No terminamos de asumir que los riesgos a los que estamos expuestos por la red tienen tanta o más importancia que aquellos otros que tienen un carácter físico y palpable. Seguimos sin concienciarnos -en muchos casos- de que las inofensivas cámaras de supervisión de nuestros hijos, por ejemplo, pueden dar acceso a su habitación a todo tipo de delincuentes online a los que ponemos en estrecho contacto con los menores. Nos resistimos a aceptar que para beneficiarnos de los indudables beneficios que estas herramientas tecnológicas nos traen debemos dedicar unos minutos para cifrarlas, cambiando los valores que vienen predeterminados de fábrica, antes de utilizarlas alegremente.
Pero este es solo un ejemplo de los muchos usos y productos que la tecnología está llevando a nuestro hogar (electrodomésticos inteligentes, aspiradoras inteligentes, televisión inteligente...) Todos estos aparatos ofrecen innumerables beneficios, pero también unos riesgos que, con solo un poco de interés y unos minutos de dedicación, podemos evitar.
¿Y qué decir de los juegos en línea que nuestros hijos descubren al azar mientras exploran en sus tablets o smartphones? Podemos tener a nuestros hijos sentados a nuestro lado, en silencio, mientras nosotros vemos la televisión, leemos un libro y, aunque todo parezca bajo control, igual algún desconocido que se ha puesto en contacto con estos por medio del chat de un juego online le está tratando de convencer para que le envíe fotos o información de donde vive sin que nos enteremos.
Nada de esto es ya una anormalidad, sucede con más frecuencia de lo que pensamos simplemente por no estar atentos y fijar unas medidas de ciberseguridad básicas que protejan a los menores, y a nosotros mismos, de actos delictivos. Es por ello que el hacker ético Raúl Beamud nos ofrece en este podcast una serie de consejos y recomendaciones para que los pequeños de la casa puedan jugar a Roblox y a otros juegos en línea sin el temor a encontrarse en cualquier rincón de estos alguna ciberamenaza.
Y recuerda: es importante que no demonizamos a Roblox ni a juegos similares, ni tampoco que no permitamos a nuestros hijos adentrarse en los videojuegos, pero como padres tenemos que denunciar estos peligros y perdirles a sus desarrolladores un mayor control.
Y lo más importante: debemos formar a nuestros hijos y que sepan qué no pueden hacer en ningún caso, cómo reconocer las señales de emergencia y qué hacer llegada una situación sospechosa.