Afganistán y el cinismo de Occidente, "Crónica de un fracaso"

“Creemos ser los más civilizados, y tal vez solo seamos los más cínicos”, afirma en el prólogo.

Marcos Suárez.

Analista hispanoalemán de relaciones internacionales. Experto en geopolítica. @mssipmann

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Mónica Bernabé, autora de “Crónica de un fracaso. Afganistán, la retirada” (2023, Destino).
Mónica Bernabé, autora de “Crónica de un fracaso. Afganistán, la retirada” (2023, Destino).

La reportera Mónica Bernabé (Barcelona, 1972) ha publicado su último libro “Crónica de un fracaso. Afganistán, la retirada” (2023, Destino). La obra sigue a “Afganistán, crónica de una ficción” de 2012. 

Un minuto antes de la medianoche del 31 de diciembre de 2021 el último avión militar estadounidense despegó del aeropuerto de Kabul. Dejaba el país en manos de los talibanes. Miles de muertos, afganos y extranjeros, millones de dólares gastados y veinte años de dolor y sacrificio para volver al comienzo.

Todos tenemos en la memoria el caos. La imagen de aquel aeropuerto lleno a rebosar de afganos desesperados intentando subir a los aviones, colgándose incluso de las alas.

Su estilo es directo. Conciso a la vez que comedido. Ha soportado la catástrofe sobre el terreno. La autora ha sido la única periodista española que vivió 8 años en el país. Narra lo que ha sido una guerra cruenta, un desastre humanitario y un fracaso sin paliativos.

Y como lo hace desde la experiencia, Mónica relata también su vivencia personal. La precaria situación laboral de los periodistas free lance, fue reportera en El Mundo (“no se puede hacer periodismo de calidad a bajo coste”), los daños de vivir con tanto miedo y el precio que ha pagado por ello. Así y al tiempo que narra cómo los afganos cada vez están más abandonados por la comunidad internacional, a la que reprocha su cinismo, Bernabé describe cómo sus años en Afganistán le condujeron a una tristeza extrema y cayó en la depresión. Comparte todas esas vivencias en la obra enriqueciéndola. Ha pasado a trabajar en el diario Ara.

En Afganistán llegó a haber tropas de 50 países. Incluidos soldados del nuestro. Mónica fue la única española con base fija y testigo del despliegue. Siguió viajando allí cuando se organizaba la retirada y de igual modo cuando los talibanes volvieron a hacerse con el poder.

Lamenta que Afganistán “ha dejado de interesar a los medios y la comunidad internacional porque ahora consideramos que no amenaza nuestra seguridad”. Advierte que el país asiático “es ahora es caldo de cultivo del fundamentalismo más extremo”.

Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, EEUU quiso acabar con Osama bin Laden y castigar a los talibanes por darle cobijo. Washington necesitaba aliados por lo que no dudaron en aliarse con los muyahidines. Estos habían luchado contra los invasores de la URSS a partir de 1979 con el apoyo de EEUU. Diez años más tarde los soviéticos se retiraron y comenzó la guerra fratricida entre los muyahidines. A principios de los 90 se cometieron tales atrocidades que cuando en 1994 emergieron los talibanes algunos incluso los vieron como una esperanza. Si bien estos señores de la guerra luchaban contra el régimen talibán, eran culpables de crímenes y abusos de derechos humanos. No importó y se favoreció su impunidad. 

De ser unos aliados circunstanciales se convirtieron en socios permanentes y reclamaron su papel en el gobierno afgano tras la rápida caída del primer régimen talibán.

En 2009 Barack Obama quizá tuviera la intención de ganarse la confianza de la población. No obstante, una vez eliminado Bin Laden, en mayo de 2011, se impuso la idea de dejar Afganistán.

Tan solo en 2010 murieron 710 militares extranjeros, 498 de ellos estadounidenses. Muchos más quedaban mutilados y con gravísimas secuelas.

Cada soldado suponía una inversión anual de 850.000 dólares. Así que Obama puso fecha a la retirada de la mayor parte de las tropas: finales de 2014. Desde aquel momento y pese a que causaba numerosas bajas civiles, EEUU recurrió a los drones.

En ese año de 2014 había tanta corrupción, inseguridad e impunidad que las instituciones perdieron el escaso crédito que tenían y los atentados de los talibanes se hicieron habituales.

Una de las promesas de Donald Trump fue la retirada de tropas. En vísperas de 2020 necesitaba demostrar que había cumplido su compromiso electoral. El acuerdo con los talibanes casi no les ponía condiciones, salvo que no serían santuario de terroristas.

La reportera se empotró varias veces con tropas estadounidenses. Sin embargo, hasta 2012 no pudo hacerlo con las españolas. El gobierno, con los socialistas en el poder, vetaba el acceso a las tropas. Insistía que la misión era humanitaria ocultando que hubiera una guerra abierta. Con la llegada del PP Bernabé pudo acceder a los soldados españoles y retratar sus espartanas condiciones de vida. En 19 años pasaron por el país más de 27.000 militares. Murieron 102 militares y policías. En palabras de la autora: “sus familias merecían saber por qué estaban en Afganistán”.

Con la retirada de las tropas internacionales, colaboradores y traductores quedaron expuestos. Bernabé recabó toda la información necesaria para justificar que necesitaban protección y asilo. Tras diversas dificultades y gracias al jefe del Mando de Operaciones, almirante Teodoro López Calderón (actual JEMAD), a quien planteó los casos, accedieron al asilo en España.

Se muestra asimismo crítica con Bruselas. Denuncia su irresponsabilidad por la falta de una política clara y real de distribución de los inmigrantes durante todos estos años. Califica de “palabrería” el compromiso de la UE con el pueblo afgano. Y como “hipocresía” su defensa de la justicia y los derechos humanos.

Los talibanes tomaron Kabul el 15 de agosto de 2021. Bernabé explica la paradoja que consiste en que tras facilitar que los talibanes llegaran al poder, luego su gobierno no está reconocido internacionalmente. “Sin el reconocimiento el país está aislado con un bloqueo económico que dificulta las transferencias incluso para la ONU, que recibe el dinero por avión. La población civil sale perdiendo. Pero si lo haces, das alas a unos locos".

De especial gravedad es la situación de las mujeres. Afganistán es el único país del mundo donde se suicidan más mujeres que hombres. Algunas se inmolan con fuego porque no soportan el infierno que viven en sus hogares. Es una espiral de virulencia y ensañamiento cotidianos difícilmente imaginables acompañada de una impunidad sin límites.

Cualquiera de sus movimientos está subordinado al varón. Ni siquiera las mujeres que lograban un escaño en el Parlamento o tenían una carrera profesional escapaban del yugo familiar. Lo peor es que con los talibanes la mujer solo puede acceder a la educación hasta los 12 años. Así, en comparación con la afgana, la sociedad iraní está muy avanzada.

Ya en 2016 y junto al fotógrafo Gervasio Sánchez, Bernabé había recopilado las historias de muchas de ellas en una exposición y un libro titulados “Mujeres. Afganistán”. Dedicaron más de seis años a recopilar las 150 imágenes. La muestra fotográfica revelaba una realidad desgarradora: la violencia padecida por las mujeres en un país entonces bajo la mirilla de la comunidad internacional. La periodista manifiesta que pensar que el burka es el problema es quedarse en la superficie. “La violencia es endémica porque es aceptada socialmente con raíces en su núcleo familiar”.

Tras la inicial moderación talibán frente a los medios ha vuelto el control total. En una de sus últimas visitas a la autora no le permitieron trabajar como informadora y tuvo que hacerlo camuflada.

Bernabé considera remotas las esperanzas de una revuelta interna. Sostiene que los talibanes son más fuertes que nunca. Tienen las armas de la policía y el ejército. Y por si eso fuera poco gozan de impunidad porque la presencia internacional es casi nula.

No tenemos ningún derecho a dar lecciones a los afganos. Como afirma en el prólogo “creemos ser los más civilizados, y tal vez solo seamos los más cínicos”. 

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