Hay muchas formas de impulsar la movilidad sostenible y el uso de la bicicleta, y no todas son construir carriles bici. Buscar un lugar seguro y práctico donde aparcarlas es una de ellas, especialmente en una ciudad tan saturada como Ámsterdam. Para ello, la urbe neerlandesa ha presentado al mundo un espectacular aparcamiento diseñado bajo el agua, con espacio para 7.000 bicicletas.
Si hacemos caso al prestigioso ranking Copenhagenize, la capital de los Países Bajos es la segunda mejor ciudad del mundo para montar en bicicleta. Desde que se realiza este índice, en el año 2011, siempre ha alternado entre la primera y la segunda posición, en cerrada pugna con la capital de Dinamarca. Y lo cierto es que razones no faltan para ello.
Cualquiera que hay paseado por la ciudad se habrá visto sorprendido por la cantidad de bicicletas que inundan la ciudad, de la que se han convertido en atractivo turístico más. Es casi imposible fotografiar la ciudad sin que aparezca de fondo –o en primer plano- una bicicleta. De hecho hay tantas que los responsables de la urbe se enfrentan a un problema que no tienen la mayoría de homólogos europeos: dónde aparcarlas.
El 35% de los amsterdameses usan a diario su bicicleta. Y entre los que la usan y los que no la usan tanto, en total suman 900.000 bicicletas para una población de casi 882.000 habitantes. Así que no queda otra que buscar soluciones imaginativas para resolver el problema del aparcamiento y seguir impulsando una movilidad sostenible que se ha convertido en la envidia de muchas ciudades europeas.
La ciudad cuenta ya con el parking de bicicletas más grande del mundo, pero acaba de presentar otra opción aún más llamativa: la posibilidad de aparcar bajo el agua, en un nuevo recinto que se ha hecho realidad tras cinco años de trabajo. Situado junto a la estación central de la ciudad, el aparcamiento se oculta nueve metros bajo el agua y, sobre él, atracan las barcazas que embarcan a los turistas en sus paseos por los canales de la ciudad.
Según publica Ciclosfera, los peatones entran directamente desde el intercambiador, con conexión directa a los vestíbulos del metro y del ferrocarril a través de un túnel para que resulte efectivo en el día a día. Para acceder con la bici se ha habilitado el lado oeste.
El complejo incluye dos enormes obras de arte, con colaboración con el Museo de Ámsterdam. Dos obras que tuvieron que meter antes de poner el techo y proteger con una infraestructura de madera para que no sufrieran daño alguno mientras terminaban las obras. El diseño, además, tiene sello español, ya que ha sido firmado por el arquitecto Oriol Casas Cancer.
Más allá de reducir la montaña de bicis aparcadas, este nuevo aparcamiento, situado junto a una estación de tren, tiene como objetivo impulsar el uso de este medio de transporte en detrimento del coche, contribuyendo así también a reducir las emisiones de CO2 no solo en la ciudad sino en el conjunto de Holanda.