Los “superárboles” modificados genéticamente que quieren frenar el cambio climático

Una empresa de Silicon Valley quiere potenciar los árboles para que absorban más carbono y enfríen el clima.

Gonzalo Díaz Bonet.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

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Living Carbon ha modificado la genética de los álamos para que capturen un 27% más de carbono.
Living Carbon ha modificado la genética de los álamos para que capturen un 27% más de carbono.

La fotosíntesis puede salvar el mundo. Esa es la tesis sobre la que Patrick Mellor, paleobiólogo y director tecnológico de la startup biotecnológica Living Carbon, ha construido un proyecto que quiere crear “superárboles” modificados genéticamente para frenar el calentamiento de la tierra. 

Mellor intenta diseñar árboles que crezcan más deprisa y capten más carbono que los que existen en la naturaleza, así como hacerlos resistentes a la putrefacción. Este mes de febrero, menos de cuatro años después de su cofundación, la empresa saltó a los titulares al plantar sus primeros álamos "fotosintéticos" en una franja de bosques de Georgia.  

Se trata de un gran avance: es el primer bosque de Estados Unidos que contiene árboles modificados genéticamente. Pero el proyecto aún genera dudas en la comunidad científica. ¿Cómo afectarán estos árboles al resto del bosque? ¿Hasta dónde se propagarán sus genes? ¿Y hasta qué punto son capaces de extraer más carbono de la atmósfera? 

Algunos académicos que estudian la salud de los bosques y la fotosíntesis de los árboles ponen en duda que éstos puedan absorber tanto carbono como se anuncia. Steve Strauss, un destacado genetista de árboles de la Universidad Estatal de Oregón que formó parte brevemente del consejo asesor científico de Living Carbon y está realizando pruebas de campo para la empresa, apunta que los árboles podrían no crecer tan bien como los álamos naturales. "Estoy un poco en desacuerdo con que sigan adelante con todo esto cuando todavía no sabemos si funciona”, dice en una publicación del Massachusetts Technology Institute (MIT) 

Pero Living Carbon ya ha vendido créditos de carbono de su nuevo bosque a consumidores particulares interesados en pagar para compensar parte de sus propias emisiones de gases de efecto invernadero. Y están trabajando con empresas más grandes, a las que piensan entregar créditos en los próximos años. 

El planteamiento es sencillo. Plantar árboles siempre ha sido una solución aceptada para luchar contra el cambio climático, así que ¿por qué no plantar árboles que sean más eficientes?  Living Carbon ha modificado la genética de los álamos para que crezcan un 50% más rápido y capturen un 27% más de carbono que antes, y ahora está desarrollando también su propia versión del pino carrasco. 

En cierto modo, el objetivo de Living Carbon es sencillo, al menos en lo que se refiere a la fotosíntesis: coger vías genéticas conocidas y colocarlas en nuevas especies, un proceso que se lleva realizando con plantas desde hace casi 40 años. "Se mistifica mucho este asunto, pero en realidad no es más que un conjunto de técnicas de laboratorio", afirma Mellor.  

La empresa se ha enfocado en dos especies: los álamos, muy populares entre los investigadores por su genoma bien estudiado, y los pinos carrascos, una especie maderera común. En 2020, los árboles modificados se habían plantado en una sala de cultivo, un estudio de grabación reconvertido en San Francisco. Los álamos mejorados no tardaron en mostrar resultados prometedores.  

A principios de 2022, el equipo de Living Carbon publicó un artículo en el servidor de preimpresión bioRxiv en el que afirmaba que el árbol con mejores resultados mostraba un 53% más de biomasa sobre el suelo que los controles al cabo de cinco meses. Una versión revisada del artículo apareció en la revista Forests en abril.   

Minimizar la deriva génica 

Sin embargo, lo que funciona en un invernadero, donde las condiciones pueden controlarse cuidadosamente, puede no funcionar igual de bien al aire libre, donde las cantidades de luz y nutrientes que recibe una planta varían. El siguiente paso habitual tras un resultado satisfactorio en invernadero es un ensayo de campo, que permite a los científicos observar cómo les iría a las plantas modificadas genéticamente en el exterior. 

La normativa del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) sobre ensayos de campo con plantas modificadas genéticamente pretende minimizar la "deriva génica", en la que los nuevos genes podrían propagarse a la naturaleza. Los permisos exigen que los árboles biotecnológicos se planten lejos de las especies con las que podrían reproducirse y, en algunos casos, las normas obligan a retirar las flores. Los investigadores deben revisar el terreno después del estudio para asegurarse de que no queda rastro de las plantas transgénicas. 

Living Carbon parece consciente de la desconfianza general del público hacia las tecnologías genéticas. Hall, su director general, ha declarado que la empresa no quiere ser "la Monsanto de los árboles", y está registrada como sociedad anónima de utilidad pública. Eso le permite rechazar proyectos éticamente dudosos sin preocuparse de que los accionistas la demanden por dejar de obtener beneficios. 

La empresa anuncia que se centra en "restaurar tierras degradadas o de bajo rendimiento". En su sitio web, el discurso dirigido a los posibles compradores de créditos de carbono hace hincapié en que los proyectos de plantación de árboles sirven para restaurar los ecosistemas. 

¿Problema o solución? Aún es pronto para saberlo y la comunidad científica no parece llegar a un acuerdo, pero la crisis climática se agrava y algunos celebran que se den pasos en la investigación de soluciones biotecnológicas. "Quizá no sea lo ideal. Y quizá estén impulsando este producto demasiado fuerte, demasiado rápido. Pero me alegro de que así sea", defiende el genetista Steve Strauss.