Cómo los nuevos "emperadores" digitales han consolidado su poder omnímodo

Es crucial prestar atención a cómo las big tech pueden moldear no solo la política, sino también la percepción pública y académica de todos los grandes asuntos.

Pedro Fernaud

Periodista

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Estatua del emperador romano Augusto junto a las imágenes de Jeff Bezos, Elon Musk, Mark Zuckerberg, Tim Cook, Satya Nadella y Sam Altman.
Estatua del emperador romano Augusto junto a las imágenes de Jeff Bezos, Elon Musk, Mark Zuckerberg, Tim Cook, Satya Nadella y Sam Altman.

A lo largo de la historia, el poder ha adoptado diferentes formas, desde la autoridad absoluta de los emperadores romanos hasta el dominio contemporáneo de los líderes de las empresas tecnológicas. Figuras como Bill Gates, Jeff Bezos, Elon Musk, Mark Zuckerberg y Sam Altman han acumulado riquezas que rivalizan con las de las dinastías más poderosas de la antigüedad. Así como  los emperadores Julio César o Augusto utilizaban su influencia para gobernar y expandir sus imperios, estos magnates tecnológicos controlan vastos ecosistemas digitales que influyen de manera decisiva en nuestras vidas diarias, desde la forma en que nos comunicamos hasta cómo consumimos bienes y servicios. Sin embargo, a diferencia de los emperadores, que estaban sometidos a ciertas normas y estructuras de poder, los CEO modernos operan en gran medida sin la supervisión necesaria, lo que plantea preocupaciones sobre la concentración de su poder.

La capacidad de estos líderes tecnológicos para tomar decisiones que afectan a millones de personas es innegable. Por ejemplo, la política de privacidad de Facebook, bajo la dirección de Zuckerberg, ha suscitado críticas sobre la forma en que se maneja la información de los usuarios y su impacto en la democracia y la privacidad individual. Como se explica en este artículo de la revista Nueva Sociedad, las redes sociales influyen en las elecciones mediante la manipulación de la popularidad de ciertos temas y alteración de las preferencias públicas, lo que luego repercute en la política. Las noticias falsas y los social bots amplifican este efecto, creando comunidades que refuerzan opiniones propias, lo que puede llevar a la polarización y radicalización.

Además, las redes sociales privilegian el sensacionalismo y la emoción lo que repercute en la manipulación de información y puede influir en el comportamiento electoral, lo que pone de relieve el poder que tienen estos CEO sobre procesos democráticos clave. Asimismo, las decisiones de empresas como Amazon, bajo el liderazgo de Bezos, han cambiado la dinámica del comercio minorista, lo que se ha traducido en la desaparición de muchos negocios locales. Estos cambios reflejan un nivel de influencia que, en muchos sentidos, se asemeja al de los emperadores romanos que dictaban el destino de sus ciudadanos sin apenas tener en cuenta sus necesidades.

La falta de responsabilidad

Según el economista de la Universidad de Harvard, Dani Rodrik, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2020, “los líderes tecnológicos no son responsables ante el público de la misma manera que lo eran los gobernantes en el pasado”, lo que plantea serias dudas sobre su capacidad para actuar en el interés común. Esta dinámica se evidencia en casos recientes, como la decisión de Elon Musk de restablecer cuentas de usuarios prohibidos en Twitter sin un proceso claro, circunstancia que resalta la naturaleza arbitraria. Esta tendencia se asemeja al poder despótico que ejercían figuras como Nerón o Calígula, quienes, a pesar de sus excesos, dictaban el rumbo de un imperio con la autoridad que les otorgaba su posición. A medida que los líderes tecnológicos continúan consolidando su influencia sin un marco regulatorio adecuado, es esencial que la sociedad comience a cuestionar el equilibrio de poder y busque formas de establecer controles que garanticen que este poder no se convierta en una amenaza para la democracia y la justicia social.

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La naturaleza arbitraria de algunos CEO se parece al poder despótico que ejercían figuras de la antigua Roma.

Poder omnímodo

Las últimas tendencias y movimientos empresariales constatan que magnates tecnológicos como Mark Zuckerberg, Sam Altman y Elon Musk están consolidando su poder con cada vez menos control. Por ejemplo, Zuckerberg, el máximo responsable de Meta, mostró una camiseta con la frase Aut Zuck, aut nihil (o Zuck o nada, expresado en latín) en una reciente presentación de su compañía.  Más allá de lo humorístico, la prenda refleja una postura clara: Zuckerberg ya no está dispuesto a disculparse por los efectos negativos de sus plataformas, como la desinformación o la manipulación en elecciones. Este cambio de actitud contrasta con el pasado, cuando solía pedir perdón frecuentemente ante reguladores y políticos. Ahora, parece haber dejado atrás la etapa de las excusas.

Por su parte, Sam Altman, el CEO de Open AI, la empresa matriz de ChatGPT, está transformando lo que en un principio era una organización sin fines de lucro en una empresa dedicada a generar beneficios. Para entender ese proceso, ayuda la lectura de este artículo de Karen Hao en The Atlantic que describe el acceso constante de Sam Altman al poder de Open AI, poniendo en valor su capacidad para persuadir y consolidar su autoridad a través su carismático estilo de liderazgo, descrito como su mayor ‘don’ por quienes le rodean. Esa manera de dirigir ha sido objeto de escrutinio tras los recientes cambios en la cúpula de la empresa, que incluye la salida de figuras clave como Mira Murati, directora de Tecnología, y Bob McGrew, jefe de Investigación. Esta renovación reflejan tensiones internas sobre la misión de la compañía. La interpretación de Hao es que Open AI se ha presentado durante mucho tiempo como una organización transparente y altruista, cuando en realidad ha estado impulsada por el secretismo, la competencia y la búsqueda de beneficios, de manera que los recientes cambios “muestran al público lo que ha estado ocurriendo de verdad dentro de la compañía”.

En la lista de comportamientos imperiales no puede faltar el empresario considerado por la revista Forbes como el hombre más rico del planeta: Elon Musk. Su estilo personalista y estrambótico se refleja en que últimamente ha reforzado su seguridad personal hasta límites muy fuera de lo común: tanto es así que está viajando con un equipo de 20 guardaespaldas. En esa línea, se ha incrementado de manera evidente su distancia con el público en sus últimas apariciones públicas. A pesar de su rechazo de los controles gubernamentales, como ha sucedido por ejemplo en el caso de la regulación aeroespacial de su empresa Space X, este empresario de origen sudafricano mantiene una fuerte influencia política y sigue adelante con sus proyectos espaciales y tecnológicos. Al respecto de los comportamientos de estos magnates, la historiadora Mary Beard ironiza sobre sus conductas al decir: “Nos cuesta ver que esta élite digital tiene un poder incontestable y que no rinde cuentas ante nadie. !Esto ni siquiera existía en Roma!”.

El caso de Bill Gates: participativo y filantrópico

¿Qué otros modelos de dirigentes con mucho poder y dinero en el ámbito tecnológico existen que puedan funcionar como una referencia de interés para ese exclusivo club de magnates tecnológicos que influyen de manera tan perceptible en nuestro día a día? Seguramente, uno de los casos con perfiles más valiosos sea el de Bill Gates. Como se refiere por parte de la Universidad Unir, el liderazgo del fundador de Microsoft (y máximo responsable de la compañía durante muchos años) se caracteriza por una “combinación de estilos positivo, transformacional, participativo y democrático”.

Los CEO modernos operan en gran medida sin la supervisión necesaria, lo que plantea preocupaciones sobre la concentración de su poder.

 

Durante su labor ejecutiva, Gates se distinguió por su capacidad para anticipar las necesidades de los usuarios para ofrecerles soluciones tecnológicas antes que la competencia. En esa línea, su enfoque en la simplicidad y la colaboración dentro del equipo permitió a Microsoft convertirse en un gigante de la tecnología. Probablemente, el gran mérito de Gates es que promovió una cultura de trabajo en equipo y visión a largo plazo, siempre enfocada en el impacto social de la tecnología. De todos modos, Gates también fue criticado por su enfoque competitivo y las prácticas monopolísticas de sus inicios. De cualquier modo, su faceta más interesante tiene que ver con su vertiente filantrópica, que ha articulado a través de la Fundación Bill y Melinda Gates, por medio de la que ha donado miles de millones de dólares para combatir enfermedades como la malaria, el VIH y la polio, impulsando campañas de vacunación en países en desarrollo. Además, ha financiado proyectos educativos y de saneamiento del agua para mejorar la calidad de vida en comunidades desfavorecidas.

Seguramente, un liderazgo que compendia las luces y sombras del tipo de dirección tecnológica que prima en el ámbito de las Big Tech, como Steve Jobs, cofundador de Apple y alma mater de la compañía de Cupertino durante sus años de mayor fulguración creativa. Jobs ejerció un liderazgo “autocrático, visionario, carismático y participativo”. Su perfeccionismo y creatividad lo llevaron a revolucionar varias industrias, pero su exigencia a veces provocaba conflictos dentro de la empresa. Hoy día Jobs es reconocido por cómo fue capaz de inspirar a su equipo para alcanzar altos estándares y desarrollar proyectos innovadores. Aunque podía ser duro y controlador, también era capaz de entusiasmar a sus colaboradores con su visión del futuro tecnológico.

El emergente papel de los profesionales indios

Según un estudio de Accenture, “los líderes deben aprender a manejar las expectativas diversas de sus equipos y crear una cultura empresarial que promueva la colaboración y el compromiso” en entornos digitales. De acuerdo al perfil trazado por esta consultora, “los nuevos líderes deben de ser ágiles capaces de evaluar las oportunidades de desarrollo para sus colaboradores y mantener una perspectiva a largo plazo que inspire confianza y esperanza en un futuro mejor”.

En esas coordenadas, la BBC describe el fenómeno de la creciente presencia de líderes de origen indio en las grandes tecnológicas de Silicon Valley. Lo cierto es que, a medida que figuras como Sundar Pichai, CEO de Google, y Satya Nadella, CEO de Microsoft, asumen roles destacados se revela que “ninguna otra nación en el mundo entrena a tantos ciudadanos así, a la manera de gladiadores”, según Ramabadran Gopalakrishnan, exdirector de Tata Sons. Esta formación en un entorno competitivo y caótico, habilita a los profesionales indios como “solucionadores de problemas, con capacidad de adaptación”, priorizando lo profesional, lo que se alinea con la cultura de trabajo arduo que prima en Estados Unidos.

Liderazgo femenino

No obstante, es verdad que esa faceta estajanovista quizá no sea la más interesante para cultivar una tendencia de mayor conciliación entre lo profesional y personal. Por eso, algunas empresas tecnológicas están promoviendo un liderazgo más inclusivo y colaborativo, que está caracterizándose por articular entornos más diversos. Un ejemplo representativo de esta dinámica es el de Ginni Rometty, la primera mujer en dirigir IBM. Durante su mandato, Rometty impulsó la transformación de la compañía hacia la inteligencia artificial y la computación en la nube, poniendo el acento en la importancia de la diversidad de la toma de decisiones. Su filosofía se centraba en la idea de que “la innovación ocurre cuando las ideas de diferentes personas se combinan entre sí”, de manera que promovía la participación activa de todos los miembros del equipo. 

De forma similar, Safra Catz, directora general de Oracle, destaca en una entrevista con Forbes México que “la diversidad dentro de las empresas en todos los niveles es importante, mira a Maribel Dos Santos, que dirige Oracle en México; Maribel no consiguió el trabajo por ser mujer, la elegimos porque es la mejor persona para el trabajo. Para tener éxito, las organizaciones deben estar abiertas a todo tipo de personas e incorporar múltiples puntos de vista para obtener la más amplia variedad de ideas. Si restringes la contratación y la promoción a un grupo de personas, perderás una cantidad de aportes de otros. Sé por experiencia que nunca se sabe de dónde vendrá la próxima gran idea o líder”.

Otro caso notable de cualidades femeninas aplicadas a la dirección es el de Reshma Saujani, fundadora de Girls who code. Saujani enfatiza en su discurso la importancia de cultivar la resiliencia y la valentía entre las mujeres jóvenes en la programación, argumentando que “las chicas no están fallando en el código, están fallando en ser alentadas a correr riesgos”.

Su enfoque de liderazgo se sustenta en la empatía y el empoderamiento, con la idea fuerza de que “el fracaso puede ser una herramienta de aprendizaje, lo que contrarresta con la cultura tradicionalmente más competitiva y a veces implacable que se observa en muchas empresas tecnológicas lideradas por hombres". Estos ejemplos ilustran cómo el liderazgo femenino no solo aporta diversidad, sino que también fomenta un estilo de gestión más inclusivo y colaborativo, lo que conecta con una de las claves del éxito de la comunidad india en el ámbito tecnológico: su faceta colaborativa. Como resalta Vivek Wadhwa, empresario tecnológico, las redes de los directivos y profesionales indios en Silicon Valley “les brindan ventajas adicionales, al facilitar la colaboración y el apoyo mutuo entre ellos”

¿Y hasta qué punto las empresas tecnológicas apuestan por mujeres en los puestos de responsabilidad? Queda mucho camino por recorrer. Así lo señala un informe de Deloitte, que apunta que solo el 28% de los roles de liderazgo en tecnología son ocupados por mujeres, lo que resalta la necesidad urgente de fomentar su inclusión para lograr una mayor equidad en el sector. Este estudio constata que “los equipos tecnológicos diversos tienden a producir soluciones más innovadoras y menos sesgadas, lo que añade un valor significativo a las organizaciones”.

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Solo el 28% de los roles de liderazgo en tecnología son ocupados por mujeres.

¿Por qué es tan importante dilucidar quién toma las decisiones en el ámbito tecnológico? Un artículo de Oxford Academic, elaborado por Shaleen Khand, Hongzhou Zhang y Araz Taeihagh, señala que los titanes tecnológicos no solo tienen un papel dominante en la corriente tecnológica, sino que también son fuente de problemas y políticas de primer orden, hasta el punto de convertirse “superemprendedores de políticas”. En concreto, el estudio señala que la popularización de la inteligencia artificial ha potenciado el hecho de que los gigantes tecnológicos influyan en la agenda política, al tiempo que ha contribuido a que redefinan su funcionamiento y procesos de trabajo para atender a sus propios intereses, en lugar de fomentar la innovación.

¿Cómo revertir esta tendencia? Los autores abogan por una revisión crítica de los marcos existentes en cuanto a políticas y normativas para garantizar resultados normativos más equilibrados y efectivos en la era de la inteligencia artificial. Esta tesis sugiere, asimismo, que es crucial prestar atención a cómo estas corporaciones pueden moldear no solo la política, sino también la percepción pública y académica sobre los problemas que abordan.

Otra faceta clave es el rol geopolítico de las grandes empresas tecnológicas, que han emergido como actores geopolíticos significativos, ejerciendo un poder comparable al de los estados nación. Compañías como Microsoft, Amazon y Google no solo influyen en la infraestructura digital, sino que también participan en conflictos geopolíticos, como ha quedado de relieve durante la guerra de Ucrania. Por ejemplo, Starlink, de Space X, proporciona infraestructura de comunicaciones al ejército ucraniano. En este capítulo también se incluyen iniciativas de defensa cibernética y esfuerzos humanitarios. Por su parte, las empresas tecnológicas chinas han mostrado ambivalencia durante el conflicto, atrapadas entre las sanciones occidentales y las presiones internas.

En resumen,  esta creciente preponderancia de los gigantes tecnológicos tiene múltiples aristas, entre las que posiblemente la más preocupante sea que articulan un cambio en el tipo de guerras o conflictos entre las naciones y entidades supranacionales que configuran el tablero internacional, de ahí que sea tan importante evaluar el perfil psicológico, con tendencias al cesarismo, de algunos de los grandes magnates y dirigentes tecnológicos de los titanes tecnológicos. Guste o no, las empresas tecnológicas comerciales juegan roles fundamentales en el tiempo actual, lo que queda de relieve en la agilidad e impacto con los que inciden en los conflictos modernos, redefiniendo la intersección entre la tecnología, la economía y la seguridad nacional.

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