Moldavia posee un valor geoestratégico crucial en el contexto de la guerra entre Ucrania y Rusia debido a su ubicación en el flanco sudoccidental de Ucrania y su proximidad a la región separatista moldava prorrusa de Transnistria, que alberga tropas rusas y depósitos militares. Esta posición convierte a Moldavia en un posible punto de presión para desestabilizar a Ucrania desde el oeste, además de ser una vía de acceso hacia el Mar Negro.
Rusia, consciente de la vulnerabilidad política y económica de Moldavia, emplea tácticas de guerra híbrida, como la manipulación de la información, la compra de votos, el respaldo a movimientos prorrusos y la instrumentalización de la crisis energética, para erosionar así el apoyo del Gobierno moldavo a Occidente y frenar sus aspiraciones de integración europea. Estas estrategias buscan mantener a Moldavia bajo su esfera de influencia sin recurrir directamente a una confrontación militar.
A pesar de los avances logrados por la presidenta Maia Sandu, que ha sido reelegida en noviembre de este 2024 con una clara agenda proeuropea, Moldavia sigue siendo un campo de batalla clave en la lucha por la influencia entre Occidente y Rusia, con consecuencias significativas para la seguridad regional y el futuro del país.
Claves de la guerra híbrida rusa en Moldavia
Cuando hablamos de Moldavia nos referimos a un pequeño, pobre y estratégico país de Europa del Este, que se ha convertido en un campo de batalla político clave para los intereses geopolíticos de Rusia. A través de su maquinaria de influencia, Moscú ha desplegado una estrategia de guerra híbrida que incluye compra de votos, campañas de desinformación y manipulación del descontento social.
Ilan Shor, magnate moldavo exiliado en Moscú y aliado del Kremlin, ha sido pieza clave en esa estrategia de hostigamiento. Mediante su red de colaboradores y una ONG sancionada, Shor canalizó millones de dólares hacia Moldavia para comprar votos y financiar protestas contra la presidenta proeuropea Maia Sandu. A pesar de estos esfuerzos, Rusia fracasó en las recientes elecciones presidenciales, donde Sandu obtuvo la reelección con el 55% de los votos, lo que ha bloqueado momentáneamente los planes prorrusos.
Campañas de desinformación y tensiones regionales
Además de las tácticas económicas, Rusia ha utilizado su habitual arma de desinformación para desestabilizar a Moldavia y erosionar la confianza en Occidente. En redes sociales y medios afines, se ha difundido información falsa sobre Sandu y la Unión Europea, lo que ha perpetuado la percepción errónea de que Rusia sigue siendo un socio económico crucial, a pesar de que solo el 4% del comercio moldavo se realiza con Moscú, como detallan en Visual Politiks.
Este escenario también ha exacerbado tensiones étnicas, como en la región autónoma de Gagaúzia, donde la propaganda rusa promueve temores sobre una supuesta erradicación del idioma ruso. Esta región, mayoritariamente prorrusa, representa otro reto para la estabilidad política del país y un potencial obstáculo para su integración en la UE.
Cuál es la relación actual entre Moldavia y Rusia
Moldavia es clave en los planes de Rusia por varias razones. Su ubicación colindante con Ucrania y Rumanía, donde la OTAN construye una de sus mayores bases aéreas, le otorga una importancia geopolítica clave. Lo cierto es que controlar Moldavia permitiría a Rusia reforzar su influencia sobre Transnistria, una región prorrusa, y amenazar el puerto ucraniano de Odesa, esencial para las exportaciones de grano.
Aunque Rusia ha perdido la batalla presidencial, su enfoque ahora se dirige al Parlamento, donde busca recuperar el terreno perdido antes de las elecciones legislativas de 2025. El resultado de esta pugna definirá si Moldavia mantiene su rumbo proeuropeo o cae bajo el área de influencia rusa.
Cómo se separó Moldavia de Rusia
La divergencia de caminos entre Moldavia y Rusia tiene sus raíces en la disolución de la Unión Soviética en 1991, cuando Moldavia proclamó su independencia tras décadas bajo el control soviético. Sin embargo, esta transición tuvo sus tensiones: en 1992, el conflicto de Transnistria, una región al este de Moldavia con una significativa población rusófona y lealtad hacia Moscú, marcó el inicio de una relación compleja entre los dos países. Desde entonces, Rusia ha mantenido una influencia considerable en Moldavia a través del apoyo económico y militar a Transnistria y mediante el suministro de gas, un recurso vital para el país. En la actualidad, las relaciones entre Moldavia y Rusia oscilan entre la cooperación y el conflicto, especialmente ante el interés moldavo por integrarse a la Unión Europea.
Algunos ejemplos de la guerra híbrida que despliega Rusia
Rusia continúa con tácticas de desestabilización en Moldavia, Un ejemplo evidente de esas estrategias de guerra híbrida quedaron de relieve durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales moldavas, que tuvieron lugar el pasado 3 de noviembre. Las autoridades del país han denunciado múltiples intentos de injerencia por parte de Moscú, un repertorio de métodos entre las que se encuentra la formación de jóvenes prorrusos en tácticas de protesta violenta por instructores extranjeros afiliados al Grupo Wagner, según Alexandru Musteata, director del Servicio de Inteligencia y Seguridad de Moldavia. Además, más de 300 ciudadanos moldavos habrían recibido formación en un campo cercano a Moscú, financiada por el político prorruso y magnate Ilan Shor, para desestabilizar el país en favor de los intereses del Kremlin.
Qué significa el triunfo de Sandu
La reelección de Maia Sandu como presidenta de Moldavia representa una derrota para Rusia en su intento por manipular el rumbo político del país hacia el Kremlin. Sandu denunció un ataque “sin precedentes” por parte de Moscú, que incluyó la compra de votos para su rival Alexandr Stoianoglo y campañas de desinformación.
Según Ecaterina Locoman, profesora de Estudios Internacionales en la Universidad de Pensilvania, estas tácticas forman parte de un esquema más amplio que busca alejar a Moldavia de la Unión Europea, en la que se pretende emplear el miedo como herramienta. “Rusia difunde mensajes como que Bruselas impondrá políticas familiares o que Moldavia sufrirá un destino similar al de Ucrania”, señala Locoman, en una reflexión que recoge RTVE.
Las elecciones presidenciales se sumaron al referéndum en Moldavia sobre la adhesión a la Unión Europea arrojó un 50,43% de votos a favor del 'Sí', superando al 'No' por un margen muy estrecho. Más de 200.000 votos provenientes del exterior fueron decisivos para inclinar la balanza hacia la integración europea. La consulta tuvo lugar en un contexto de tensiones, con denuncias de injerencia rusa y una campaña marcada por la división política.
En este marco, el oligarca Ilan Shor, refugiado en Rusia tras ser condenado por fraude, jugó un papel central en las estrategias del Kremlin, según Locoman. Su red de anuncios sociales online permitió recopilar datos de votantes para comprarlos y organizar protestas contra el gobierno moldavo. Este modelo, respaldado por partidos moldavos afines al Kremlin, ilustra cómo Moscú manipula el sistema político local para promover su agenda. “Shor utilizó su influencia económica para beneficiar a su partido y desestabilizar al país”, destaca la profesora.
Por su parte, Javier Valencia, experto en desinformación de la Universidad Nebrija, explica que Rusia también desplegó una intensa campaña de desinformación digital. “Un ejemplo fue un falso informe médico que cuestionaba la salud mental de la presidenta Sandu”, indica Valencia. “Rusia está yendo con todo en Moldavia”, concluye, y enfatiza la sofisticación de las herramientas para desinformar a la población.
La búsqueda de autonomía energética
La desconexión de Moldavia de la dependencia energética rusa refleja un cambio trascendental. Desde 2023, el país ya no recibe gas ruso, y para 2025 finalizará también el suministro eléctrico de Transnistria, eliminando así las herramientas de chantaje de Moscú. Este giro ha sido posible gracias a la ayuda de la UE, Ucrania y Rumania, con un reciente paquete de 1.800 millones de euros prometido por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, para mejorar infraestructuras en Chisinau. Rusia ha chantajeado y desmoralizado a Moldavia durante décadas mediante restricciones económicas, pero ahora pierde influencia en un país cada vez más alineado con Europa.
Según la periodista Anna Bosch, Moldavia tiene “un corazón partido con muchas cicatrices”, debido a sus tensiones territoriales. El gobierno de Maia Sandu afronta desafíos enormes para contrarrestar la influencia rusa. En concreto, la analista cita las declaraciones de un dirigente moldavo que expresó: “Somos un país pobre, no tenemos dinero para competir con la propaganda rusa”.
Además, la Iglesia ortodoxa rusa juega un papel clave al presentar a Occidente como inmoral, mientras que en regiones como Gagauzia, donde el ruso domina, la mentalidad se alinea más con Rusia que con Europa. Para los europeístas, “la integración no es un objetivo, es una urgencia, nuestra única posibilidad de sobrevivir”. Sin embargo, la sociedad moldava sigue profundamente dividida.
El valor del apoyo financiero de la UE
El informe A la sombra de Odesa: ¿Cuál es la estrategia de Rusia en Moldavia? de Maksim Samorukov, publicado por el Carnegie Russia Eurasia Center, examina las tácticas rusas en Moldavia en el contexto de la guerra en Ucrania: manipulación política, desinformación y chantaje energético para obstaculizar la integración de Moldavia con Occidente. El presidente ruso Vladimir Putin ha criticado las políticas proeuropeas del Gobierno moldavo, calificándolas de “autodestructivas”. Por su parte, Maia Sandu denunció en 2023 intentos rusos de derrocar su Gobierno mediante desestabilización interna, una estrategia que refleja las ambiciones de Moscú para mantener su influencia en la región.
En cuanto a los actores internos, el informe destaca el papel de Shor que, según Samorukov, es “un activo valioso para el Kremlin” debido a su experiencia en manipulación electoral. Shor ha financiado campañas políticas en Moldavia con respaldo ruso, incluyendo la elección de Evghenia Guțul como líder de la región autónoma de Gagauzia. Esta victoria fue posible gracias a redes locales y compra de votos, lo que, para el autor, evidencia la capacidad de Rusia para interferir en la política moldava.
Sin embargo, estas tácticas no han logrado revertir el alejamiento de Moldavia de Moscú, en parte gracias al apoyo económico y político de la Unión Europea. No obstante, la polarización y el conflicto en Transnistria complican su proceso de integración occidental. Según Samorukov, mientras persista esta situación, Moldavia permanecerá en un “limbo geopolítico”, una situación en la que el Kremlin apuesta por el desgaste y la influencia a largo plazo.
Los retos moldavos para escapar de la influencia rusa
También resulta de gran interés el estudio ¿Es Moldavia un nuevo campo de batalla en la guerra de Rusia?, de Orysia Lutsevych, subdirectora del Programa de Rusia y Eurasia en Chatham House, y Valeriu Pasha, presidente de WatchDog.MD Community, que analiza la creciente injerencia de Rusia en Moldavia. Según los autores, desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, Moldavia afronta tácticas híbridas como desinformación, corrupción y manipulación electoral para desestabilizar su Gobierno proeuropeo. En 2023, Rusia habría canalizado más de 55 millones de dólares para influir en elecciones y financiar protestas. Pasha explica que entre estas acciones destacan las vulnerabilidades institucionales moldavas, especialmente en su sistema judicial, donde persisten lealtades a figuras prorrusas como el exlíder Vladimir Plahotniuc.
Los autores señalan que Rusia busca explotar tensiones internas y puntos débiles como la corrupción y la desinformación para socavar el avance de Moldavia hacia la integración europea. Un ejemplo preocupante es el papel de Yuriy Gudilin, exoficial del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), acusado de interferir en elecciones moldavas a favor de Moscú. Además, los separatistas de Transnistria han apelado a Rusia para obtener “protección”, lo que resuena con las tácticas previas del Kremlin para justificar anexiones. Según Lutsevych, “la estrategia rusa refleja ambiciones neoimperiales para recuperar el control sobre las repúblicas soviéticas”.
Frente a estos desafíos, el Gobierno ha implementado medidas como una nueva Estrategia de Seguridad Nacional y la creación de una institución dedicada a combatir la desinformación, dirigida por Anna Revenco, exministra del Interior. Pero los expertos advierten de que estas soluciones requieren tiempo para ser efectivas y que el apoyo internacional es esencial.
En síntesis: la manipulación rusa en Moldavia evidencia los esfuerzos del Kremlin por frenar el acercamiento de este país a Europa, mientras Moldavia lucha por consolidar su democracia y definir su futuro geopolítico en un contexto de alta tensión regional. En este marco, las elecciones parlamentarias de 2025 serán determinantes para consolidar su futuro como una nación libre y democrática dentro de la órbita europea.