Muchos gurús tecnológicos de la economía auguran la desaparición del dinero en efectivo. ¿Confunden sus deseos con la realidad? Hay muchos intereses para que desaparezca. Las Fintech, los servicios de pago telefónico, importantes empresas tecnológicas y algunos sectores de la banca se frotan las manos ante las oportunidades de negocio que surgirían si este dejara de circular por el plano físico. Sin embargo, para el Banco Central Europeo, BCE, este debate no tiene cabida. Su reciente respuesta a la proposición no de ley del PSOE para la eliminación gradual de los pagos en metálico, fue contundente: su desaparición definitiva infringiría directamente el Tratado de la Unión Europea.
Y sin embargo, el debate sigue vivo...
Algunos defensores de la tecnología argumentan que casi todas las operaciones en ya varios países se hacen usando tarjetas de crédito y no dinero físico, como si la idiosincrasia de todos los Estados del mundo fuera uniforme. Otros arguyen que es la mejor forma de controlar el fraude y la economía sumergida, un asunto muy discutible según expertos consultados. Para hablar de estas y otras razones, Escudo Digital se ha puesto en contacto con especialistas de diversos ámbitos que nos han ofrecido sus puntos de vista. Cada uno de ellos prioriza un motivo, pero los argumentos se entrecruzan como piezas de un mismo puzle. Hay factores históricos, legales, culturales, psicológicos y del orden de la ciberseguridad que influyen a la hora de plantear si las monedas y los billetes deberían o no dejar de fabricarse en acero y fibra de algodón y, en su lugar, transformarse enteramente en meros dígitos.
La libertad del individuo
Isabel Giménez, empresaria inmobiliaria e inversora, ha hablado para Escudo Digital y ha expresado así su punto de vista: "Sé que quien por mi profesión habrá quien piense que me mueven intereses espurios, como defraudar a la hora de comprar o vender un piso, o incluso alquilarlo". Pero los movimientos de dinero negro importantes son los de las mafias, ya que la gente "no tiene dinero negro para comprar un piso en doscientos y escriturarlo en cien".
A Isabel le asusta "la obligación de utilizar el dinero solo mediante sistemas electrónicos: ¿Es una manera de controlar lo que hacemos o no hacemos: si compro pan, o compro un sándwich y dónde estoy, en Marbella, o en San Petersburgo. Si me compro un satisfyer o la biografía del patriarca de Alejandría?... No sé mucho de ciberseguridad, pero sí que mi información está viajando por ahí. Si compro de rebajas o si me voy de viaje o me quedo en casa. Incluso con quién me voy. Es información sensible que puede ser utilizada incluso para chantajear a alguien. El poder de pagar como me venga en gana, y que nadie sepa lo que me he gastado, es un derecho fundamental. A lo mejor no quiero que la persona con la que comparto cuenta, si se diera el caso, sepa en qué me gasto el dinero y por qué lo gasto. En el caso de que el dinero contante y sonante desaparezca nos enfrentamos a una pérdida de libertad absoluta".
"Cuando pagamos en efectivosentimos que ese dinero se nos va de las manos y, sin embargo, cuando utilizamos el pago electrónico, ya el simple hecho de recuperar nuestra tarjeta acto seguido, diluye esa vivencia de desapego a nivel subconsciente"
Despilfarro frente a fomento del ahorro
Lucía Moya Cortés es psicóloga y esta es su opinión sobre el papel del dinero físico: "Diversos estudios realizados desde el campo de la economía conductual concluyen que cuando pagamos en efectivo somos más reflexivos y tenemos mayor sensación de autocontrol que cuando utilizamos los sistemas de pago electrónico, y esto se traduce en una mayor capacidad de ahorro". Añade que esto es así, "porque al utilizar efectivo el gasto se limita a la cantidad de dinero que llevemos encima. Además, el acto de sacar el dinero de nuestro bolsillo para entregárselo a otro genera un sentimiento de pérdida de propiedad derivado de la responsabilidad y el esfuerzo asociado al dinero. Sentimos que ese dinero se nos va de las manos y, sin embargo, cuando utilizamos el pago electrónico, ya el simple hecho de recuperar nuestra tarjeta acto seguido diluye esa vivencia de desapego a nivel subconsciente".
Asimismo, añade Lucía Moya, "está comprobado que cuando utilizamos dinero en efectivo tendemos a invertirlo en objetos más útiles y necesarios. Cuando la experiencia de consumir y el dolor de gastar no están vinculados, como sucede cuando empleamos nuestras tarjetas, nos resulta más sencillo priorizar el beneficio de lo que compramos frente a su coste, y eso se traduce en una mayor tentación de acabar comprando objetos que quizá no sean tan necesarios. Muchas veces los sistemas de pago electrónicos no reflejan los gastos realizados de forma inmediata en nuestra cuenta corriente, por lo que podemos tardar un tiempo en ser conscientes de que nos hemos gastado más de la cuenta. Cuando compramos con efectivo, resulta mucho más evidente saber cuánto dinero nos queda".
A esto hay que sumarle, recuerda Lucía, "el hecho de que cada vez hay más facilidades para realizar el pago electrónico (a través de nuestro teléfono o simplemente acercando nuestro reloj al datáfono), que acaban generando la creencia de que podemos tener todo a nuestro alcance sin ni tan siquiera tener que sacar la cartera del bolsillo".
Exclusión social
Chema Martínez, sindicalista del sector bancario de CC.OO., tiene una postura ambigua, pero ha explicado con contundencia los pros y los contras. "Me consta que hay un componente importante que es la delincuencia organizada, y también la economía sumergida, pero los delincuentes trabajan también con criptomonedas, tienen elementos para seguir defraudando y ocultar el dinero. El mercado de las criptomonedas está recibiendo gran parte del tráfico de efectivo. Luego está la situación de los compañeros de la Fábrica de Moneda y Timbre. Y evidentemente, aunque ayudaría a controlar la economía sumergida, también es cierto que con la eliminación del dinero físico se producirían problemas de exclusión financiera. No puede ser una medida drástica y radical, porque dejas fuera de la economía a mucha genteque no está preparada para acceder a los servicios financieros digitales. Y además, al no haber un operador público, los bancos tienden a excluir a las personas de baja renta. No hay ninguna institución financiera que garantice la inclusión de la ciudadanía. Cada vez hay más exclusión en los barrios de las ciudades, personas que no pueden tener una cuenta a la vista por el nivel de coste que les supone", y es que cada vez se cobran más comisiones, y cada vez hay más personas "a las que les cuesta mantener una cuenta corriente".
"Por mucho que me digan que el modelo virtual no es trazable, hay alguien que está detrás, que puede acceder a lo que gasto. Al usar tarjeta, que es lo que usa el 100% de los mortales, entonces sí que 'ya mueres'. Te pueden controlar hasta tus gastos médicos"
La trazabilidad del dinero electrónico
Antonio Gallardo es analista economista. Y es tajante: "Todo el dinero electrónico es trazable, digan lo que digan. El dinero físico es necesario, y si no me dejan usarlo,me están considerando defraudador antes de cometer ningún fraude. Cuando me limitan la cantidad de dinero que puedo pagar me están considerando un defraudador sin serlo. Pero lo más grave es la exclusión social. Se habla mucho de Fintech y similares, de las empresas tecnológicas que no son bancos, y aunque dicen que están colaborando en la inclusión, lo cierto es que en los países fuertemente bancarizados el acceso a una cuenta es muy limitado. O te meten en un tipo de cuenta bancaria a pagar, o te quedas fuera. Y eso sirve para discriminar. El mensaje que se transmite es: si tienes una nómina buena no te cobro comisiones. La cuenta básica que obliga la Unión Europea a tener tiene unas restricciones tan grandes, que muy poquita gente las está utilizando. Es muy desconocida. Y además, si tienes otro tipo de cuenta, no tienes acceso a la misma. Pero lo más grave es que pierdo mi anonimato al 100%. Por mucho que me digan que el modelo virtual no es trazable, hay alguien que está detrás, que puede acceder a lo que gasto. Al usar tarjeta, que es lo que usa el 100% de los mortales, entonces sí que 'ya mueres'. Te pueden controlar hasta tus gastos médicos, y ese tipo de datos son sagrados. Y eso sin contar lo que valen mis datos para determinadas empresas que pueden comerciar con ellos para hacer estudios de consumo de los que solo ellos sacan rendimiento".
La resiliencia social
Fernando Acero, Coronel del Ejercito del Aire, y CISO de Oesia, un experto en ciberseguridad de gran renombre, afirma que el dinero físico no debe desaparecer "bajo ningún concepto porque nos aporta resiliencia social".
"Imaginemos -comenta- que se produce un ciberataque importante, algo que ya ha ocurrido en algunos sitios, y provoca un corte de energía prolongado que no nos permite acceder al dinero. La situación puede ser angustiosa, así como sus consecuencias. En ese caso, que se puede dar, si tengo monedas, o papel moneda, por lo menos podré comprar lo necesario. La economía se seguirá moviendo. No lo hará al nivel de antes, porque la economía de dinero electrónico mueve mucho más, pero lo hará. Hay que tener en cuenta un detalle: los bancos aquí pueden generar dinero de mentira. ¿Cómo se genera el dinero de mentira? Creando un crédito. Yo te doy un crédito y tú me das tanto dinero. Ese dinero no está en ningún lado. Es un apunte contable. Lo que permite que se pueda generar dinero de la nada por los bancos, es la desaparición del patrón oro y que los países no pudieran tener en circulación más dinero que lo que permitieran sus reservas nacionales. El euro es Fiat, es dinero que solo se puede mover en tanto está en circulación autorizada.
La burbuja del 2008 se rompió porque se empezaron a dar créditos y créditos. Y en la economía no había dinero para pagar esos créditos. Tú tenías una capacidad de producción de dinero finita, real; pero lo que complica las cosas es el dinero financiero que generan los bancos a base de deuda de sus clientes, que tiene que corresponderse con algo que tenga un respaldo de alguna forma. Si no se corresponde con nada, se produce un crack, que es lo que nos ocurrió."
Añade Fernando Acero que "la burbuja estaba controlada por los bancos, te valoraban la casa que ibas a comprar, te decían qué créditos tenías que pedir. Y te encontrabas deudas a treinta o cuarenta años sobre casas que tenían inflados los intereses al doble porque era lo que al banco le interesaba, claro. Se genera una bolsa de deuda que no significa solo que la persona no la pueda pagar; sino que afecta también a la sociedad. La capacidad de generar dinero no es tal. Y ese dinero no existía. No estaba en ningún sitio".
Hay una historia que se cuenta del euro, y el coronel nos la relata.No puede ser más explícita: " Pongamos que existe un pueblo con doscientos habitantes que se deben un euro a cada uno. La deuda total de los habitantes es 200 euros. Viene alguien de fuera que le paga un euro por un pan al panadero, el panadero paga el euro de su deuda al otro, otro al otro, y al final, con un único euro ha desaparecido toda la deuda. Un único euro puede arreglar la deuda de 200 personas, siempre que la deuda sea entre ellos. El gran problemas de la deuda de las viviendas es que no era una deuda circulante, sino una deuda estática asociada a un bien raíz. Con lo cual lo que tú pagas, se lo pagas al banco y ese dinero no circula. No es un dinero que te doy a ti porque eres un comerciante, que compras un producto y ese producto se lo compra alguien a un agricultor. La peor deuda que se puede tener es la que se contrae con un banco sobre una hipoteca. Ese dinero no circula ni sirve para solventar la deuda de nadie".