El acuerdo entre el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, y el mandatario turco Recep Tayyip Erdoğan alcanzado en Vilna en vísperas de la cumbre de la OTAN ha puesto fin al limbo sueco. Ankara había venido bloqueando la candidatura sueca, entre acusaciones de que Estocolmo apoya a terroristas kurdos.
Aunque no se pueden descartar nuevos obstáculos, el compromiso despeja el camino a la adhesión. Suecia pondrá fin a más de 200 años de no alineamiento militar.
De no haber sido por esta oposición, Suecia podría haber sido miembro de pleno derecho desde hace meses. El procedimiento habitual establece la elaboración de un “Plan de Acción para la Adhesión” que permite a los candidatos adoptar de modo gradual las normas de la OTAN. Mas en este caso existe un alto nivel de compatibilidad con las normas políticas y los estándares militares de la Alianza.
Como muchos países occidentales, Suecia recortó considerablemente el gasto en defensa. Sin embargo, con la invasión rusa de Georgia en 2008 empezó a replantearse su estrategia. Eso se acentuó con la incursión de aviones rusos en 2013 en un ataque nuclear simulado y la guerra de agresión a gran escala contra Ucrania en 2022.
Así, en respuesta a la anexión ilegal de Crimea en 2014, Suecia volvió a desplegar su Regimiento de Gotland en esta isla báltica. La excelente base estratégica de Estocolmo en el Báltico había sido desmilitarizada tras la Guerra Fría.
La clase política sueca reconoce haberse equivocado en materia de seguridad. Entre los partidos hay un consenso en torno a la necesidad de reconstruir las FFAA. Solo hay dos formaciones minoritarias no favorables a la entrada en la coalición internacional: los Verdes y el Partido de la Izquierda.
En abril realizó su mayor ejercicio internacional en 30 años. El objetivo: ensayar la acogida de fuerzas de sus futuros aliados. Como miembro de la UE, el país ya disfrutaba de un compromiso de ayuda en caso de ataque y el año pasado recibió garantías provisionales de seguridad de EEUU, Reino Unido y otras potencias a la espera de su ingreso en la OTAN. Una vez forme parte, gozará de la plena protección en virtud de su cláusula de defensa colectiva del artículo 5.
Con Suecia como miembro 32, la Alianza controlará casi todo el litoral de este mar de 430.000 kilómetros cuadrados (algo menos de una quinta parte del Mediterráneo). Su territorio proporciona profundidad estratégica -espacio para suministros y refuerzos- a todos sus vecinos nórdicos, en particular a Finlandia, con la que mantiene estrechos vínculos militares. Con la integración militar se facilita la defensa de los tres países Bálticos: Estonia, Letonia, Lituania.
La más que probable adhesión significa que todas las naciones nórdicas formarán parte de la OTAN. Además de ser significativa en términos operativos y militares, esta ampliación tiene importantes implicaciones políticas, estratégicas y de planificación de la defensa.
Los países nórdicos –Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia– se han consolidado aún más como grupo. En el ámbito de defensa, vienen colaborando desde 2009 en el marco de la Cooperación Nórdica de Defensa (Nordic Defence Cooperation, NORDEFCO). Se perciben cada vez más como un grupo coherente y coordinado. Finlandia y Suecia, por ejemplo, han utilizado su estrecha cooperación bilateral en cuestión de defensa para el apoyo militar a Ucrania.
La reciente declaración de intenciones de las cuatro fuerzas aéreas (Islandia no mantiene ejército) de integrar sus flotas con un total de unos 250 aviones de combate. En el extremo norte ya realizan ejercicios de entrenamiento conjuntos casi semanales desde hace unos 15 años. Han firmado convenios para patrullar unidos. Actuarán como una flota aérea única muy preparada para el combate. Realizarán de forma agregada entrenamiento y adquisiciones de material para formar una punta de lanza de la Alianza en el norte de Europa. Y la perspectiva de adhesión abre nuevas oportunidades.
La OTAN reforzará no solo la defensa de toda la región nórdica y báltica sino también su presencia en el Ártico. Sus fuerzas, logística, espacio aéreo y zonas marítimas se integrarán plenamente en las operaciones colectivas.
Suecia ocupa el puesto 37 del ránking de Fuerzas Armadas de 145 países elaborado por el Índice Global de Potencia de Fuego, Global Firepower (España está en el 21). Las dimensiones son reducidas en cuanto a efectivos: 38.000 miembros. Casi un cuarto, mujeres. La población apenas supera los diez millones de personas. Tras reducir enormemente sus fuerzas de defensa tras la Guerra Fría, el país afronta el reto de aumentar el número de tropas a medio plazo. Se ha reintroducido el servicio militar obligatorio parcial, abolido en 2010.
Su ejército es moderno y experimentado. Ya ha participado en varias misiones de la OTAN, como en Afganistán. Suecia gasta anualmente más de 8.300 millones de euros en Defensa, alrededor del 1.4% de su PIB. El objetivo es alcanzar en 2026 el 2% (cantidad fijada como meta). Desde que comenzó la guerra de Ucrania, el presupuesto en Defensa ha aumentado casi un quinto.
Suecia tiene una industria militar propia y sofisticada, alta tecnología para vigilar el frente norte de la Alianza. Entre sus capacidades el Ejército de Tierra cuenta con 121 tanques, sobre todo Leopard 2A alemanes.
Destaca la flota de más de 70 cazas de su Ejército del Aire. En su mayoría F-35 estadounidenses y Saab Gripen, de producción nacional y que Suecia exporta. Este caza de cuarta generación tiene componentes de guerra electrónica e Inteligencia Artificial que ayudan al piloto a tomar decisiones y realizar disparos de precisión. Puede realizar maniobras de interceptación del enemigo, además de reconocimiento.
La Armada Real cuenta con cerca de 400 buques y cinco submarinos (se prevé que sea una docena en 2040). Saab desarrolla en sus astilleros de Kockums la gama de submarinos Gotland, de propulsión de aire independiente que permite la inmersión de hasta semanas, algo antes solo posible con los nucleares.
Según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, las consecuencias negativas para la seguridad de Rusia “son inequívocas”. El ministro de Exteriores, Sergei Lavrov afirmó que Moscú ya estaba tomando lo que denominó medidas “apropiadas” en respuesta a la inminente expansión de la OTAN.
No obstante, ha sido la belicosidad de Vladimir Putin la que ha llevado a los vecinos europeos a reevaluar su situación y tomar posición. En especial, los tradicionalmente no alineados.