Como en los anteriores análisis de los perfiles personales de Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, pretendemos acceder de forma objetiva y respetuosa al perfil psicológico de ciertos personajes de nuestra actualidad. Y, en este caso, abordaremos el de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. Su trayectoria en los últimos años la hacen merecedora de este estudio a fin de poder conocer su personalidad y tener una posible explicación de sus conductas y de su impacto social y político.
Antes de nada, considero conveniente subrayar que no me mantengo ninguna relación ni punto de contacto directo a nivel profesional ni personal con ella, condiciones que me permiten elaborar este análisis desde la objetividad, aplicando el constructo DISC de personalidad y desplegando una metodología basada en la observación y análisis documental. No se han usado pruebas psicotécnicas. Tampoco se evalúa su inteligencia, aptitudes, sus ideas, creencias, valores o ideario político.
Avanzando de lo global a lo particular, las conclusiones de este análisis siguiendo el modelo DISC nos sitúa ante una persona con un perfil personal DI/CS. En resumen, muy alta D (dominancia), alta I (influencia), muy baja C (perfeccionismo) y baja S (paciencia). La descripción gráfica de este estilo de personalidad se describe a través de cuatro bloques de adjetivos referidos a los cuatro factores antes enunciados. En el siguiente esquema se ofrece una explicación visual, gráfica y descriptiva mediante adjetivos:
A nivel general, Isabel Díaz Ayuso refleja una personalidad dominante, extrovertida, independiente y de atención distribuida, con un apego limitado a reglas, normas y procedimientos, aunque los respete. Prefiere guiarse por sus propios valores a seguir valores que no asume.
Sus motivadores básicos serían, por este orden: ganar, tener poder y reconocimiento social. Sus temores básicos serían el fracaso y el rechazo social. Puede resultar más simpática que empática y prefiere el estilo directo al abordar los problemas. Esta descripción se realiza a partir de los adjetivos reproducidos en los cuatro bloques del grafico anterior, combinados con las intensidades de los respectivos factores.
Ateniendo a su perfil personal, en el ámbito profesional encajaría exitosamente en: funciones ejecutivas y de liderazgo; podría ser una buena comercial en "venta fría"; gestiones que impliquen conducción de equipos y tareas de formación. En general, sería apta para tareas que permitan alcanzar objetivos trabajando con personas.
Enfocada su personalidad en el ámbito político, la presidenta de la Comunidad de Madrid podría describirse por las siguientes características psicológicas:
Liderazgo
El perfil básico de liderazgo de Díaz Ayuso combina de forma equilibrada la movilización de emociones positivas alta I (influencia) en las personas y su orientación a conseguir resultados alta D (dominancia), rasgos de éxito en el liderazgo psicosociológico. Además, sabe decir no, protege del miedo y, de momento, no se detectan acentuadas tensiones autocráticas a pesar de su alta dominancia. Inspira confianza y su estilo de comunicación no es amenazante, gestiona bien las emociones de su equipo, sabe defenderse y no se rinde fácilmente ante la adversidad.
Carismática
Tiene atractivo personal entre sus seguidores, generando admiración hacia su persona y adhesión a sus políticas y sus acciones. En cambio, este atractivo personal es odiado por sus antagonistas, creando rechazo y una persecución destructiva de sus propuestas, ideas y de su propia imagen con campañas orquestadas desde sus terminales mediáticas para debilitarla y propiciar su destrucción política. Su carisma hace de esta persona una captadora exitosa de votos.
Rebeldía
Según el modelo DISC, un perfil con una S baja y una C aún más baja, predice potencial de rebeldía. Éste sería el caso de Díaz Ayuso, en ella se detecta una rebeldía reactiva, pero no revolucionaria. Este rasgo se acrecienta en ella ante los planes de sus adversarios políticos cuando se alejan de la legalidad, revolviéndose como una ferviente defensora del orden establecido. Ella no se rebela o resiste siguiendo una orden exterior, lo hace por propia iniciativa, desde sus propios valores (motivación interna) y, como consecuencia, puede sublevarse tanto contra sus adversarios como contra la propia jerarquía de su partido, abriendo conflictos, incluso con sus superiores o con la estructura orgánica. Esta persona indómita puede resultar impredecible, ya que necesita amplia autonomía para su acción política. No obstante, procura ceñirse a los antecedentes y asumir la legalidad.
Desafiante
Este rasgo está relacionado con el anterior, suministrándola la energía necesaria para saber decir no, resistir y desafiar a quienes se quieren imponer a ella. La vemos enfrentarse, retar y combatir activamente a sus adversarios políticos, a saber: ministros, cargos públicos, políticos locales y nacionales e incluso con el presidente del gobierno, si las circunstancias así se lo demandan. Es capaz de otorgar una distinción a Milei, mientras España tiene retirada a su embajadora de Argentina. Eso refuerza su imagen externa de "guerrillera" dura y tenaz en beneficio de su prestigio como política íntegra al servicio de sus valores. Pero su estilo desafiante también le granjea nuevos enemigos y encorajina a sus oponentes y detractores.
Directa
Por tratarse de una persona asertiva, su estilo de comunicación es directo, claro, decidido, sin rodeos ni titubeos, transmitiendo seguridad y contundencia en sus afirmaciones. Esta característica es una prolongación de su carisma personal que potencia la admiración de sus seguidores y el temor de sus adversarios, especialmente en las distancias cortas.
Incisiva
En los debates políticos es especialmente aguda en sus apreciaciones, que acompaña con un léxico claro, contundente y fluido. Su dominancia y su capacidad de influir potencian la fuerza de sus intervenciones, que suelen encender a sus adversarios políticos, ya que no rehúye el conflicto dialéctico, donde se desenvuelve con un estilo ganador. A su fluidez verbal debe añadirse su claridad doctrinal y la valentía de sus asertos.
Audaz
Como consecuencia de los rasgos anteriormente comentados, emerge una nueva característica psicológica, la audacia. Está dotada para la toma de decisiones arriesgadas, que asume con resolución y sin titubeo, como fue la ruptura con sus socios políticos, Ciudadanos, y convocar elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid en 2022, ganando por clara mayoría. Este es un rasgo más que coadyuba a su éxito político reflejado en las urnas.
Conclusiones
Isabel Díaz Ayuso, que sacó de la política a Pablo Iglesias derrotándole en unas elecciones, está siendo acosada por sus antagonistas de izquierdas sin tregua ni cuartel, propiciando un desgaste de esta lideresa en la esperanza de que alguna zona de debilidad, o un golpe de suerte, minen su moral y la desestabilicen.
Pero todo indica que ella no se va a rendir fácilmente ante este asedio progresista constante e intenso desde diferentes frentes. Es predecible que su personalidad resistirá y superará las presiones que le rodean coadyubada por el efecto de "adaptación al estímulo" que simultáneamente le está endureciendo. Debe asumirse que todas las fortalezas personales tienen un límite razonable.
Desde otra perspectiva, es presumible que su ambición y competitividad pueden crear conflictos internos dentro de su partido por su deseo legítimo de promocionar. Saber esperar, madurar y consolidar aprendizajes sería una forma sabia de prepararse un futuro sólido, y ella está dotada para ello. Debe advertirse que su estilo de liderazgo difiere del estilo de su jefe de partido, Alberto Núñez Feijóo.
Es una servidora pública que entusiasma a propios y extraños, atrayendo en la misma proporción a más adversarios y poniendo a prueba su resistencia. Por esta razón, se abre la interrogación de hasta cuándo durarán sus éxitos, porque el carácter seductor de cualquier líder no es inagotable.
Díaz Ayuso deberá esforzarse en cuidar y proteger su carisma y sus rasgos exitosos de liderazgo de un desgaste lógico. Sería recomendable que evitase ser víctima de su merecido triunfalismo; no caer en el narcisismo procedente de su reforzada autoestima y desarrollar puntualmente sanas autocríticas, que el éxito suele erradicar de las mentes ganadoras.