La industria textil es la segunda más contaminante del mundo, solo superada por la petrolera. Cada año, un estadounidense medio tira a la basura 35 kilos de ropa, y la gran mayoría (un 75%) acaban en el vertedero. Sin embargo, esto no ha sido siempre así. Hoy en día compramos cuatro veces más que en los años 90, y lo hacemos a nivel mundial, sin excepciones.
De todo ello tiene gran parte de culpa lo que se ha llamado ‘fast fashion’, un consumo indiscriminado de ropa impulsado por un modelo basado en la velocidad. La obsolescencia programada de la ropa. Pero... ¿y si cambiásemos este modelo por el de ‘fashion sharing’? Ropa alquilada y compartible para generar un menor impacto al planeta y un consumo más responsable e inteligente.
Es al menos lo que plantea ‘Mango Renting’, un servicio de alquiler de vestidos pensado para poder cambiar de look en cada boda o en cada fiesta de postín, alejándonos de la compra impulsiva o excesiva. Permite, además, estar a la última en tendencias y lucir los últimos modelos por un precio más asequible a todas las economías.
Alquilar un vestido puede salirte entre 20 y 40 euros, dependiendo del modelo. El periodo de alquiler es de cuatro días, contando desde el día en que recibimos el pedido. Por ejemplo, si tenemos una boda el sábado, se entregará el pedido el jueves y habrá que devolverlo el lunes. Si los artículos no se devuelven el día acordado, la empresa nos cobra un día (o los que sean) de alquiler adicional.
No hace falta lavar las prendas, aunque sí tratarlas con cuidado. Aunque existe un seguro de alquiler que cubre manchas permanentes, quemaduras, enganchones o rotos, pero no se hace cargo de robos, pérdidas o roturas en el bajo, que se consideran mal uso de la prenda y conllevan una sanción económica.
Otras opciones para alquilar ropa
La de Mango no es la primera iniciativa para alquilar ropa, pero sí llama la atención por ser la pionera entre las grandes empresas de ‘fast fashion’ que ofrece un servicio de estas características. Si bien H&M realizó unas pruebas hace tres años, estas se circunscribían a su tienda ‘flagship’ de Estocolmo y no a su distribución a nivel mundial.
Según recoge Yo Dona, una de las empresas pioneras en ofrecer alquiler de ropa fue 'Rent the Runway', una marca nacida en Estados Unidos en el 2009 como un 'e-commerce' en el que los usuarios podían alquilar, suscribirse y hasta comprar ropa y accesorios de diseñador.
A nivel nacional también encontramos diversas plataformas con este objetivo como Ecodicta, que ofrece un catálogo por suscripción mensual a sus clientes que reciben en su casa una selección de ropa de marcas españolas y sostenibles elegida por un estilista en función de sus gustos; Pislow, un 'marketplace' que ofrece un servicio de pago por uso de ropa, accesorios y complementos; o Efimero, un club de alquiler de bolsos que permite a sus usuarios acceder a estas piezas de lujo a través de un sistema de suscripción.
Según los cálculos hechos por Ecodicta, alquilar ropa en lugar de comprarla hace posible ahorrar más de un 29% de emisiones de C02. Además, permite disfrutar de hasta 35 prendas más al año, lo que puede ser un buen aliciente para los aficionados a estrenar modelo. Datos aparte, lo cierto es que alquilar ropa permite alargar la vida útil de las prendas, reducir la emisión gases tóxicos, el malgasto de agua e incluso la contaminación de estas con tintes. Un paso más hacia la economía circular.