En los cinco primeros meses de 2023, las exportaciones de gas ruso a través de los gasoductos en funcionamiento ascendieron a sólo 10 bcm, frente a los 62 y 42 bcm, respectivamente, del mismo periodo en 2021 y 2022. Esto quiere decir que el gigante euroasiático dirigido por Putin ha reducido hasta 6 veces las exportaciones de gas al viejo continente.
Y, según señala el analista Szymon Kardaś, significa también que que la “guerra del gas” iniciada por el mandatario ruso se ha vuelto en su contra. Tras casi 18 meses de conflicto Rusia ha perdido su posición como principal proveedor de gas de la UE y no la ha sustituido de forma clara por ningún otro país o bloque geopolítico.
Y no le va a resultar fácil hacerlo. Aunque Rusia sigue exportando gas a Europa, los países de la UE han encontrado nuevos proveedores con los que reducir la dependencia energética que antes sí tenían respecto al régimen de Moscú. La actividad ha sido incansable desde entonces, y va teniendo sus frutos.
Según el texto de Kardas, recogido por El Confidencial, a 31 de marzo de 2023 los acuerdos relacionados con el suministro de gas de terceros países representaban más de la mitad de todos los acuerdos energéticos celebrados por los países de la UE desde el estallido de la guerra. En concreto, 56 de los 110 acuerdos energéticos que habían firmado para entonces estaban relacionados con el gas natural.
Rusia ha perdido su posición dominante en el mercado alemán, el mercado italiano y el mercado polaco, algo que, señalan los analistas, tendrá consecuencias especialmente negativas para Rusia a largo plazo. No se puede sustituir un mercado de un día para otro, especialmente si es tan estable y atractivo desde el punto de vista económico como lo es de la UE.
Actualmente Rusia no puede redirigir el gas extraído de los yacimientos de Siberia occidental y los de la península de Yamal a países fuera de Europa y Turquía. No existen interconexiones de gas que le permitan exportar estos volúmenes a mercados asiáticos como China. El único gasoducto existente a través del cual Gazprom –la compañía rusa de gas- puede exportar a China es el puesto en marcha en diciembre de 2019, Power of Siberia, que no está conectado a la red de gas del oeste de Rusia.
Gazprom planea construir un nuevo gasoducto de exportación de Rusia a China a través de Mongolia, Power of Siberia 2, que permitiría exportar 30 bcm de gas al año desde los yacimientos de Siberia occidental. Sin embargo, a pesar de los acuerdos preliminares alcanzados con Mongolia y China al respecto, aún no existen acuerdos vinculantes ni contrato alguno para suministrar gas a China por esta vía.
El segundo contrato existente para el suministro de gas de Rusia a China, celebrado en febrero de 2022, se refiere a pequeños volúmenes (10 bcm al año) de gas extraído de la isla de Sajalín. Incluso si Rusia y China consiguen poner en marcha nuevos proyectos de gas los responsables políticos europeos no tienen por qué alarmarse.
El analista de ECFR apunta que si China aumentara sus importaciones de gas ruso, podría reducir sus compras de GNL (gas natural licuado) de otros lugares, ofreciendo así a los clientes europeos la posibilidad de aumentar las compras de GNL.
Otras opciones, como la alianza gasística con Kazajstán y Uzbekistán, tampoco parecen tener la suficiente fuerza como para sustituir lo que significaba para la economía rusa el mercado de gas de la UE. Además, las sanciones tecnológicas occidentales están haciendo bastante daño a los planes de desarrollo de Moscú, ya que Rusia no dispone actualmente de tecnología propia para construir plantas de GNL a gran escala.
Novatek, segunda gran empresa tras Gazprom, ha anunciado el desarrollo de su propia tecnología Arctic Mix, pero es difícil evaluar su eficacia por el momento. Por el momento, ya tras 18 meses de conflicto, la respuesta europea a la guerra del gas de Moscú ha tenido éxito hasta ahora.
Desarrollo de las energías verdes
El conflicto en Ucrania, además, ha servido de acicate para el desarrollo de un sector por el que Europa ya venía apostando, y donde España puede jugar un papel relevante en los próximos años, el de las “energías verdes”.
Como destacan ya algunos directivos, “la invasión rusa de Ucrania ha hecho por la sostenibilidad lo mismo que la pandemia por la tecnología, estimularnos para buscar e invertir en energías limpias y sostenibilidad”. Esto se traduce en una apuesta decidida por la sostenibilidad apoyada por todos los estratos de la sociedad, que tiene además una justificación no solo económica y social, sino también geopolítica.
España, además, cuenta con fortalezas y destrezas en un área en el que, según los datos del European Innovation Scoreboard, un informe que con periodicidad anual analiza los resultados de la investigación y la innovación en los países de la UE y en otros países líderes en innovación, España supera la media europea en sostenibilidad ambiental.
En concreto, nuestro país ocupa la posición 11 de 27 en el desarrollo políticas de sostenibilidad ambiental. También lo hace en los bloques de digitalización (donde ocupa la posición 4 entre los 27, adelantando a Suecia en el último año) y capital humano (posición 8), mientras que sea acerca a la media en productos y exportaciones y sistema de investigación atractivo.