilidades en buceo. Originalmente, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, habría dado su aprobación inicial al plan, pero más tarde intentó detenerlo tras recibir advertencias de la CIA norteamericana. A pesar de que la operación era ya vox populi para algunos servicios secretos, el equipo encargado de la operación continuó adelante con las modificaciones necesarias, logrando mantener la misión en secreto.

El grupo zarpó desde el puerto de Rostock, Alemania, en el ya famoso yate Andromeda, con el único objetivo de sabotear los gasoductos que se encontraban a más de 70 metros de profundidad en el mar Báltico. Equipados con explosivos y mapas del lecho marino obtenidos mediante OSINT, los buzos completaron con éxito su misión. A pesar del mal tiempo y las dificultades técnicas, el equipo completó su propósito, provocando inmediatamente un aumento en los precios de la energía en Europa y colocando a muchos países en una situación bastante crítica en cuanto al suministro de gas.

A pesar de las investigaciones están bastante avanzadas y apuntan claramente a Ucrania como responsable, como ya apuntamos en Escudo Digital el año pasado, las autoridades ucranianas han negado cualquier implicación oficial en la operación. Aun así la policía alemana tiene importantes pruebas como rastros de ADN y explosivos que vinculan el ataque con ciudadanos ucranianos. Aunque no existen pruebas que involucren directamente a Zelensky, se ha emitido una orden de arresto contra un instructor de buceo ucraniano.

El papel en el sabotaje del ex jefe militar ucraniano, Zaluzhniy, ha sido objeto polémico. Aunque fue destituido de su puesto militar y nombrado embajador en el Reino Unido, lo que le otorga inmunidad diplomática, su supuesta participación en el sabotaje sigue bajo escrutinio.

A pesar de los obstáculos (Polonia, etc.) las autoridades alemanas han logrado reconstruir gran parte de los hechos, aunque algunos aspectos del caso permanecen sin resolver. La destrucción de los gasoductos ha generado importantes consecuencias geopolíticas y sigue siendo un tema delicado en las relaciones internacionales, particularmente en el contexto de la guerra entre Ucrania y Rusia.

Pero ¿qué gana Ucrania con el sabotaje? ¿Y qué pierde?

Uno de los objetivos más plausibles por las que Ucrania podría haber estado interesada en la destrucción del gasoducto Nord Stream es el impacto que este tenía en la financiación rusa. Nord Stream 2 proporcionaba ingresos significativos al Kremlin, lo que facilitaba la financiación de la guerra en Ucrania. Al eliminar esta fuente de ingresos, se reduciría la capacidad de Rusia para sostener su esfuerzo bélico, debilitando su posición económica y militar.

Otro aspecto clave es el control de las rutas de tránsito de gas. Ucrania ha dependido durante años de los ingresos que genera el tránsito de gas ruso a través de su territorio hacia Europa. La puesta en marcha de Nord Stream 2 habría permitido a Rusia desviar el gas directamente hacia Alemania, lo que implicaría una pérdida significativa de ingresos para Ucrania. Con la destrucción del gasoducto, Ucrania podría haber evitado esta situación, manteniendo su relevancia en el tránsito energético europeo.

Además, Nord Stream era una herramienta geopolítica clave para Rusia. El gasoducto proporcionaba a Moscú una importante fuente de influencia sobre Europa, particularmente sobre países como Alemania, que dependían en gran medida de ese suministro de gas. Al destruir esta infraestructura, Ucrania buscaba debilitar la capacidad de Rusia para utilizar el gas como una herramienta de presión política en sus relaciones con Europa, especialmente en el contexto de la guerra.

Por último, pero no menos importante, la destrucción de Nord Stream también habría forzado a los países europeos a buscar alternativas energéticas fuera de Rusia, reforzando así sus alianzas con otros proveedores como Estados Unidos. Esto podría haber alineado más a Europa con Ucrania en su lucha contra Rusia, ya que la dependencia energética de Moscú disminuía, lo que fortalecía las posiciones de los países occidentales en la confrontación con Rusia.

Al final, solo conoceremos una parte de la historia, porque algunos expertos señalan a Polonia y Estados Unidos como coartifices de este sabotaje, aludiendo que Ucrania no tiene la capacidad de efectuar una operación así sin ayuda de una gran potencia. Alemania por su parte no está muy contenta de que Kiev le esté tomando el pelo ya que Berlín es el mayor donante europeo de Ucrania en su guerra contra Moscú, y este suceso podría mandar al traste esa estrecha colaboración. Aunque la jugada del sabotaje le haya salido bien a Ucrania en el corto plazo, todo parece indicar que esta operación se puede volver contra sus propios intereses, sobre todo esperando el resultado de las elecciones norteamericanas y conocer la opinión de Trump al respecto de esta jugada ucraniana.