Uno de los grandes frentes en los que se debe luchar contra el abuso y la explotación sexual infantil es internet, donde la difusión de materiales relacionados con esta lacra no deja de crecer. De hecho, este tipo de contenido ha aumentado hasta un 4.000% desde el año 2014, según GRACE, un proyecto financiado por la Unión Europea cuyo nombre responde al acrónimo "Global Response Against Child Exploitation", que en castellano se traduciría como "Respuesta Global contra la Explotación Infantil".
En el marco de este proyecto, recientemente se ha publicado una guía que recopila una serie de directrices para ayudar a los primeros agentes que asisten a niños que pueden estar siendo víctimas de abusos y explotación sexual en internet a saber cómo prestarles apoyo de la mejor manera posible y velando siempre por actuar rápidamente en el mejor interés del niño.
"Las pautas están preparadas de una manera que abarca los estándares unificados que estos agentes pueden usar en su trabajo diario, brindándoles información relevante sobre la mejor manera de responder si se encuentran con un niño que creen que está siendo objeto de abuso sexual", señala GRACE.
Este kit de herramientas es el resultado de una colaboración entre el Centro Europeo de Ciberdelincuencia (EC3) de Europol y el Grupo Europeo de Formación y Educación sobre Ciberdelincuencia (ECTEG).
Algunas claves de la guía
Según destaca el documento, el principio de la guía es que "el máximo interés del niño, especialmente como víctimas de abuso sexual o explotación, será la principal preocupación en todas las actividades llevadas a cabo por un socorrista". Asimismo, identifica las cinco principales respuestas automáticas e instintivas al miedo y al trauma, que se pueden ver en el contexto de una agresión sexual. Estas son lucha, huida, congelación, fracaso y amigo, las 5 Fs por sus iniciales en inglés (fight, flight, freeze, flop, and friend) y que califica como unas reacciones destinadas a protegernos ante el daño, con el objetivo de sobrevivir a una situación peligrosa y que cada víctima puede mostrar de forma diferente.
"Hay que evitar las generalizaciones. Los derechos de los niños víctimas deben respetarse de acuerdo a sus necesidades individuales y circunstancias para encontrar la mejor solución personalizada a su caso, minimizando cualquier posible daño adicional o futuro. Los primeros (agentes) en responder deben respetar los siguientes derechos en la mayor medida posible, cada vez que se encuentren con un niño víctima", señala la guía, que enumera los siguientes derechos:
- Estar protegido contra todas las formas de violencia, incluidas todas las formas de explotación sexual y abuso sexual.
- Recibir atención y asistencia especial, especialmente cuando un niño se encuentre privado de su medio familiar.
- Garantizar la rehabilitación y la reinserción social.
- Ser tratado con dignidad y compasión.
- Estar protegido contra la discriminación.
- Estar informado.
- Ser escuchado y expresar opiniones e inquietudes.
- Asistencia efectiva, incluido el representante legal y/u otro.
- Privacidad.
- Ser protegido ante las dificultades que se encuentre durante el proceso de justicia, incluida la investigación y el enjuiciamiento
- Seguridad.
- Reparación y resarcimiento del daño sufrido.
- Medidas preventivas especiales.
La guía también recomienda a los agentes que se familiaricen con las leyes pertinentes sobre abuso sexual infantil y explotación en sus países, así como con los servicios locales pertinentes que trabajan en el área del abuso y la explotación sexual infantil que pueden ofrecer apoyo. Según indica, estos pueden incluir: unidades especializadas en las agencias policiales locales, servicios médicos, incluidos servicios pediátricos y servicios de remisión de casos de violación/abuso sexual, servicios de protección infantil y servicios de intervención psicológica o de crisis.
"Se considera útil tener a mano los datos de contacto de tales servicios, para que puedan referirles a los niños, cuidadores y otros testigos", apunta la guía.
Volviendo al proyecto GRACE cabe mencionar que su objetivo es equipar a las agencias policiales europeas con capacidades analíticas y de investigación avanzadas para que puedan afrontar la propagación de material de abuso y explotación sexual infantil en línea (CSEM) y, en última instancia, ayudar a proteger a las víctimas y dar caza a quienes perpetran este abominable delito. El proyecto, que se ejecutará hasta noviembre de 2023, ha recibido una financiación de 6,8 millones de euros y cuenta con la colaboración de 14 países miembros de la UE, España entre ellos, así como de Europol, de su Centro Europeo contra la Ciberdelincuencia (EC3) y del Grupo Europeo de Formación y Educación sobre Ciberdelincuencia (ECTEG).