Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca todo el mundo está a la expectativa de qué ocurrirá con los grandes movimientos geopolíticos: la guerra de Ucrania y la relación con Europa y la OTAN, la inmigración ilegal y la frontera mexicana, su posición con respecto a China y Corea del Norte, si atacará a Irán, pero es importante saber cuál es la postura del próximo presidente norteamericano con respecto a la inteligencia artificial y tecnologías disruptivas, porque van a ser en su mandato de 4 años cuando estos avances tomen verdadera importancia tanto en el ámbito militar como en el civil. Además tenemos su deuda con Elon Musk, lo que puede indicar solo un camino: desregulación.
Trump y el gobierno de la IA
Trump ha anunciado que revocará la orden ejecutiva de Biden sobre IA desde el primer día de su mandato, y lo que pretende es reducir la intervención federal en un sector que, según sus aliados, necesita flexibilidad para innovar. Pero en este caso los expertos advierten que un enfoque anti-regulación podría amplificar los riesgos de la IA avanzada, desde sesgos discriminatorios hasta fallos catastróficos en sistemas críticos…
Por otra parte, su relación con figuras como Marc Andreessen, un “aceleracionista” de la IA que promueve la transformación de la humanidad a través de la tecnología, sugiere que el enfoque de su administración priorizará el crecimiento rápido sobre la seguridad. Si no hay regulación robusta, las agencias federales tendrán dificultades para supervisar las aplicaciones de la IA en beneficio del interés público.
Los objetivos estratégicos de Estados Unidos relacionados con la IA probablemente no cambiarán bajo la administración Trump, con el país centrado en liderar globalmente el desarrollo de la IA, las aplicaciones militares y el avance de la tecnología en medio de la competencia con China.
En la administración Biden, el desarrollo de IA militar responsable fue una prioridad, e introdujo principios éticos y estrategias para integrar esta tecnología en la defensa nacional y acuerdos internacionales. Pero Trump trae consigo a figuras como JD Vance y Peter Thiel, lo que indica que este enfoque podría cambiar de manera radical. La nueva administración probablemente relajará las restricciones, fomentando una colaboración más estrecha entre el gobierno y las empresas privadas de defensa. Además, las tensiones internacionales con países como Rusia y China podrían reducir las perspectivas de cooperación global en gobernanza de IA militar. Esto aceleraría el desarrollo de tecnologías avanzadas sin las limitaciones de acuerdos internacionales, dando más importancia a la competitividad sobre la responsabilidad ética.
La administración Trump promete un enfoque desregulado para fomentar la innovación tecnológica, pero esto también podría significar menos supervisión para los gigantes tecnológicos, dejándoles consolidar aún más su poder. Los más críticos advierten de que esta falta de regulación podría sofocar la competencia y poner por delante las ganancias corporativas sobre el interés público. A medida que el gobierno republicano adopte un enfoque más permisivo, los Estados y las empresas privadas podrían jugar un papel más importante en la regulación de la IA.
Mientras tanto, las empresas tecnológicas continuarán desarrollando estándares voluntarios, pero la falta de una coordinación entre Estados sólida podría generar un mosaico regulatorio que dificulte la implementación de soluciones coherentes y efectivas.
Desinformación y redes sociales
Trump tiene un largo historial en la difusión de desinformación, por lo que su crítica a las plataformas que moderan contenido políticamente sensible hace pensar en un período de “poca acción” federal en este ámbito. La derogación de la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones podría reaparecer como un tema central, enfrentando a las plataformas digitales con la amenaza de responsabilidad legal por contenido generado por usuarios.
Por supuesto, las redes sociales como X (antes Twitter), bajo el liderazgo de Elon Musk, seguirán siendo un epicentro de teorías conspirativas y contenido dañino. A nivel estatal e internacional, regulaciones más estrictas, como la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea, podrían presionar indirectamente a las plataformas para adoptar políticas más responsables, incluso en ausencia de acción federal. Es probable que cualquier intento de cambiar cómo las plataformas regulan el contenido termine en largas batallas legales, pero republicanos y demócratas sí que podrían unirse para combatir problemas más urgentes, como la desinformación que países como China e Irán utilizan para influir en la opinión pública de Estados Unidos. Este tipo de cooperación podría llevar a leyes que protejan la seguridad nacional y hagan responsables a las plataformas por contenido perjudicial no político.
¿Cómo afectará la llegada de Trump al desarrollo de los drones?
¿Pero que pasara con los aparatos no tripulados? El desarrollo y despliegue de drones militares será una prioridad bajo la nueva administración. Trump probablemente buscará expandir las capacidades de drones en dominios terrestres, marítimos (especialmente este tipo) y aéreos, con mayor interés en la autonomía impulsada por IA. Esto marcará un movimiento hacia la guerra algorítmica, donde los sistemas no tripulados juegan roles estratégicos clave, y todo ello sin una regulación internacional.
Sin embargo, el aumento de los pequeños drones representa un verdadero desafío para defender bases y cuarteles militares, así que se requerirán innovaciones significativas para proteger las bases militares y mantener la ventaja tecnológica frente a adversarios que utilizan tecnologías similares para espionaje y ataques.
Competencia tecnológica con China
La brutal rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China será desde luego una fuerza impulsora de las políticas de Trump. Su enfoque incluirá controles de exportación más estrictos sobre chips semiconductores y mayores aranceles para reducir la dependencia de Beijing. Aunque estas medidas buscan reforzar la seguridad económica y tecnológica, también podrían aumentar los costes para las empresas nacionales y los consumidores.
La presión para competir con China también podría conducir a Estados Unidos a primar la velocidad de desarrollo sobre la seguridad y la ética en sectores como la IA y las criptomonedas.
Los puntos fundamentales de la guerra con China
Control de semiconductores y exportaciones.
Estados Unidos endurecerá aún más las restricciones a la exportación de chips avanzados y tecnología relacionada, buscando bloquear el acceso de China a herramientas esenciales para su industria tecnológica y militar.
Aumento de aranceles y producción local.
Trump impulsará tarifas más altas para productos tecnológicos chinos y promoverá la manufactura nacional, incentivando a empresas estadounidenses a reducir su dependencia de cadenas de suministro chinas.
Competencia en inteligencia artificial y ciberseguridad.
Ambos países priorizarán la IA como una herramienta estratégica tanto en el ámbito militar como económico, con Estados Unidos buscando limitar la influencia de empresas chinas como Huawei y TikTok, mientras refuerza su infraestructura cibernética contra ataques.
Ruptura de cooperación internacional.
La rivalidad hará que Estados Unidos rechace marcos de regulación tecnológica global que considere favorables a China, debilitando la posibilidad de acuerdos internacionales en temas como IA militar o estándares de ciberseguridad.
Donald Trump y las criptomonedas
La política de Trump hacia las criptomonedas probablemente reducirá las regulaciones, incentivando la inversión en el sector. Aunque esta política puede beneficiar a los innovadores, los riesgos son notables. Sin supervisión adecuada, las criptomonedas pueden convertirse en un terreno fértil para fraudes, manipulación de mercados y crisis financieras.
Los defensores de esta desregulación argumentan que fomentará una nueva era de innovación financiera. Sin embargo, la historia muestra que confiar en que las empresas se autorregulen puede tener consecuencias desastrosas, especialmente para los inversores individuales.
El segundo mandato de Donald Trump nos presenta un futuro lleno de riesgos y oportunidades en el ámbito tecnológico. Desde la inteligencia artificial y los drones militares hasta las criptomonedas y las redes sociales, su enfoque de “menos regulación, más innovación” podría transformar la industria tecnológica de Estados Unidos y del mundo. Pero tamaña transformación no está exenta de peligros, y, sin una supervisión adecuada, el país podría afrontar desafíos éticos, económicos y de seguridad que podrían tener repercusiones mundiales.
El desafío será encontrar un equilibrio entre la promoción de la innovación y la protección del interés público, un objetivo que requiere una gobernanza bastante más sofisticada de lo que hasta ahora ha mostrado la administración del futuro inquilino de la Casa Blanca.