Casi el 75% de los españoles considera que su alimentación es saludable, según el III Estudio de Salud y Estilo Vida Aegon, publicado el pasado mes de noviembre. Esto supone un incremento de cerca del 2% respecto al año anterior y, en general, un 66,50% de personas opinan que llevan una alimentación saludable en buena medida (un 38,25% más que en 2019). Además, disminuye la población que declara que su alimentación es poco (-28,57%) o nada saludable (-50%) respecto al año pasado.
"Siete de cada diez españoles declaran que llevan una correcta alimentación gracias a comer diariamente frutas y verduras y a basar su alimentación, principalmente, en alimentos frescos y poco procesados. El 67,70% también señala que comer platos caseros y comer poco fuera de casa les ayuda a mantener una dieta sana y equilibrada. Estos motivos son los mismos que destacaban el año anterior, aunque han disminuido en porcentaje para dar pie a la aparición de otros, como a la forma más saludable de cocinar los alimentos (a la plancha, al vapor o hervir) o a no abusar de la sal ni del aceite a la hora de cocinar, a los cuales se suman el 49,70% y el 51,30% de los encuestados, respectivamente", expone el informe.
Los beneficios de llevar una alimentación saludable son irrefutables. Está más que demostrado que seguir una dieta equilibrada y variada, acompañada de un estilo de vida activo, es provechoso para la población y reduce el riesgo de padecer enfermedades cardíacas o diabetes. Sin embargo, cuando la comida sana se convierte en una obsesión, un buen hábito pasa a ser un problema denominado ortorexia.
La ortorexia, una alteración de la conducta alimentaria que afecta al 28% de la población occidental
Fátima Servián Franco, profesora en el Grado de Psicología y en el Máster Universitario en Nutrición y Salud de la Universidad Internacional de Valencia, ha advertido sobre la ortorexia.
Actualmente no está reconocida como una categoría diagnóstica por lo que no se considera un trastorno, sino una alteración de la conducta alimentaria que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta al 28% de la población occidental.
"La ortorexia se compone de dos etapas, la primera de ellas se sustenta en elegir comer una dieta saludable, lo cual es muy lícito, pero en la segunda hay una intensificación de esa búsqueda caracterizada por la obsesión patológica de la comida biológicamente pura, lo que lleva a importantes restricciones alimentarias", explica.
En este sentido, expone que "se considera que una persona sufre ortorexia cuando realiza una dieta restrictiva y un aislamiento social compensatorio, evitando obsesivamente los alimentos que contienen o podrían tener colorantes, conservantes, pesticidas, ingredientes genéticamente modificados, grasas poco saludables o contenidos excesivos en sal, azúcares y otros componentes". Dicho de otro modo, la patología aparece cuando la obsesión por la alimentación saludable acarrea sufrir alteraciones físicas, como la desnutrición; psicológicas, como las tendencias obsesivas; y sociales, como el aislamiento.
En cuanto al perfil de pacientes, la profesora Servián indica que "las mujeres, jóvenes en el periodo de adolescencia y quienes se dedican a deportes como el culturismo, el atletismo y otros, son los grupos más vulnerables".
Por otro lado, la docente de VIU argumenta que las principales influencias de este estilo de vida "son el movimiento y la industria de la comida ecológica y orgánica. Para esta corriente, los alimentos se consideran impuros por llevar herbicidas, pesticidas u otras sustancias artificiales. Este estilo de vida se sustenta en las técnicas y materiales empleados en la elaboración de los alimentos".
¿Qué consecuencias psicológicas puede tener la ortorexia?
La ortorexia puede derivar en problemas psicológicos como la preocupación excesiva y obsesiva por la calidad de lo que se come más que por el placer y la necesidad de comer. "Esto provoca que los hábitos alimentarios sean cada vez más estrictos, lo que les induce a un aumento de la autoestima mientras siguen la dieta correcta, aunado a un sentimiento de superioridad hacia aquellos que no siguen esta dieta. Cuando rompen esta dieta se observa un sentimiento de culpabilidad ya que su autoestima va muy unida a lo que comen", subraya la experta.
En esta misma línea, también destaca que "las personas con ortorexia son rígidas, perfeccionistas, estrictas y padecen intensos sentimientos de culpa cuando no cumplen lo que se proponen". Por estas razones, señala que para la recuperación de un paciente con este trastorno es importante trabajar de forma multidisciplinar estos aspectos y los nutricionales. "Esta es la base para un correcto reajuste entre una preocupación sana por lo que se come y la obsesión que conlleva problemas psicológicos, nutricionales y sociales", concluye la profesora Servián.