En una era de avances científicos sin precedentes, las neurotecnologías prometen revolucionar la forma en que los seres humanos interactúan con ellos mismos y con el mundo. Estas herramientas, capaces de mejorar la memoria, optimizar la toma de decisiones, afinar en la capacidad de procesamiento y abordar enfermedades neurodegenerativas, comienzan a materializar lo que antes parecía ciencia ficción.
Rafael Yuste, director del Centro de Neurotecnología de la Universidad de Columbia, alerta sobre los retos éticos de estas innovaciones, comparándolos con el impacto de la bomba atómica: “Estamos ante una encrucijada, garantizar que estas tecnologías no solo aumenten capacidades, sino que lo hagan de manera equitativa y segura”. En ese sentido, la regulación global y un enfoque centrado en los derechos humanos son esenciales para evitar una fractura en la humanidad.
Qué son las personas aumentadas mentalmente
Las personas aumentadas mentalmente son aquellas cuyo rendimiento cognitivo, memoria, o capacidades mentales han sido mejoradas mediante neurotecnologías avanzadas. Por ejemplo, un experimento de la Universidad de Boston demostró que la estimulación electromagnética cerebral puede aumentar la memoria en un 30%. Estas tecnologías, como cascos de electroencefalografía conectados a sistemas de inteligencia artificial, ya permiten interpretar pensamientos no expresados verbalmente. Sin embargo, todavía no existe una regulación global que garantice el acceso equitativo y la protección de la privacidad mental. Países como Chile y Estados como California y Colorado han legislado al respecto, pero el neurocientífico Rafael Yuste advierte que, si no se articulan medidas internacionales, podrían surgir dilemas éticos profundos, como una brecha social entre quienes accedan a estas tecnologías y quienes no, además del riesgo de manipulación o comercialización de datos neuronales por parte de empresas sin escrúpulos.
‘La protección actual de los datos neuronales es desastrosa’
Yuste ha advertido sobre los riesgos éticos y sociales ligados al avance de las neurotecnologías. Reflexiona en una entrevista del diario El País sobre este desarrollo, capaz de descifrar y modificar la actividad cerebral, que podrían generar una “fractura en la humanidad”, con personas “aumentadas mentalmente” y otras que no. En el documental Theatre of Thought, de Werner Herzog, Yuste reflexiona sobre los peligros de esta innovación, que compara con el impacto ético que tuvo la bomba atómica: “Lo que hoy hacemos en ratones, mañana podrá aplicarse a humanos”. Y avisa sobre la necesidad de proteger la privacidad mental y regular esta nueva frontera tecnológica.
España puede liderar ese campo con el Centro Nacional de Neurotecnología, impulsado por Rafael Yuste y ubicado en la Universidad Autónoma de Madrid, con una inversión de 200 millones de euros hasta 2037. Este instituto combinará neurobiología, ingeniería y sistemas de inteligencia artificial para desarrollar dispositivos capaces de medir y alterar la actividad cerebral. “Tener un sensor en la cabeza será tan común como los móviles actuales”, afirma Yuste, quien destaca que la neurotecnología puede aumentar capacidades mentales como la memoria en un 30%.
Sin embargo, este científico alerta sobre la explotación de datos neuronales por parte de empresas: “La situación actual de protección es desastrosa”. Para modificar la situación, este neurocientífico propone una regulación global bajo Naciones Unidas para abordar los riesgos asociados a la manipulación de la mente humana.
El Centro Nacional de Neurotecnología, referente en Europa
En este contexto, España ha presentado el Centro Nacional de Neurotecnología (Spain Neurotech), un proyecto pionero en Europa dedicado a la investigación y desarrollo de tecnologías basadas en el funcionamiento del cerebro humano. Este centro nace de la colaboración entre el Ministerio de Asuntos Económicos, la Comunidad de Madrid y la propia universidad, con el respaldo de fondos europeos y estatales.
Spain Neurotech se centrará en áreas como la neurociencia y la inteligencia artificial para combatir y trastornos neurológicos, como el párkinson, el alzhéimer y la depresión. El centro contará con 200 investigadores y 4.500 metros cuadrados dedicados a avanzar en diagnósticos, terapias y aplicaciones tecnológicas que mejoren la calidad de vida de las personas. Entre sus metas está atraer talento internacional y fomentar un ecosistema de innovación y emprendimiento, promoviendo un marco ético y centrado en las personas.
Fundamentos éticos sobre personas aumentadas
¿Cómo debería estructurarse el desarrollo de las tecnologías aplicadas para aumentar mentalmente a una persona? Una buena referencia para desarrollar ese proceso lo encontramos en el estudio Análisis ético sobre la aplicación de neurotecnología para el aumento humano en médicos y cirujanos, que explora los riesgos éticos y sociales asociados con el uso de estas tecnologías para mejorar las capacidades médicas.
Según los autores, Soaad Q. Hossain y Syed Ishtiaque Ahmed, de la Universidad de Toronto, la neurotecnología puede “optimizar la toma de decisiones y la precisión quirúrgica”. Sin embargo, su implementación podría generar desigualdades sociales, violaciones de derechos humanos y problemas psicológicos y “agravar divisiones sociales al crear desigualdades entre quienes tienen acceso a ella y quienes no”.
El informe detalla que el “hacking cerebral malicioso” representa un riesgo significativo, ya que permite a agentes externos tomar control de dispositivos neurotecnológicos, comprometiendo la autonomía e integridad mental de los usuarios. Además, el estudio enfatiza que el acceso desigual a la neurotecnología podría profundizar las brechas globales en la atención médica. Hossain y Ahmed afirman que “los médicos y cirujanos en países desarrollados podrían migrar a regiones con mayores recursos, lo que aumentaría la brecha en el acceso a la salud”. Los investigadores concluyen su estudio movilizando a la necesidad de establecer urgentemente regulaciones éticas y políticas que garanticen el uso equitativo y seguro de estas tecnologías en la medicina global.
‘El manifiesto de la salud mental aumentada’
¿Cómo cartografiar con más criterio y conocimiento el fenómeno de la salud mental aumentada? Este manifiesto sobre la salud mental aumentada, elaborado por una comunidad de proveedores de servicios de salud mental, empleadores, proveedores de seguros, tecnólogos, gestores de innovación sanitaria y terapeutas, pone sobre el tapete las claves de una era en la que los trastornos mentales podrán ser evaluados, monitoreados y prevenidos en tiempo real gracias al uso de datos objetivos y terapias digitales.
Esta revolución responde a una crisis global: 450 millones de personas padecen trastornos mentales, y se prevé que para 2030 la depresión será la principal causa de baja por enfermedad a escala mundial. En ese marco, tecnologías como el IoT están transformando el sector sanitario, y se estima que este mercado alcanzará un valor de 135.870 millones de dólares para 2025, lo que abrirá nuevas posibilidades para el cuidado mental.
¿Qué elementos configuran este cambio necesario en la atención mental? Históricamente la salud mental se ha evaluado mediante informes subjetivos, sin embargo, en el nuevo marco tecnológico en el que estamos inmersos, los profesionales médicos y terapeutas han constatado que existen innovaciones que permiten elaborar diagnósticos más precisos y tratamientos personalizados.
Hablamos de un nuevo paradigma tecnológico emergente en el que plataformas digitales ofrecerán atención las 24 horas al día los 7 días de la semana. ¿Cómo lo harán? Con un sistema de informes en el que se notificarán las intervenciones a familias y mejorará la capacidad de los terapeutas para intervenir en momentos críticos.
Según los articuladores de este movimiento, la implementación de esta tecnología beneficiará a todos los actores del sistema de salud. De manera que los pacientes recibirán atención continua y personalizada, los proveedores adoptarán diagnósticos más precisos, y las aseguradoras reducirán costes gracias a una menor incidencia de reclamaciones.
Los seres humanos aumentados están dejando de ser ficción
De cualquier manera, la alta tecnología está transformando a las personas más allá de lo meramente mental o cognitivo, lo que hace que realidades que parecían acotadas al terreno de la ciencia ficción estén cada vez más imbricadas en la realidad. Esa idea de los seres humanos aumentados incluye desarrollos como los exoesqueletos, que ya se utilizan en almacenes y aplicaciones militares.
Según el doctor Ville Kyrki, jefe del grupo de investigación en Robótica Inteligente de la Universidad Aalto “el problema de esos exoesqueletos ahora es que demandan mucha energía para operar”. Entretanto, la realidad aumentada (AR) gana terreno rápidamente con avances en gafas de datos más ligeras y usables. Según el doctor Charles Woodward, científico principal en Realidad Aumentada del Centro de Investigación Técnica de Finlandia (VTT), "las gafas de datos deberían mostrar información útil al usuario incluso antes de que la pida.”
El impacto laboral también es significativo. Según datos de la consultora Deloitte, el 41% de las empresas ya ha implementado o avanzado en tecnologías cognitivas y de inteligencia artificial en sus plantillas, aunque solo el 17% de los líderes globales se siente preparado para gestionar equipos con humanos, robots e IA. Además, Woodward predice que, para 2025, la AR tendrá un gran auge, mejorando áreas como la construcción naval y el entrenamiento en mantenimiento y seguridad. Aunque tecnologías futuristas como nanobots aún son ciencia ficción, Kyrki resalta que “cierta ciencia ficción se hace realidad”, y Woodward proyecta que en 50 años el acceso a datos mediante lentes de contacto y la manipulación de señales cerebrales podrían ser comunes.
Las nuevas tecnologías y la salud mental en Europa
El informe La salud mental en la era digital: poniendo la brújula en un enfoque psicosocial basado en los derechos humanos, elaborado por Mental Health Europe, una organización no gubernamental comprometida con la promoción de la salud mental positiva, analiza el impacto de la digitalización en la salud mental.
Según el documento, las tecnologías digitales como las redes sociales, la telemedicina y la inteligencia artificial ofrecen beneficios como acceso ampliado a servicios y herramientas de apoyo, pero también presentan riesgos relacionados con adicción, desigualdades y brechas digitales. El texto enfatiza la necesidad de políticas que prioricen la calidad, equidad y seguridad en el uso de estas tecnologías, que deben priorizar los derechos humanos y un enfoque psicosocial.
En el capítulo dedicado a los riesgos, se menciona cómo el uso intensivo de redes sociales puede agravar problemas de salud mental, desde la ansiedad hasta el suicidio. También se identifican peligros como el ciberacoso y la sobreexposición a información no regulada. Además, el informe recalca la necesidad de proteger a los grupos más vulnerables, como los jóvenes y personas con discapacidades psicosociales. Por ejemplo, se menciona que “la exclusión digital es un problema sistémico que debe abordarse mediante estrategias de inclusión tecnológica”.
El informe incluye recomendaciones específicas para la Unión Europea, y destaca el Acta de Servicios Digitales como un avance hacia un entorno digital más seguro y justo. Entre las voces destacadas, la Organización Mundial de la Salud advierte de que “priorizar principios éticos y derechos humanos es fundamental para evitar consecuencias negativas de las tecnologías de IA”. Asimismo, se promueve el diseño inclusivo, la participación activa de usuarios en el desarrollo de tecnologías y el fortalecimiento de estándares de calidad en aplicaciones digitales.
En resumen: el futuro de los seres humanos aumentados presenta escenarios diversos. En un contexto distópico, estas tecnologías podrían ampliar las desigualdades sociales, de manera que solo una élite podría acceder a capacidades mentales superiores, lo que dejaría a muchos en desventaja. En un escenario intermedio, el acceso sería limitado, pero más equitativo, con regulaciones que mitiguen riesgos como la explotación de datos neuronales. Finalmente, el escenario ideal al que sería recomendable aspirar consistiría construir un mundo más democrático y solidario, estructurado de una manera más sostenible financiera y ecológicamente hablando, donde estas herramientas estén al alcance de todos para mejorar la calidad de vida de una persona promedio del planeta y permitirá avances sin precedentes en enfermedades como el párkinson o el alzhéimer.
Para posibilitar y alcanzar este último escenario será clave la implementación de marcos éticos y normativos sólidos. En última instancia, estas innovaciones pueden convertirse en un gran aliado de la humanidad, siempre y cuando sus impulsores, hacedores y reguladores se guíen por un compromiso con la justicia y el bienestar colectivo.