En una época en la que el cambio climático intensifica fenómenos naturales como inundaciones, incendios forestales, y tormentas, la inversión en tecnología para prevenir catástrofes naturales se ha convertido en una prioridad mundial.
Sin embargo, en España y tal y como se ha podido observar en la DANA que ha afectado Valencia este otoño, la realidad muestra una gran disparidad entre las crecientes necesidades de prevención y las cifras que el país destina a tecnologías en este ámbito. La situación es alarmante y cada año se hace más evidente el coste humano y económico de no invertir adecuadamente en la prevención de desastres naturales.
La importancia de invertir en tecnología para la prevención de catástrofes
Invertir en tecnología para la prevención de catástrofes naturales no solo reduce los impactos directos sobre la población, sino que también es una forma de minimizar los daños económicos que suponen estos eventos.
Países como Japón, Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea han apostado por tecnologías de última generación que incluyen sistemas de alerta temprana, sensores para detectar variaciones en el clima, y drones para monitorear áreas en riesgo. Estas herramientas son capaces de salvar vidas y de reducir considerablemente los costes derivados de la reconstrucción de las zonas afectadas y la atención a las víctimas.
En España, sin embargo, esta inversión sigue siendo insuficiente. A pesar de ser un país con regiones altamente vulnerables a incendios forestales, inundaciones y sequías extremas, la cifra que destina el gobierno a tecnología de prevención es ínfima en comparación con los recursos que se necesitan para una verdadera protección.
Las alarmantes cifras de inversión en España
Para el año 2023, los datos indican que España destinó aproximadamente solo 2 millones de euros a tecnologías de prevención de catástrofes naturales. Esta cantidad, comparada con el presupuesto de otros países europeos en proporción a su PIB, se encuentra muy por debajo del estándar.
En comparación, Francia y Alemania invierten cifras que superan los 50 millones de euros anuales solo en sistemas de monitoreo climático y prevención de riesgos naturales, mientras que Japón, un país que ha enfrentado numerosos desastres naturales, destina varios cientos de millones en infraestructuras de prevención.
Esta cifra resulta incluso más preocupante si consideramos que los eventos climáticos extremos en España están aumentando en frecuencia e intensidad. En los últimos años, las inundaciones en la Comunidad Valenciana, la DANA en Murcia, y los incendios en Andalucía han dejado claro que el país enfrenta grandes desafíos climáticos que exigen respuestas urgentes y efectivas.
Sin embargo, el presupuesto asignado a tecnología de prevención no ha crecido proporcionalmente, lo que sugiere una falta de visión y compromiso con la seguridad y el bienestar de la población.
Consecuencias de la falta de inversión en prevención
La escasa inversión en tecnología para la prevención de catástrofes en España tiene consecuencias graves. En primer lugar, los sistemas de alerta temprana y monitoreo no son capaces de cubrir todo el territorio en riesgo, lo cual limita la capacidad de respuesta ante eventos naturales extremos. Esto significa que las poblaciones que viven en áreas vulnerables no reciben avisos con antelación suficiente para tomar medidas de protección, lo cual pone en riesgo sus vidas y bienes.
Además, al carecer de sistemas avanzados de monitoreo y prevención, el costo de los daños se incrementa considerablemente. Según datos de estudios recientes, cada euro invertido en prevención de desastres puede ahorrar hasta siete euros en reconstrucción y asistencia a afectados. En España, sin embargo, el presupuesto se destina, en su mayoría, a la recuperación y reparación de daños en lugar de prevenirlos. Esto representa un gasto ineficiente de recursos públicos y una estrategia de gestión de catástrofes inadecuada.
La falta de inversión también afecta la innovación en el país. A medida que España descuida la inversión en tecnologías de prevención, también pierde la oportunidad de desarrollar su propio sector tecnológico en esta área, lo cual podría generar empleo y posicionar al país como líder en la gestión de riesgos naturales.
¿Qué tecnología podría implementar España para mejorar la prevención?
Existen múltiples tecnologías accesibles que podrían implementarse en España para mejorar la prevención de catástrofes naturales. Por ejemplo, los sistemas de alerta temprana y predicción climática, que permiten anticiparse a eventos como inundaciones y olas de calor, son una solución efectiva y rentable. Japón, por ejemplo, ha desarrollado avanzados sistemas de detección de terremotos y tsunamis, que funcionan con sensores en las zonas de mayor riesgo y redes de comunicación para alertar a la población en tiempo real.
Otra tecnología clave son los drones y satélites de monitoreo, que permiten vigilar áreas forestales y detectar con rapidez focos de incendios. Además, la inteligencia artificial (IA) y el big data se utilizan en muchos países para analizar grandes cantidades de información climática y prever con precisión cuándo y dónde podrían producirse ciertos fenómenos.
En España, estas tecnologías no están plenamente implementadas debido a la falta de inversión. La instalación de sensores para detectar cambios en el nivel de ríos, el uso de drones para la vigilancia forestal, y la creación de sistemas de alerta temprana digitalizados serían pasos clave para proteger mejor a la población.
El cambio que necesita España
Para que España pueda hacer frente a las amenazas naturales de manera eficaz, es necesario un cambio de enfoque. Este cambio debe basarse en un compromiso real del gobierno para destinar un mayor presupuesto a la prevención de desastres. En lugar de ver la inversión en prevención como un gasto, debería entenderse como una inversión estratégica que protege a la población y a la economía.
La colaboración entre el sector público y privado es otra medida fundamental. España cuenta con empresas tecnológicas que podrían ofrecer soluciones innovadoras para la gestión de riesgos naturales, pero se necesita un entorno de colaboración y financiación adecuada para que estas empresas puedan desarrollarse y ofrecer sus servicios de manera eficiente.
La cifra que España destina a la tecnología de prevención de catástrofes naturales es insuficiente y no responde a las necesidades de un país cada vez más vulnerable a fenómenos climáticos extremos. Incrementar la inversión en esta área no solo es una cuestión de seguridad y bienestar social, sino también una estrategia económica inteligente. La implementación de tecnologías de prevención podría salvar vidas, reducir los costos de reparación y fomentar la innovación en el país.