Acabar con la sequía, o minimizar sus efectos, es una prioridad estratégica para España. Aunque la que estamos viviendo no se encuentre aún entre las cinco más graves de la historia, sus efectos son tremendamente nocivos para la economía, la sociedad y el medio ambiente. Por eso soluciones como la desarrollada por estos científicos de la Universidad de Maryland pueden ser de gran ayuda para reducir los daños que provoca la falta de lluvias.
Se trata de una esponja –o una especie de esponja- que puede extraer agua del aire en cualquier lugar del planeta, incluidos los entornos áridos, alimentado únicamente por la luz solar. El material es una espuma hecha de celulosa nanofibrilada (NFC) y grafito, materiales muy abundantes en la Tierra, mediante un proceso acuoso (sin disolventes orgánicos), seguido de carbonización y aplicación de sales higroscópicas o LiCl. Estas son soluciones salinas procedentes principalmente del mar, sobre las que se condensa la humedad del aire.
Con ello, los investigadores han eliminado la necesidad de recurrir a materiales caros, peligrosos o difíciles de producir, y el aporte energético necesario para llevar a cabo el proceso para conseguir agua. La espuma es capaz de absorber más del 670% de su peso en agua del aire (en entornos con una humedad relativa del 90%) y liberar rápidamente el 95% del agua absorbida bajo irradiación de luz solar natural en solo una hora.
La espuma, denominada LiCl@CGNFC por su composición, logra una notable producción diaria de agua en entornos áridos (con humedad relativa inferior al 30%) y de más del doble en entornos húmedos, superando con creces a otros materiales absorbentes del agua atmosférica ya existentes.
El material ha sido desarrollado por el catedrático de ingeniería mecánica Teng Li, el investigador posdoctoral Bo Chen y el antiguo estudiante de doctorado Shuangshuang Jing, y recogido en un estudio que les ha permitido también ganar el premio al invento del año que otorga la propia Universidad de Maryland.
El potencial del agua atmosférica
El agua atmosférica es un recurso con un potencial tremendo gracias a su pureza y su ubicuidad. Además, puede reponerse fácilmente mediante la evaporación del agua y la circulación del aire, por lo que es potencialmente inagotable.
Allí, entre los 100 y los 600 metros de espesor de la última capa que separa nuestro planeta del espacio exterior, cada metro cúbico de aire contiene entre 4 y 25 gramos de vapor de agua. En total, es el equivalente al 10% del agua dulce de todos los lagos de la Tierra.
Captar agua de la atmósfera es un proceso a la vez ecológico y de bajo coste. Entre sus ventajas, está la de reducir la huella de CO2, ya que proporciona más autonomía para trabajar con diferentes sistemas de riego y disminuir la emisión de gases de efecto invernadero.
En diferentes lugares del mundo se han desarrollado procesos como “ordeñar nubes” un método que se usa en Chile desde hace más de 50 años, se ha extendido a otros lugares del globo como Ecuador, Guatemala, Perú, Nepal, Israel, algunos países de África y, más recientemente a las Islas Canarias.
Allí, el proyecto Life Nieblas, que se puso en marcha en el año 2020, ha habilitado quince torres recubiertas con un material verde y de cuatro metros de altura que son capaces de recoger hasta 240.000 litros de agua al año.