A estas alturas de siglo, quien más quien menos ha sufrido ya alguna vez un ataque de low battery anxiety (‘síndrome de la batería baja’). Se conoce así al miedo a quedarse sin batería en el teléfono móvil y afecta, según un estudio de la compañía surcoreana LG, al 90% de la población. Y es que, cuando vemos que el icono de carga de nuestro smartphone empieza a dar señales de aviso, somos capaces de cambiar nuestro comportamiento y entrar incluso en estado de pánico.
Son actitudes derivadas del miedo a quedarse desconectado, como no prestar a un tercero tu cargador por miedo a necesitarlo más tarde; conectar el dispositivo tres veces en la misma jornada; dejar el aparato enchufado todo el día; pedir prestado el móvil a un extraño para mandar un mensaje; o consumir algo en un local para poder usar un enchufe del establecimiento.
Pero todas estas actitudes –y la ansiedad que generan- podrían empezar a mitigarse si se populariza un invento de la científica Mya Le Thau, que ha dado con una fórmula para terminar con estos problemas: hacer que las baterías duren 400 años.
Esta investigadora, que trabaja en la Universidad California de Irvine, ha desarrollado junto a su equipo una nueva tecnología de baterías que podría soportar cientos de miles de ciclos de carga sin perder capacidad, acabando así con uno de los grandes problemas de las baterías de iones de litio existentes en la actualidad.
La tecnología se basa en un material de nano cables de oro cubiertos por una capa fina de gel. Mya Le Thau descubrió que al encapsular los hilos de oro con el gel, los filamentos del condensador eléctrico pueden retener sus capacidades tras cientos de miles de ciclos de carga.
Al utilizar estos pequeños cables, miles de veces más delgados que el cabello humano, se aumenta el área de almacenamiento y transporte de electrones, a la vez que se conserva la conductividad. La solución que proponen los investigadores consiste en cubrirlos con una fina capa de gel similar al Plexiglass. De este modo, los cables quedan protegidos ante roturas, mientras se conservan sus capacidades.
Tras cubrir los cables y poner a prueba la tecnología desarrollada, uno de los prototipos fue capaz de soportar cerca de 200.000 ciclos de carga y descarga a lo largo de tres meses, sin que las capacidades de la batería se vieran mermadas. Actualmente, la batería de un smartphone dura alrededor de 300-500 ciclos antes de deteriorarse.
Es decir, si cargamos el móvil diariamente la batería nos durará poco más de un año, a lo sumo año y medio. Por ello, muchas veces cambiamos de dispositivo cuando hay que reemplazarla, algo que puede costar entre 60 y 100 euros dependiendo del modelo.
En España, la media de uso de los móviles se ha incrementado un poco en los últimos tiempos, pero aun así es de 20,5 meses, poco más de año y medio. Contar con una batería que pudiese durar 400 años (y pasar de padres a hijos), quizás no acabe con los problemas de ansiedad, pero hará que los móviles nos duren un poco más y podamos dar un pasito más en la perseguida economía circular.
La mejor noticia es que, a diferencia de otros descubrimientos e inventos de este tipo, la propuesta de Mya Le Thau y su equipo parece sencilla de escalar a los tipos de baterías actuales, y el hecho de evitar que los nano cables puedan perder sus capacidades supone un gran avance que podría ser implementado fácilmente en aplicaciones reales.