Ser líder y la importancia de la comunicación

Noemí Boza desafía en 'Por qué lo llaman liderazgo cuando quieren decir comunicación' el lugar común de que ambos conceptos marchan por caminos separados.

Antonio Herrera.

Analista geopolítico especializado en el este de Europa. Ha ocupado puestos en la OTAN, OSCE y Unión Europea.

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El libro aborda la importancia de la comunicación del líder.
El libro aborda la importancia de la comunicación del líder.

En un mundo donde las competencias interpersonales han adquirido un protagonismo indiscutible en el ámbito laboral y personal, Por qué lo llaman liderazgo cuando quieren decir comunicación, de Noemí Boza se presenta como un libro necesario, crítico y revelador. En sus páginas, la escritora desafía la idea de que el liderazgo y la comunicación son habilidades separadas y nos invita a “repensar” lo que significa ser un buen líder en el contexto de una comunicación auténtica y eficaz.

Uno de los aciertos más destacados de la especialista en comunicación es su habilidad para desmitificar el liderazgo y cuestionar las concepciones tradicionales que lo rodean. A lo largo del libro, la autora argumenta que el liderazgo no es un conjunto de habilidades técnicas o de gestión, sino una habilidad comunicativa intrínseca que implica empatía, escucha activa y claridad. Para Noemí Boza, el liderazgo auténtico no es el que impone, sino el que inspira y conecta.

El enfoque resulta refrescante en un mercado inundado de libros de autoayuda y liderazgo que suelen enfatizar la autoridad y el control. Este ángulo diferencial es una de las principales fortalezas de la obra, ya que invita al lector a pensar en el liderazgo desde una óptica más humana y menos rígida. A lo largo de sus capítulos, la autora proporciona ejemplos concretos de líderes efectivos que no son necesariamente carismáticos o imponentes, sino aquellos que saben comunicarse con sinceridad y apertura. Esta perspectiva no solo es original, sino que resuena con las demandas actuales de un mundo laboral más horizontal y colaborativo.

Otro acierto del libro es el estilo claro y directo de la escritora. Lejos de caer en tecnicismos o teorías complejas, Noemí Boza opta por un lenguaje accesible que permite a los lectores de diversos trasfondos, incluso aquellos sin experiencia previa en comunicación o liderazgo, entender sus conceptos. Esto hace que el libro sea perfecto para profesionales jóvenes, estudiantes y, en general, cualquier persona que busque mejorar sus habilidades interpersonales sin necesidad de sumergirse en un lenguaje especializado. Además, el tono ameno y cercano del libro permite que el lector se sienta acompañado en su reflexión. Apoyándose en experiencias personales y escenas de la vida cotidiana, la autora inyecta frescura en cada concepto y capta la atención del lector desde el primer momento, invitándolo a sumergirse en ideas que se sienten cercanas y relevantes. Este estilo narrativo contribuye al dinamismo del libro y evita que el lector se sienta abrumado por un exceso de teoría.

Sin embargo, uno de los puntos que se puede considerar como elemento de mejora radica en su énfasis casi exclusivo en la comunicación como solución para todos los problemas de liderazgo. Si bien es cierto que la comunicación es una parte fundamental de un buen liderazgo, existen otros factores esenciales que, en esta obra, quedan en un segundo plano. Por ejemplo, aspectos como la toma de decisiones, la inteligencia emocional o la capacidad de gestionar conflictos de manera estratégica son también cruciales en el liderazgo, y no siempre están relacionados exclusivamente con la comunicación.

Que la autora desarrolle superficialmente algunos de estos aspectos, focalizando toda su orientación en la comunicación como eje central del liderazgo, puede hacer que ciertos lectores sientan que el libro simplifica demasiado una habilidad tan compleja como es el liderazgo. El lector podría quedarse con la sensación de que la autora ha subestimado otros elementos importantes que contribuyen a una relación de liderazgo efectiva y sostenible en el tiempo.

Otro aspecto que podría mejorarse en el libro es la diversidad de ejemplos y casos prácticos. Boza utiliza en su mayoría ejemplos de liderazgo en contextos empresariales, pero hace falta una mayor representación de líderes en otros ámbitos, como el educativo el social, o incluso el familiar. Esto limitaría un poco el alcance de la obra, ya que la hace menos inclusiva para aquellos que buscan aplicar estos principios en contextos distintos al corporativo. Además, algunos de los ejemplos proporcionados parecen algo idealizados y carecen de profundidad en cuanto a los desafíos que enfrentan los líderes en situaciones reales. Por ejemplo, Boza menciona líderes que logran grandes cambios a través de la comunicación, pero omite hablar sobre los obstáculos y las resistencias que estos pueden encontrar en el camino. Una mayor exploración de los aspectos negativos y las dificultades reales podría haber brindado un panorama más equilibrado y creíble.

Podemos afirmar sin equivocarnos que una de las aportaciones más valiosa y enriquecedora del libro es aquella en el que la  comunicadora afronta la escucha activa como una herramienta de liderazgo. Este apartado pone de relieve un aspecto fundamental y, a menudo, pasado por alto en el liderazgo: la capacidad de escuchar con franqueza a los demás. La emprendedora explica cómo la escucha activa no solo fortalece las relaciones interpersonales, sino que también permite al líder comprender las necesidades y perspectivas de su equipo, facilitando así la colaboración y la cohesión. La empatía también se destaca como uno de los pilares del liderazgo auténtico, y la autora proporciona varios consejos prácticos para desarrollarla. En una sociedad cada vez más enfocada en los resultados y menos en las relaciones personales, este enfoque empático y humano del liderazgo es una bocanada de aire fresco. La autora enfatiza que el verdadero liderazgo se trata de comprender y conectar con las emociones de los demás, algo que no siempre se enseña en los cursos de liderazgo tradicionales.

Uno de los puntos más intrigantes y discutibles del libro es el propio título. A lo largo de la obra, la autora parece desafiar esta misma pregunta, sugiriendo que quizás hemos estado confundiendo términos todo el tiempo. Sin embargo, el libro deja sin responder de manera concluyente si la comunicación es una habilidad que define al líder o si es simplemente un componente esencial de su rol. Esta ambigüedad es interesante, ya que invita al lector a reflexionar y a cuestionarse cómo percibe realmente el liderazgo y la comunicación.

En definitiva, es un libro que se destaca por su enfoque innovador y accesible, y que sin duda aporta una nueva luz al concepto de liderazgo. Noemí Boza consigue transmitir un mensaje poderoso: el liderazgo no es una cuestión de mando, sino de conexión humana y comunicación auténtica. Esta perspectiva resulta especialmente relevante en un momento en que las organizaciones buscan líderes que inspiren en lugar de imponer. Sin embargo, el enfoque casi exclusivo en la comunicación como eje del liderazgo puede resultar limitante para algunos lectores, especialmente aquellos que buscan un análisis más amplio de las habilidades y cualidades necesarias para ser un buen líder. A pesar de sus limitaciones, el libro es una lectura recomendable para cualquier persona interesada en explorar el lado humano y comunicativo del liderazgo.

Para concluir, la autora Noemí Boza nos deja con una invitación clara: para liderar, hay que saber comunicar; y para comunicar, hay que saber escuchar. Es una obra que deja espacio a la reflexión y, aunque no ofrece respuestas definitivas, abre una puerta para que cada lector encuentre sus propias respuestas en el camino hacia el liderazgo auténtico y efectivo.