Un reciente informe del Real Instituto Elcano, denominado Nuevas tendencias en el yihadismo, elaborado por Álvaro Vicente, Marta Driessen y Carola García-Calvo, analiza las nuevas tendencias del yihadismo y destaca su resiliencia tras la caída del califato de Estado Islámico. El estudio aborda aspectos como la radicalización individual y social, las dinámicas de género y los efectos de problemas de salud mental en jóvenes vulnerables al extremismo. Una de las claves del informe es el análisis que hace de la figura del lobo solitario que conforman las células yihadistas.
Pese a la percepción de aislamiento que a veces se tiene de estos individuos, se trata de tipos profundamente conectados a redes radicales. Además, el yihadismo se está adaptando estratégicamente a los nuevos tiempos, hasta el punto de incorporar roles operativos femeninos incluso en países europeos, lo que plantea retos legales y de rehabilitación. Factores como la discriminación, el auge del populismo y el fracaso de las políticas de integración alimentan este fenómeno global.
No en vano, cuando se habla del terrorismo yihadista nos estamos refiriendo a una de las formas más complejas de violencia política actual. La prueba de su capacidad de persuasión y enganche en el ámbito musulmán es que ha evolucionado dentro de contextos sociales, políticos y culturales diversos, desde África hasta Europa. Su principal característica es la capacidad de operar a largo plazo, de manera que se organiza y estructura en células durmientes y emplea una estrategia de tiempo prolongado, lo que contrasta con las respuestas rápidas y presionadas de los sistemas antiterroristas.
Una de las claves que caracteriza el terrorismo yihadista es la imprevisibilidad de sus movimientos. Los actores involucrados en estos grupos se nutren de la complejidad global. Tanto es así que aprovechan los conflictos geopolíticos y la fragmentación social para infiltrarse en las capas más desfavorecidas y vulnerables de las poblaciones en las que operan. En este escenario, la violencia convencional se entrelaza con nuevas formas más sutiles de coacción, como la manipulación en las redes sociales, lo que añade una capa de ambigüedad a las respuestas antiterroristas.
El caso es que los yihadistas ganan capacidad de acción e influencia en lugares como el Golfo de Guinea. El yihadismo está también arraigando en Níger, donde más de 200 personas han muerto por atentados terroristas yihadistas desde que los militares tomaron el poder a finales de julio de 2023, según informa El Grand Continent. Ese mismo medio informa de que 4.000 personas han muerto en Burkina Faso desde el golpe de Estado de septiembre de 2021 y 5.000 en Malí desde mayo de 2021, en un contexto de juntas militares en el poder con las que el terror yihadista gana músculo y capacidad de influencia.
Nuevas tendencias yihadistas que detecta el estudio
A continuación, espigamos las claves que se extraen de la lectura del estudio Nuevas tendencias en el yihadismo, divulgado por la Oficina de Publicaciones de la Unión Europea en este 2024.
Transformaciones en la narrativa y estrategia yihadista. Los grupos yihadistas, como ISIS y Al-Qaeda, han mostrado una notable capacidad de adaptación en el entorno digital. La proliferación de bots en Telegram asegura la resiliencia de las redes de propaganda a través de ciclos de recreación tras eliminaciones. Además, estos grupos explotan la cultura popular, como los videojuegos, para reclutar y también para normalizar la violencia. Según el estudio, las plataformas encriptadas y los contenidos culturales extienden su alcance a las nuevas generaciones.
El papel de los vínculos sociales en la radicalización. Las relaciones interpersonales desempeñan un papel crucial en el camino hacia la radicalización. Aunque se pensaba que los lazos familiares eran protectores, en muchos casos los refuerzan. Jóvenes vulnerables se exponen a ideologías extremistas a través de redes online, mientras que los actores solitarios mantienen intensos vínculos con comunidades radicales. Según el estudio, estas dinámicas subrayan la necesidad de intervenciones comunitarias para prevenir la captación de jóvenes en situación vulnerable ante la capacidad de atracción que ejercen los reclutadores yihadistas.
La persistencia del yihadismo tras la caída del califato. Aunque ISIS perdió su territorio, sigue operando mediante redes descentralizadas. La investigación destaca cómo el yihadismo continúa explotando los sentimientos de discriminación y los fallos en las políticas de integración en Europa. Si bien los grandes ataques han disminuido, las tácticas de baja tecnología, como las de actores solitarios, mantienen la amenaza vigente, particularmente en las democracias liberales.
Dimensiones de género en el yihadismo. El estudio resalta el uso estratégico de narrativas de género. ISIS y otros grupos han expandido los roles femeninos para incluir operaciones y reclutamiento, además de sus papeles tradicionales de esposas y madres. Este enfoque busca movilizar tanto a hombres como a mujeres bajo una estructura patriarcal que justifica la violencia. Europa afrenta desafíos en la reintegración de las mujeres que han caído en las redes yihadistas, muchas veces con sentencias desiguales y adaptadas según sus roles específicos.
Impacto psicológico y social en menores y jóvenes. El análisis revela que los niños en familias vinculadas al terrorismo sufren traumas severos, intensificados por entornos violentos y propaganda ideológica. En el caso de los jóvenes, los problemas de salud mental y los comportamientos anómalos suelen representar el paso previo de la radicalización, ya que se vuelven más vulnerables a las ideologías extremistas. Según los autores, es esencial adoptar enfoques holísticos en las políticas de rehabilitación y reintegración, para mitigar las cicatrices psicológicas y prevenir la radicalización futura.
Nuevas tendencias en la radicalización juvenil. Los jóvenes son un objetivo prioritario para los grupos yihadistas, especialmente tras la pandemia de COVID-19. Factores como la desconexión social, las redes digitales y las narrativas antiestatales son utilizados como catalizadores de radicalización. Según el estudio, es crucial fortalecer las estructuras educativas y sociales para contrarrestar estos esfuerzos de captación terrorista yihadista.
Retos para las democracias liberales. El yihadismo global sigue siendo una amenaza latente para la estabilidad democrática. Aunque debilitado en términos de cohesión y capacidades operativas, su habilidad para adaptarse y explotar las fallas sociales y políticas subraya la necesidad de estrategias integrales y preventivas. Los autores llaman a utilizar este momento de “baja intensidad” yihadista para perfeccionar las políticas antiterroristas.
Últimos atentados en Europa, con armas blancas y vehículos
El informe TESAT 2022 de Europol presenta un análisis detallado de la realidad del yihadismo en Europa, y señala que en 2021 se registraron tres ataques terroristas atribuidos a esta corriente violenta en Francia, España y Alemania, que provocaron la muerte de dos personas. Además, se frustraron ocho ataques en diversos países europeos, lo que refleja los esfuerzos activos de las fuerzas de seguridad para prevenir este tipo de actos. Estos ataques completados fueron llevados a cabo por individuos que actuaron de manera solitaria, con métodos simples como armas blancas y vehículos, mientras que los planes frustrados incluían intentos más elaborados, como el uso de explosivos caseros.
El informe también resalta la persistencia de la amenaza yihadista, evidenciada por las 260 detenciones relacionadas con terrorismo en 2021, la mayoría por pertenencia a organizaciones terroristas, difusión de propaganda y preparación de ataques. Los arrestados incluyeron tanto ciudadanos europeos como extranjeros, con una concentración significativa en Francia, España y Austria. Asimismo, las actividades propagandísticas y de reclutamiento fueron esenciales para la expansión de estas redes, que aprovecharon tanto entornos digitales como espacios físicos, incluidos centros religiosos y prisiones.
El informe de Europol pone en valor que el número total de ataques yihadistas ha disminuido en comparación con años anteriores, aunque el uso estratégico de tecnologías descentralizadas y plataformas en línea asegura la resiliencia yihadista. Estas herramientas no solo facilitan la difusión de ideologías extremistas, sino también la formación de células autónomas difíciles de detectar. Por otra parte, eventos globales, como la toma del poder por los talibanes en Afganistán, han sido aprovechados por grupos como Al-Qaeda e ISIS para alimentar narrativas de resistencia y reclutamiento, lo que subraya la conexión entre conflictos internacionales y la seguridad europea.
La detención reciente que ilustra la amenaza en España
A finales del mes de noviembre, la Policía Nacional, en colaboración con la Dirección General de Vigilancia Territorial de Marruecos (DGST), desarticuló una célula yihadista vinculada a DAESH con la detención de seis personas en Ceuta, Ibiza y Madrid, y otras tres en Castillejos, Marruecos.
Los detenidos, algunos reincidentes, compartían contenidos violentos de canales oficiales del grupo terrorista, lanzaban amenazas directas contra la población occidental y la comunidad judía, e incitaban a cometer actos terroristas. Además, mostraban intención de desplazarse a zonas de combate en África controladas por facciones yihadistas. La investigación, iniciada en 2023, confirmó que los implicados desplegaban una actividad beligerante en redes sociales y estaban plenamente integrados en la organización.
Claves de funcionamiento e influencia
El estudio The Jihadi Threat: ISIS, Al-Qaeda, and Beyond, elaborado por 20 expertos de instituciones como el United States Institute of Peace, Brookings Institution y Princeton University, disecciona la rivalidad entre ISIS y Al-Qaeda. Aunque ambos comparten la meta de establecer un califato regido por una interpretación estricta de la sharía, sus tácticas divergen: el ISIS prioriza conquistar y gobernar territorios, mientras que Al-Qaeda adopta un enfoque más gradualista, centrado en ganar apoyo local y expandir su influencia a través de alianzas. El informe subraya que la amenaza yihadista no se limita a estas organizaciones, ya que diferentes grupos locales a lo largo del planeta adaptan discursos y estrategias yihadistas, creando un panorama de terrorismo más complejo y diversificado.
La investigación también destaca cómo el colapso o debilitamiento de estados en Oriente Medio y el norte de África ha facilitado el auge del yihadismo. La fragmentación de instituciones tradicionales y el descontento entre la población sunita han proporcionado terreno fértil para que movimientos extremistas proliferen y evolucionen. Además, el informe advierte que las tácticas innovadoras de ISIS, como la movilización digital y el uso de ataques coordinados y “lobos solitarios”, han dejado un legado duradero en la dinámica del terrorismo global, aunque su modelo territorial se encuentre debilitado. Al-Qaeda, por su parte, ha mostrado resiliencia mediante la descentralización y la integración estratégica en contextos locales, lo que podría hacerla una amenaza más perdurable en el largo plazo.
Mientras que un análisis más reciente, el Global Terrorism Index 2024, publicado por el Institute for Economics & Peace, analiza la compleja y mortífera realidad yihadista en el momento actual. En 2023, grupos yihadistas como el Estado Islámico (IS), Jamaat Nusrat Al-Islam wal Muslimeen (JNIM) y Al-Shabaab fueron responsables del 75% de las muertes atribuidas al terrorismo global, consolidándose como los actores más letales.
La actividad yihadista está especialmente concentrada en el Sahel, región que registró el 47% de las muertes mundiales por terrorismo, lacra que afectó sobre todo a Burkina Faso, Mali y Níger. Este auge está vinculado a la convergencia entre terrorismo y crimen organizado, donde los grupos yihadistas financian sus operaciones mediante el secuestro, la minería ilegal y el tráfico de drogas. En 2023, los ataques de JNIM aumentaron su letalidad, alcanzando un promedio de 9,8 muertes por incidente, con un incremento drástico en las víctimas civiles.
La sofisticación tecnológica y táctica, como los ataques simultáneos o el uso de explosivos y armas de fuego, también refuerza su impacto. Entretanto, el terrorismo yihadista fuera de las zonas tradicionales de conflicto, como en Occidente, ha disminuido considerablemente. Sin embargo, eventos aislados de gran envergadura, como el ataque de Hamás en Israel, demuestran que estos grupos mantienen la capacidad de organizar atentados con efectos geopolíticos significativos.
Este análisis resalta la importancia de estrategias multinacionales que integren la lucha contra el extremismo y las economías ilícitas que sostienen a estos grupos. Quizá un enfoque que ponga en valor los valores islámicos universales de paz, justicia y compasión, junto con estrategias políticas inclusivas y acciones policiales firmes, sean ejes a través de las que el mundo puede avanzar hacia la erradicación del terrorismo yihadista y la construcción de sociedades más resilientes y unidas.