Ha surgido como una explosión. En muy poco tiempo, la Inteligencia Artificial (IA) forma parte de nuestras vidas y consigue hacer cosas que hasta ahora solo podíamos realizar los seres humanos: sistemas capaces de aprender, planear, resolver problemas… La rápida penetración de esta tecnología trae consigo una enorme cantidad de oportunidades en todos los ámbitos y es común encontrar herramientas y aplicaciones basadas en algoritmos de la IA y con distintos fines. Programas generadores de contenidos (la conocida como IA generativa, como Chat GPT, de Microsoft, o Bard, de Google), ordenadores que juegan al ajedrez, asistentes personales digitales, navegadores que indican la mejor ruta, y miles de ejemplos más.
Para que un dispositivo electrónico o software tenga Inteligencia Artificial necesita de datos y algoritmos capaces de tomar decisiones. Pero lo que realmente diferencia a la IA de un programa informático común es la capacidad para mejorar sus propios procesos de forma autónoma. Es decir, aprender de las tareas realizadas en el pasado, sus propias tareas, sin la necesidad de la intervención humana. Es lo que se conoce como aprendizaje automático (machine learning, en inglés).
"Diferentes sectores aprovechan las ventajas de la IA para desarrollar una nueva generación de productos y servicios más personalizados y adaptados a las necesidades de las personas y las empresas", explican los expertos de Banco Santander. También en el caso del sector bancario, donde permite mejorar la atención al cliente y mejorar la protección, optimizar los procesos de aprobación de créditos o prevenir la morosidad, entre otras muchas aplicaciones.
De hecho, ya hay aplicaciones específicas, como los asistentes virtuales, también conocidos como chatbots (software para chatear), que están diseñados para resolver dudas financieras cotidianas, brindar información o dar instrucciones para realizar una operación. Con esta opción, la banca garantiza a sus clientes un canal de atención en cualquier momento y lugar. Así agiliza la resolución de consultas frecuentes como los horarios de las oficinas, la ubicación de cajeros o cómo activar y desactivar tarjetas de crédito. Es decir, con esta herramienta se amplía la atención al cliente.
También permite mejorar la seguridad de las operaciones. A través de ella se pueden identificar algunos hábitos de consumo de los usuarios y, ante cualquier anomalía o transacción sospechosa, es posible tomar medidas automáticamente. Por ejemplo, si se vive en una ciudad y la tarjeta bancaria registra actividad en otra, es posible cruzar datos de los sistemas de geolocalización del teléfono móvil para comprobar la ubicación, notificar la operación y solicitar la verificación. Así, se pueden prevenir delitos como la suplantación de identidad con las tarjetas o identificar actividades fraudulentas, como el blanqueo de capitales, al analizar y contrastar diferentes fuentes de información.
La IA es capaz de analizar los patrones de gastos y advertir al usuario de los pagos previstos a través de la banca digital. De esta forma, se ofrece un tratamiento personalizado, se promueve una mejor gestión financiera y se reduce el riesgo de quedarse sin liquidez para hacer frente a las obligaciones futuras. Por ejemplo, Santander España utiliza la Inteligencia Artificial para gestionar un gran volumen de datos de los clientes y crear patrones analíticos y predictivos que puedan beneficiarles en un futuro cercano. Con los hábitos identificados, la entidad envía recomendaciones online para que los clientes puedan gestionar sus finanzas. Es el caso de las notificaciones push predictivas, que les avisan de los próximos movimientos o recibos que se van a ejecutar en breve.
Además, optimiza la gestión de los créditos con el uso de datos como la edad, ingresos, gastos, saldo promedio o nivel de deuda, entre otros. De hecho, hay programas de IA que sirven para automatizar la toma de decisiones a la hora de otorgar, o no, productos bancarios como los créditos o cualquier otra operación de riesgo. Este proceso permite reducir tiempo y recursos, así como ofrecer préstamos más seguros para ambas partes.
Y, por último, con la cantidad y variedad de dispositivos capaces de conectarse a internet, el denominado "banco de las cosas" es una infraestructura capaz de aprovechar la información que recibe para ofrecer servicios o tomar algunas decisiones financieras. Por ejemplo, un frigorífico inteligente puede detectar que no hay leche o que está a punto de acabarse y encargarse automáticamente de hacer el pedido en una tienda online. Para ello, este electrodoméstico debe tener un monedero electrónico integrado o una tarjeta bancaria asociada.
Tecnología al servicio de las personas
Las ventajas de la IA son muchas, pero también conlleva riesgos. "Para que la tecnología esté al servicio de las personas, y no al revés, es fundamental promover un uso correcto de la Inteligencia Artificial que tenga en cuenta temas fundamentales como la privacidad, la atribución de responsabilidad de las acciones de la IA, los sesgos o prejuicios en el diseño de los algoritmos, y el tratamiento correcto y respetuoso de los datos", explica Banco Santander. Para conseguir sistemas de inteligencia artificial que sean responsables y sostenibles es clave definir marcos regulatorios que fomenten el desarrollo de tecnologías inteligentes que respeten principios éticos y que presten atención a grupos vulnerables, como menores de edad o personas con discapacidades, concluye la entidad.
Los expertos consideran que la IA podría impulsar el crecimiento económico y la productividad significativamente, pero también impactará en el mercado laboral. Al automatizar tareas cognitivas y repetitivas, los humanos pasarían a realizar trabajos más productivos, lo que, según estimaciones de Goldman Sachs, podría generar un aumento del 7% (equivalente a casi 7 billones de dólares) en el PIB mundial durante un período de 10 años. Este aspecto favorable para el crecimiento económico convergería inevitablemente con la preocupación por su impacto en el mercado laboral y la pérdida de empleo: se estima que dos tercios de las ocupaciones estadounidenses podrían ser vulnerables a alguna forma de automatización.
En este sentido, la presidenta de Banco Santander, Ana Botín, ha señalado en su perfil de Linkedin que "las transformaciones económicas y sociales fruto del cambio tecnológico de la cuarta revolución industrial son un gran desafío que tenemos que afrontar. Y un debate importante que debemos tener es si la formación que estamos ofreciendo a los jóvenes en la Universidad se adecua o no a las demandas laborales de este nuevo mundo". También hizo alusión a la IA en su discurso en la XI Conferencia Internacional de Banca. "Pensábamos que la tecnología ayudaba a la democratización. Hace sólo unas semanas, la revista 'Wired' aseguraba que la tecnología hace exactamente lo contrario. Un uso no adecuado de la inteligencia artificial podría conducir a una mayor centralización".