Luces y sombras del uso de internet

Un estudio de la Universidad de Oxford constata que la red incrementa los niveles de bienestar del usuario promedio, aunque alerta del ciberacoso y ciberansiedad que sufren las mujeres jóvenes .

Pedro Fernaud

Periodista

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Un estudio de la Universidad de Oxford señala las luces y las sombras del uso de internet.
Un estudio de la Universidad de Oxford señala las luces y las sombras del uso de internet.

¿Hasta qué punto contribuye el tiempo de navegación por internet al bienestar de una persona? El uso diario de internet produce la misma sensación de confort que dar un paseo por el parque. Esa es al menos la conclusión científica a la que han llegado Andrew Przybylski, profesor de la Universidad de Oxford, y Matti Vuorre, docente de la Universidad de Tilburg, a partir de los hallazgos que han elaborado de un estudio de tamaño y alcances formidables, conformado con datos y experienvias de más de dos millones de personas, que asocia las experiencias en la red virtual con aspectos esenciales en la vida de una persona como el grado de satisfacción con su existencia, las vivencias, las relaciones sociales, el bienestar personal y comunitario, el propósito o sentido de vida y la motivación del día a día.

Según los datos de la investigación, las personas con acceso a internet están un 8% más satisfechas con su vida que las que no tienen acceso a la red. “Las diferencias de felicidad entre las personas que van a dar un paseo y las que no lo hacen es de una magnitud similar a las personas que disfrutan de internet y las personas que no”, señala Vuorre. No obstante, las mujeres de entre 15 y 24 años que emplearon la red en el curso de la investigación se manifestaron menos contentas, conforme a las consideraciones de este macroestudio, cuyas líneas maestras han sido divulgadas a escala mundial por la revista Nature.

Más acceso a internet, más opciones de bienestar

A pesar de los temores y suspicacias que el uso de internet genera, el 84,9% de los modelos y estilos de vida analizados (expresados en casi 34.000 modelos estadísticos diferentes) mostraron asociaciones positivas y estadísticamente significativas entre la conectividad a internet y el bienestar, lo que sugiere que el acceso y uso de internet generalmente predicen un mayor índice de satisfacción y disfrute en la vida de una persona. El estudio tiene como aspiración investigar las asociaciones globales entre el acceso a internet, el acceso a internet móvil y el uso activo de internet con el bienestar entre 2006 y 2021, abarcando a un universo de personas relativo a 2.414.294 individuos de 168 países. Para hacerlo posible, los investigadores han rescatado los datos de la Encuesta Mundial Gallup GWP, realizada por la empresa de análisis Gallup entre 2006 y 2021. “Hay estudios sobre eso, pero la mayoría han sido a pequeña escala en países occidentales desarrollados, por lo general de habla inglesa. Es una mirada bastante nueva”, pone en valor Matti Vuorre, uno de los autores del estudio.

Aunque que la investigación verifica que la utilización de internet generalmente se vincula con mayores niveles de armonía y calidad de vida, las mujeres jóvenes (de 15 a 24 años) experimentan una percepción negativa del entorno digital. Este grupo muestra un mayor riesgo de desarrollar comportamientos compulsivos en el uso de servicios digitales, lo que contribuye a una menor satisfacción con su vida. En ese sentido, la investigación constata que existen varios factores que afectan negativamente a las jóvenes en internet, como el ciberacoso y la constante comparación a las que se exponen ellas mismas (y les exponen otras personas) en redes sociales. Estas plataformas promueven estándares de belleza irreales y fomentan la comparación social, lo que puede lastrar la autoestima y el bienestar emocional. Además, las mujeres jóvenes también refieren sentirse menos satisfechas con su comunidad y lugar de residencia cuando usan internet, posiblemente porque recurren más al mundo digital cuando se sienten excluidas en su entorno físico.

Necesidad de prevención  

Para comprender en profundidad ese sentimiento de infravaloración y desamparo resulta muy útil la reflexión de Andrea Vizcaíno Cuenca, psicóloga y CEO de Policlínica Maio, quien señala en el diario El País que el uso de internet entre las mujeres con un recorrido vital más reciente “fomenta la comparación social, especialmente entre las mujeres jóvenes. Ver imágenes cuidadosamente seleccionadas y editadas de los demás puede llevar a sentimientos de insuficiencia y baja autoestima”. “La exposición constante a estándares de belleza poco realistas de las mujeres contribuye a un menor bienestar emocional y una percepción negativa del entorno”, añade. Vizcaíno Cuenca reflexiona también sobre las situaciones de ciberacoso, “que pueden contribuir directamente a una percepción negativa del bienestar comunitario, ya que las experiencias de acoso pueden hacer que las víctimas se sientan aisladas y desconectadas de su comunidad”.

El informe de la Universidad de Oxford no es el único que documenta y pone la voz de alarma sobre las situaciones de hostigamiento que sufren las mujeres en internet. En ese marco, el Instituto de las mujeres de nuestro país ha divulgado un estudio sobre grupos de chicas de entre 16 y 24 años, Mujeres jóvenes y acoso en redes sociales que evidencia que “el 80% ha sufrido alguna situación de acoso en las redes sociales”. El informe detalla que casi la mitad de las mujeres “se ha sentido, alguna vez, ofendida, humillada, intimidada, acosada y/o agredida en las redes sociales”. La mayoría de los mensajes de los agresores, un 56,2 %, son de carácter sexual e intimidatorio o se refieren, en un 53 %, a la divulgación de fotografías, sexualmente explícitas, sin el consentimiento de la víctima. El 44% de las agresiones se concretan por medio de insultos, amenazas, burlas o mensajes hirientes tras la negativa de una mujer a los deseos del hombre. Otra clase de acoso, el cyberbulling, que se produce normalmente en el entorno escolar y no tiene carácter afectivo sexual, ocupa el 33,7% de las agresiones a través de las redes. Respecto a las redes sociales, Instagram es, con una diferencia de más de 30 puntos (79,9 %), seguida de WhatsApp (48,3 %) la red social en la que más se dan este tipo de situaciones.

El informe del Instituto de las mujeres indica que las víctimas suelen no compartir sus experiencias debido a tabúes, vergüenza y miedo al reproche, y muchas no saben dónde buscar ayuda específica. La normalización del acoso en línea y la falta de recursos específicos agravan la situación, lo que evidencia la necesidad de prevención y asesoramiento adecuado para combatir este problema.

Fenómeno global

Se trata de un fenómeno global. El acoso en redes sociales afecta desproporcionadamente a las mujeres, comenzando desde los 12 años, como señala Plan International en su informe Girls are equal on internet, donde el 77% de las encuestadas afirma haber sido expuesta a lenguaje ofensivo y abusivo. En ese sentido, cobra valor la constatación de la periodista y activista Talia Lavin, que en su libro La cultura del odio dice que las mujeres, especialmente las racializadas, son blanco frecuente de odio online, mientras Camino Rojo, directora de Políticas Públicas y Filantropía de X España, subraya que este problema “refleja desigualdades sociales más amplias y que la tolerancia cero al acoso es esencial para mantener espacios de conversación seguros” .

De la lectura del estudio del Instituto de las mujeres se coligen tres directrices clave para luchar contra el acoso en línea que sufren las féminas en particular y, potencialmente, el conjunto de la ciudadanía en algún momento de su existencia.

Cómo combatir el ciberacoso

Promover la educación digital y la sensibilización. Se trata de fomentar programas educativos que enseñen a las jóvenes sobre el uso seguro de las redes sociales, la identificación de conductas abusivas y cómo denunciar el acoso de manera efectiva.

Fortalecer los recursos institucionales y de apoyo. Resulta crucial aumentar la visibilidad y accesibilidad de los recursos públicos y privados destinados a ayudar a las víctimas de acoso online, asegurando que las jóvenes sepan cómo acceder a ellos y reciban el apoyo necesario.

Implementar políticas estrictas en redes sociales. Las plataformas deben asumir un papel activo en la protección de las usuarias mediante la implementación de herramientas que limiten el anonimato y controlen el mal uso de sus servicios, incluyendo la eliminación rápida de contenido ofensivo y la sanción de los acosadores.

Debate

Volviendo al hilo conductor del estudio de Oxford, resulta pertinente citar el análisis de la doctora Ruth Plackett, investigadora principal del University College de Londres, en declaraciones a la BBC: “Sabemos que los jóvenes pueden estar expuestos a contenidos nocivos en las redes sociales, lo que puede dar lugar a asociaciones más negativas con el uso de internet”. Sea como fuere, los autores del informe admiten que su estudio tiene sus limitaciones “a grandes rasgos”, pues no determina si esa correlación entre uso de Internet y bienestar equivale a una relación causa-efecto. De manera que el hecho de sentirse mejor en los casos analizados podría estar vinculado con, por ejemplo, un incremento de los ingresos más que con la conexión a la red.

No obstante, aunque se trata de una investigación de trazo grueso, el catedrático de estadística Kevin McConway pone en valor que el informe “arroja serias dudas sobre la opinión, sostenida por algunas personas, de que internet es malo para todos nosotros”. Otros investigadores han ponderado que el estudio del Oxford Internet Institute suministra nuevos datos verificados y validados que pueden contribuir a desarrollar un debate más diversificado y constatado sobre el empleo de internet.

A modo de conclusión, resulta muy interesante la reflexión de uno de los responsables del estudio, el profesor Andrew Przybylski, de la Universidad de Oxford. “Preveo que este trabajo se verá en cierto modo en contraste con el tipo de conversación social actual en torno a la tecnología. Si queremos que el mundo en línea sea seguro para los jóvenes, no podemos lanzarnos en tromba con firmes convicciones y una solución única para todos los casos; tenemos que asegurarnos de que los datos nos hagan cambiar de opinión”.